Esta extraordinaria presentación realizada por la traductora, oradora y escritora española: Ángeles Castillo Nuñez, fue la apertura a una ponencia realizada por Basilio Rodríguez Cañada en el Casino de Madrid dentro de la prestigiosa e histórica Tertulia “Natalio Rivas”. El tema: “Mujer y la literatura, una historia aún por descubrir”. Después de leerlo, van a estar de acuerdo con que esta es un magnífico abrebocas a la exposición del Sr. Rodríguez Cañada. En esta introducción se menciona, desde el primer poema escrito hace cuatro mil quinientos años por una mujer, Enjeduna. Hasta la creadora del Pen club: Catherine Dawson Scott, Safo. Pasando por escritoras como Teresa de Ávila, María Lejárraga etc. Pero no les adelanto más, léanlo por ustedes mismos, todo un homenaje a la mujer y la literatura en las pocas líneas de una presentación, logrando producir la sed de conocer y debatir sobre el tema.
CASINO DE MADRID
TERTULIA “NATALIO RIVAS”. ÁGORA DEL PENSAMIENTO Y LA PALABRA
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MUJER Y LITERATURA. UNA HISTORIA AÚN POR DESCUBRIR
Buenos días: Como es de bien nacidos ser agradecidos, he de hacerlo en primer lugar a esta emblemática institución que nos acoge y felicitar al ponente D. Basilio Rodríguez Cañada por la “Estrella de Oro” que le acaba de conceder el Instituto para la Excelencia Profesional, como reconocimiento a su competente trayectoria empresarial y cultural.
He de confesar que cuando el Sr. Rodríguez Cañada de ahora en adelante, entre amigos, Basilio, me invitó a acompañarle en este acto no pude rechazar su propuesta, la verdad es que con su poder de seducción siempre consigue entusiasmarme y que considere un privilegio participar en las variadas actividades que promueve, tanto entregando los premios anuales de la Feria del Libro de Madrid, como dando clases a sus alumnos de la Universidad de La Manouba (Túnez), pero en el acto que hoy nos ha convocado se han unido dos de mis afectos favoritos: la Mujer y la Literatura.
Vamos escucharle en esta Casa, cuya Biblioteca, declarada Bien de Interés Cultural, que atesora cerca de cuarenta mil volúmenes entre los que, en lugar de honor se encuentra El tesoro de la lengua castellana o española, ¡qué mejor envoltorio para dar voz a la literatura femenina! de Sebastián de Covarrubias, editado en el año 1611 que, como Uds. saben, igual que con el latín hizo San Isidoro en sus Etimologías, Covarrubias indaga en lengua vulgar el origen y el sentido profundo de las voces del castellano, texto al que tanto los autores como los lectores somos deudores por la grandeza y difusión que aporta a nuestra lengua.
Dar las gracias por recibirnos en este lugar donde se celebran interesantes debates, y en el que para hoy nos han confiado un tema tan ambicioso como es el papel que ha representado la mujer en la literatura y, es acertado, porque la mujer es historia y es literatura a pesar de los intentos que, a través de los siglos, las distintas sociedades han intentado por cosificarlas.
Desde el primer poema del que tenemos noticias que fue escrito hace cuatro mil quinientos años por una mujer, Enjeduna, hija del rey de Mesopotamia, dedicado a la Diosa Lunar del Cielo, Inana; Afrodita para los griegos y Venus para los romanos, la mujer siempre ha tenido dificultades para demostrar su competencia profesional y, no por ello, ha dejado de trabajar como el mejor de los hombres y de luchar para que se la reconozca.
Permitan que haga un homenaje justo y breve, hacia algunas autoras que destacaron en tiempos aún más difíciles, cuando el simple hecho de que una mujer pudiera leer -y no digamos ya escribir- despertaba rechazos y suspicacias.
Si bien la literatura femenina floreció en los conventos, tanto en prosa Teresa de Ávila, como en poesía Sor Mª La Antigua y en teatro con Sor Marcela de San Félix, algunas autoras llegaron a traspasar los pesados muros y ser famosas e, incluso, ver que sus obras iban siendo traducidas.
La creación femenina, siempre, ha padecido un lado oscuro tanto mediante la perversa usurpación de sus nombres, tener que escribir bajo seudónimo –voluntaria o coaccionadas-, en la sombra o al amparo del apellido del marido, caso de María Lejárraga, (recomiendo que si no lo han hecho, no dejen de ver el documental de Radio Nacional de España, María, brillo en la sombra), o la escritora María de Zayas, nacida en Madrid en 1590 y, que a pesar de que alguna de sus obras -en pleno Siglo XVII- fueron editadas hasta cuatro veces, para lo cual, previamente, tuvieron que pasar varias licencias, entre ellas la Eclesiástica, poco sabemos de ella pues incluso en la serie que TV Española le dedicó, se título La mujer sin rostro.
Y cómo no rendir homenaje al despertar de la escritura femenina en lengua castellana durante el gran Siglo de Oro. Siglo que para las autoras deparó luces y sombras, como las que tuvo que soportar sor Juana Inés de la Cruz que, dotada no solo para la literatura sino también para las ciencias, desde su celda en Méjico desató un intenso debate en torno al ejercicio de la libertad intelectual, por lo cual fue obligada a retractarse de sus ideas y a declararse “la peor de todas”.
Sin embargo, en algunas sociedades avanzadas, a veces, las mujeres han recibido reconocimiento en vida, es el caso de Selma Lagerlöf que, en 1909, fue la primera mujer galardonada con el premio Nobel de Literatura, que la academia sueca le concedió por su elevado idealismo. Selma, que era miembro muy activo en la organización del P.E.N. Club Internacional, se reconocía torpe en la cocina y peor en el bordado, pero que trabajando como maestra para niñas en la ciudad sueca de Landskrona pudo vivir muy de cerca la injusticia que la sociedad imponía sobre más de la mitad de la población. Su inquietud por lograr un mundo más justo la inclinó a luchar en contra de la discriminación de la mujer y de la ignorancia reinante, representada en sus galardonados textos.
Al mencionar a Selma he recordado la importante aportación a la literatura de una mujer, Catherine Dawson Scott, SAFO, que en 1921 tuvo la Gran Idea de crear una asociación internacional de poetas, ensayistas y novelistas. Apolítica, sin distinción de raza, género, o credo y que actualmente es uno de los organismos más prestigiosos del ámbito cultural, el P.E.N. Club.
El P.E.N. que de manos de su fundadora, una inglesa provinciana, -yo diría que incluso algo estrambótica para la época- se ha convertido en la organización internacional más antigua en defensa de los derechos de los intelectuales, que hoy acoge a todas las personas dedicadas a las letras: periodistas, historiadores, traductores e incluso blogueros.
¡¡Creada hace casi 100 años por UNA MUJER, SAFO!!
Admiro mucho a la revolucionaria SAFO por su perseverancia, su idealismo tan eficaz y creativo, su afán por que su meta fuera realidad, junto a un admirable carácter bondadoso. Estoy segura que para el ponente que nos acompaña la personalidad de esta pionera representa, también, el camino a seguir en el que, sin distinción de género, se juzgue únicamente la meritocracia de la persona, sin la cual no lograremos sociedades más justas.
Porque siendo la mujer víctima y culpable de las desigualdades que desgraciadamente aún siguen produciéndose, es primordial que todas puedan recibir una educación que nos permita escuchar su voz escrita.
Prueba de esta necesidad, la Editorial Sial Pigmalión, presidida Basilio Rodríguez que en veinticinco años ha publicado a dos mil seiscientos autores, de los cuales el cincuenta y cinco por ciento son mujeres provenientes de los cuatro continentes.
Y como no todos los editores son un señor solemne, sentado tras una mesa imponente tenemos a Basilio, además de editor, escritor y gestor cultural a un poeta que glosa a la mujer idealizada hasta el punto de que nuestro vate eleva a su musa a la categoría de la midons de la poesía occitana, a la senhor de la poesía galaico-portuguesa y la señora de la poesía castellana.
Si me permiten, voy a leer parte de un poema suyo,
Se titula:
Luna de oriente
Está dedicado a Raquel:
Era furtiva y delgada
como una sombra felina
parecía engendrar la quimera
de un perdido mundo de ilusión.
Su gracia se escondía
en la armonía del joven cuerpo
acariciado por finas telas de Damasco.
No en vano ella fue la única flor,
el único perfume de mi vida
Ángeles Castillo Núñez
Madrid, 2019.