Familia lamenta 50 años esperando justicia por los «Ángeles de Guayacán»
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Jueves, 21 de Diciembre de 2023 a las 12:47hrs.
| Periodista Digital: EFE
Jimmy Christie Bossy y Rodrigo Palma Moraga desaparecieron la Nochebuena de 1973 en el Valle de Elqui mientras jugaban cerca de una zona custodiada por el Ejército.
Si bien sus cuerpos fueron hallados cuatro años después con signos de violencia, la investigación no ha dado resultados concluyentes.
Foto: EFE
«Le he pedido a Dios que me deje terminar este juicio y que se gane», expresó Eugenia Moraga, madre de Rodrigo, ante los últimos avances del emblemático caso.
Eugenia Moraga, madre de Rodrigo Palma (retrato), posa para fotos durante una entrevista con EFE el 13 de diciembre 2023, en Santiago (Chile).
No hubo Navidad de 1973 para las familias Christie Bossy y Palma Moraga, y las siguientes tampoco serían nunca más lo mismo: la tarde del 24 de diciembre, los pequeños de ambas casas, Jimmy y Rodrigo, de 7 y 8 años, desaparecieron mientras jugaban a los alrededores de sus casas en la ciudad norteña de Coquimbo, cerca de una zona custodiada por el Ejército chileno en plena dictadura. “La noche del 24 no se vivió. Ya no supimos más lo que era dormir”, relata Eugenia, de 87 años, madre de Rodrigo y única familiar directa y con vida de los dos niños que por estos días cumple 50 años sin su hijo. EFE/ Elvis González
No hubo Navidad de 1973 para las familias Christie Bossy y Palma Moraga, y las que vinieron tampoco fueron más lo mismo: la tarde del 24 de diciembre, los pequeños de ambas casas, Jimmy y Rodrigo, de 7 y 8 años, respectivamente, desaparecieron mientras jugaban cerca de una zona custodiada por el Ejército en plena dictadura en la localidad de Guayacán del Valle de Elqui.
Documental sobre niños asesinados en dictadura en Coquimbo se estrenará en la U. de Chile
En el marco de la octava edición de las Jornadas de Filosofías e Infancias de la U. de Chile “A 50/53 años, de Infancias, Resistencias y Utopías, un Horizonte para Repensar Juntos y Juntas” este 23 de noviembre se exhibirá el documental “Ángeles de Guayacán”, de Cristian Lagos y Aukaleb Ankaro. Este último, será parte del conversatorio posterior que se realizará junto a Karen Cea, encargada de la Oficina de Memoria del CNTV y Eugenia Moraga, madre de Rodrigo Palma.
Jimmy Christie y Rodrigo Palma fueron dos niños de 7 y 8 que desaparecieron mientras jugaban en la calle el 24 de diciembre de 1973 en Coquimbo, en plena Dictadura Cívico-Militar. Casi cuatro años después aparecieron sus cuerpos enterrados a baja profundidad en el mismo lugar que fueron buscados por años. El Ejército persiguió y torturó a los familiares mientras que impuso un velo de injusticia que ha durado 50 años. Tras la invitación de un grupo de mujeres, la única madre hoy con vida volverá luego de muchos años al barrio de Guayacán en Coquimbo, a inaugurar un memorial en recuerdo de ambos niños, trayendo consigo todas sus memorias.
A 50 años del golpe de Estado, este encuentro planteará una reflexión sobre las violencias que produjo la dictadura , analizando en conjunto las experiencias de actores y testigos como niños, niñas y jóvenes, quienes representan, a la vez, una defensa irrestricta de los Derechos Humanos, como un marco ético mínimo para pensar en una vida digna.
Para los organizadores, la convocatoria es a reflexionar desde la infancia, como un horizonte “que nos permite cuestionar lo incuestionable, pensar lo no pensado y esperar lo inesperado, a pensar infantilmente, a pensar en nuestro pasado reciente desde y con la infancia, para volver a mirar la historia de Chile y de nuestro continente”.
Sobre “Ángeles de Guayacán”
Bajo la producción de Cuello Negro Films, este documental buscó explorar en sus inicios temáticas sensibles que trascendieran generaciones, nutriendo el diálogo contemporáneo sobre los derechos humanos, abrazando y preservando la memoria colectiva.
Según relatan Lagos y Ankaro, impulsados a abordar historias como la de los “Ángeles de Guayacán”, el compromiso con la verdad y la justicia fue la piedra angular de su labor cinematográfica. “La génesis de este documental se remonta a la historia de Eugenia Moraga, madre de Rodrigo Palma, un niño de 9 años cuya vida, junto a la de su amigo Jimmy Christie, fue truncada en circunstancias inexplicables durante la víspera de Navidad en 1973, en la provincia de Coquimbo. La desaparición y el posterior hallazgo trágico de sus restos, marcados por signos de violencia, plantearon interrogantes inquietantes sobre la intervención militar en esos sucesos”, relatan.
Esta narrativa, empapada de dolor y carencia de justicia, junto con la incansable búsqueda de sus familiares, se convirtió en un llamado urgente para sacar a la luz la verdad oculta tras décadas de silencio. “Hoy, Eugenia Moraga, con sus 87 años, es la única sobreviviente al paso del tiempo, después de 50 años de búsqueda, y quisimos compartir un pedacito de su vida, honrando su valentía y perseverancia en esta lucha por la verdad y la memoria”, comentan sus directores.
Al respecto, Eugenia Moraga –hoy con 87 años- resalta la necesidad de difundir el mensaje que transmite este documental “para que aprendamos a tenernos respeto, a tolerar nuestras opiniones, a vivir y buscar el equilibrio, para que nunca más”.
Para los creadores de esta obra, la exhibición de este documental no solo representa la crónica de una tragedia específica, sino que también constituye un recordatorio vívido y conmovedor de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura. “Este tipo de piezas audiovisuales no solo documentan el pasado, sino que también provocan una reflexión profunda y un llamado a la acción. Sirven como testimonios vivos de la importancia de la memoria histórica para preservar la justicia y la dignidad de las víctimas y sus familias”, afirman.
Por esto, Lagos y Ankaro comentan que a través de esta obra, el mensaje esencial que intentan transmitir es la necesidad perenne de justicia y verdad para las víctimas de violaciones a los derechos humanos. El caso de los “Ángeles de Guayacán” encapsula la impunidad que prevaleció en numerosos casos similares de vulneración de infancias durante la dictadura. “Queremos destacar la relevancia de recordar y honrar estas historias, no solo como un acto de memoria, sino como un compromiso social para evitar la repetición de tales atrocidades en el futuro”, sostienen.
Finalmente, sus creadores recalcan que este proyecto no solo es una obra cinematográfica, sino también una herramienta vital para la reparación simbólica de las víctimas y sus familias. “Financiado por “Fondos Concursables para Proyectos de Cultura y Sitios de Memoria 2023″ de la Subsecretaría de Derechos Humanos, este documental se erige como un faro que ilumina el camino hacia una cultura arraigada en la promoción y el respeto de los derechos humanos, garantizando así que los horrores del pasado no se repitan”, dicen.
«La noche del 24 no se vivió. Ya no supimos más lo que era dormir», relata a EFE Eugenia Moraga, de 87 años, madre de Rodrigo y única familiar directa y con vida de los dos niños que por estos días cumple 50 años sin su hijo, los mismos que se conmemoraron del golpe de Estado de Augusto Pinochet.
«Cuando lo fuimos a buscar para bañarse, no lo encontré en el antejardín; corrí a la esquina y Rodrigo ya no estaba. Fui a la casa de Jimmy y tampoco estaban. Nadie vio a los niños», relata Eugenia desde su casa, donde atesora sus fotos y recuerdos.
«La noticia corrió entre los vecinos esa noche y el pánico se sembró», rememora. La última vez que los vieron con vida jugaban en un camino cerca de sus casas en Coquimbo, próximo a los estanques de una compañía petrolera que permanecían custodiados por los militares, por ser infraestructura crítica.
Sus cadáveres fueron encontrados casi cuatro años después con signos de violencia por una niña que jugaba en el mismo sector que había sido rastreado durante el primer período de búsqueda e investigación.
DENUNCIA POR TORTURAS
A la tragedia de perder un hijo, se sumaron los interrogatorios y torturas que los familiares denunciaron haber sufrido por parte del Ejército, que quedó a cargo de la investigación de los hechos: «Querían poder decir que nosotros los matamos», dice Eugenia. Hay una causa abierta en la Justicia contra los militares por estas acusaciones.
Las familias, en cambio, siempre creyeron que fueron precisamente los uniformados que custodiaban la zona quienes estuvieron detrás de la desaparición de los dos pequeños, más allá de otras versiones que circularon como el secuestro o una caída en el socavón donde fueron encontrados.
Eugenia confiesa que nunca perdía la esperanza de encontrar a Rodrigo: «Siempre miraba por todas las casas, por si veía su ropa colgada, miraba y miraba, siempre con los ojos abiertos».
Cuando encontraron los cuerpos, «me eché a perder», recuerda.
50 AÑOS EN LA JUSTICIA
La desaparición y muerte de Jimmy y Rodrigo lleva 50 años en la Justicia. El tiempo transcurrido desde esa Nochebuena ha dificultado esclarecer la causa de la muerte y sus responsables. Con tres exhumaciones a cuestas, la Justicia baraja distintas hipótesis, pero ninguna concluyente hasta hoy.
Tras las primeras denuncias en vano aún en dictadura, a fines de la década de 1970, el caso se cerró y fue reabierto en 2000 por insistencia de Eugenia. «Ya hace mucho que lucho por los dos», dice. Un nuevo aplazamiento lo mantuvo otra vez apartado hasta 2019.
«Tenemos confianza en que la Justicia y la verdad podrán establecerse», comenta a EFE el abogado de Eugenia Moraga, Hernán Fernández. Según él, hay avances en la investigación de «los rastros biológicos en los cuerpos de ambos niños» y de «los delitos de tortura cometidos por agentes del Estado».
«UNA MADRE QUE NO HA CLAUDICADO»
El caso de Jimmy y Rodrigo revive más que nunca cada Navidad. Este año, con motivo de los 50 años de la desaparición, se estrenó el cortometraje «Los ángeles de Guayacán», de los documentalistas Aukaleb Ankaro y Cristian Lagos, que relata la historia y su impacto en la familia y el barrio.
«Quisimos mostrar a esa madre que a los 87 años no ha claudicado en ningún momento y no ha perdido las esperanzas de hacer justicia, aún sabiendo que, por toda la información que falta y lo complejo del caso, posiblemente nunca haya justicia», cuenta Lagos a EFE.
Cifras reveladas recientemente por la Defensoría de la Niñez arrojaron que 150 niños y adolescentes fueron ejecutados durante la dictadura de Pinochet (1973-1990), y otros 40 fueron víctimas de desaparición forzada. Más de 950 sufrieron prisión política y torturas y un centenar de menores estuvieron encarcelados con un adulto.
«Le he pedido a Dios que me deje terminar este juicio y que se gane», dice Eugenia ante las expectativas por los avances investigativos. Después de eso, «no le tengo miedo a partir porque me voy a ir a encontrar con mi hijo y mi viejo, que es lo que sueño».
Presentación al Informe Valech 2010.
Relato de la madre sobre la muerte de Jim Christie Bossy
Hay momentos que hacen que el alma se desgarre cuando los recuerdos amargos y tristes afloran y es lo que me sucede al comenzar este relato … el año 1973 nuestra familia vivía en la calle Wenceslao Vargas Nº823 de la población Raúl Marín Balmaceda colindante al sector de Guayacán de la Comuna de Coquimbo, cerca de allí estaban ubicados los estanques de Combustibles de la empresas Shell, Copec , por ello después del 11 de septiembre, se puso guardias la mayoría eran conscriptos muy jóvenes del Regimiento Arica, lugar que estaba custodiado para evitar un posible ataque subversivo.
El día 24 de Diciembre de ese mismo año mi hijo Jim de 7 años como las 15.00 horas fue a casa de un tío a jugar con una prima, a las 16.00 horas regreso se tomó un vaso de leche y se comió un plátano y me dice “ mama, arreglé mi ropa para venir a bañarme como las 6 para estar listo y esperar al viejito pascuero”, volvió a casa de su tío y allí fue a buscarle un vecino Rodrigo Palma, le dice Jim a su tío “jugaré un ratito ya que tengo que volver luego a mi casa”, después de eso no se supo más de ellos.
Cerca de las 19 horas fui a buscarle y nos los encontré, pregunte a muchos vecinos y amigos pero no lo habían visto, bajamos a la playa pues la playa La Herradura esta muy cerca y como las 20.30 horas di cuenta a Carabineros, me contestaron que debía estar en alguna casa, cosa imposible porque mi hijo nunca se quedaba en casa ajena, como había toque de queda me dieron un salvoconducto para salir a buscarlo, pero eso no fue posible porque al querer salir en la puerta de mi casa los militares, me dijeron que me entrará o de lo contrario “me matarían”. Los carabineros, cuando hice la denuncia me dijeron que había que esperar 48 horas, yo pensando que podría ser un rapto, les pedí que cerrarán la carretera, pero me dijeron que eso no se podía hacer.
Al día siguiente fui al lugar donde “curiosamente 4 años más apareció el cadáver de mi hijo y su amigo”, no había nada extraño todo estaba igual me subí sobre una piedra pues andaba sola, mi esposo en aquellos años estaba en el norte llego como 4 días después y mis otros dos hijos todavía eran pequeños para que me acompañaran, mire a todos lados, di aviso a Investigaciones estaba el Inspector Valdés, que nos ayudo mucho en su búsqueda, también el capitán Sergio Contador de Carabineros, fueron días de mucho dolor y angustia sin saber nada de nada.
Los primeros días del año 74 llegaron los militares Carlos Verdugo Gómez. Fernando Polanco Gallardo, Juan Emilio Cheyre a quien nadie llamo y estuvieron en casa haciendo muchas preguntas, allanaron todas las casas de la población Victor Domingo Silva a cualquiera hora de la noche, preguntando “donde estaban los niños”, “que habían hecho con ellos” e incluso a mi hermana que vivía en Santiago también le revisaron su casa. Quienes después fueron llamados a declarar. ( van documentos adjuntos de su declaración) como también el Teniente Coronel Eduardo Cruz Adaros.
El día 11 de Enero llegaron a mi casa los militares diciendo que el Comandante Ariosto Lapostol me necesitaba, al llegar allí al Regimiento me pidieron el carné y me llevaron por un pasillo, me vendaron la vista, me colocaron en una camilla me amarraron y me empezaron a dar agua tibia azucarada con varias capsulas y tabletas fueron 12 pastillas, cuando se me corrió la venda estando en la capilla me di cuenta que la persona que me estaba dando las pastillas era el doctor Díaz Pacci, rápidamente me amarraron de nuevo la vista, tocaban una música muy suave, cada vez me preguntaban que “ donde tenía los niños”, fueron interminables las veces que me hicieron la misma pregunta, hacían girar la camilla, eso me produjo mareo, deseos de ir al baño, pero ellos seguían preguntando la misma pregunta, me dolía todo el cuerpo, lo único que deseaba es que esa interrogación terminará, pero nada paso, a mi marido le decían que yo estaba con el Comandante Lapostol…cosa que no era así ya que estaba sometida diariamente a interrogaciones. Después de varios días mi marido me fue a buscar con un amigo y me encontró en una pesebrera, estaba muy sucia con la misma ropa, solo me pude bañar cuando regrese a casa, días después me dio un infarto producto según el médico de las pastillas ingeridas durante el interrogatorio, pase una semana en el hospital, posteriormente estuvimos un mes sin salir detenidos en mi propia casa, la vecina nos pasaba víveres para comer así pasaron los días con interrogaciones. Mis otros hijos que en ese entonces tenían 14 años el mayor y la chica 12, cuando ocurrió esto en diciembre fueron llevados por una amiga donde permanecieron hasta marzo del 1974.
Cosa irónica que después de 4 años el Señor Ariosto Lapostol , al encontrar los restos de mi hijo y Rodrigo nos hizo llegar a la familia una carta donde nos manifestaba su pesar por tan lamentable hecho y nos pareció burla pedirnos, que Dios nos ayude a sobrellevar este hecho, pues durante esos 4 años ellos sabían el destino de los menores y nunca nos hicieron saber.
Patricio Varela un locutor muy conocido de la Radio Minería, nos ayudo mucho, cada noche ceca de las 22.00 horas al comenzar un programa que él hacia… decía _ Donde esta Jimmy y Rodrigo esto lo repitió casi un año.
Cuando los militares llegaban a mi casa, en reiteradas ocasiones nos pedían plata para combustible, había que servirle café, se aprovechaban de la ocasión para pedir cosas. En una oportunidad llego un militar, no recuerdo el nombre pero se hacía llamar Marcelo, me pidió fotos de Jim para verlas y al final se las llevó todas, sin decirme nada pensé que luego las traería pero eso nunca ocurrió.
Sufría de dolores de cabeza constante por todas las cosas que me estaban sucediendo, no saber que le había sucedido a mi hijo y amigo, saber que esa noche de su desaparición se habían escuchados balazos, baje más de 25 kilos mi matrimonio se iba deteriorando por que en aquel entonces mi esposo no me ayudaba en la búsqueda incesante que yo hacia de mi hijo. Durante esos años no hubo parte donde no fui e incluso vaje a la Argentina donde me encontré con letreros con las fotos de los dos pequeños.
Los militares, parasicólogos se sumaban a la búsqueda, recuerdo a uno de estos parasicólogo llamado Goyo que vivía en La Serena pero trabajaba para los militares y había otro mayor que ayudaba a los militares para interrogar a los detenidos, también fue traído a mi casa – un hombre ordinario y grosero- supe después con los años que estaba preso en Santiago.
En una oportunidad fui a Santiago a ver a Patricio Varela el locutor que antes mencioné también íbamos a ver una vidente que le decían Aquima, esta mujer me interrogó, y en esos momentos llegaron no sé si eran militares y me llevaron a una casa, donde me interrogaron llegue toda mojada porque estaba lloviendo, al lugar, me tuvieron amarrada y toda la noche escuche el sonido de una gota de agua que caía en un tarro y además alumbraban la casa a cada momento estuve allí toda la noche al día siguiente me golpearon y así fue todo el día, hasta que en la noche me soltaron, llegue a la casa de unos amigos me dieron algunos medicamentos y llamaron al médico, a los días siguientes estando ya más repuesta del resfrío y los golpes propinados regrese a Coquimbo, quiero agregar que en ese interrogatorio estuvo Manuel Contreras, como yo en ese entonces no le conocía pero después por las fotos que se expusieron de él, lo reconocí, también en esa oportunidad me dieron tabletas que me dejaban muy mal.
Hoy después de 37 años recordar todo esto es muy doloroso para no solo por la pérdida de mi hijo que durante 4 años no supe que le había sucedido, también por todos los vejámenes a que fui sometida, por querer saber su paradero siempre con la ilusión de encontrarle.
El 14 de agosto del año 1977 tenía una reunión en el Centro de Madres al que concurría, estando ya lista para ir, de repente no sé por que motivo no me dieron deseos de asistir que es lo que les dije a unas amigas cuando me vinieron a buscar… en el intermedio ocurrió que unos chicos al estar encumbrando volantines, buscaron algo para ponerle de cola y encontraron enterradas unas lanas pero al tirarla asomo un huesito los niños, taparon la ropa y avisaron a su padre quien llamo a carabineros… cuando yo supe eso pensé inmediatamente en los niños, me fui caminando al lugar que quedaba muy cerca de casa ya que en esos momentos me había cambiado a un edificio de departamento que es donde hoy resido… y observe que sacaban un pelo largo, pensé que era una niñita, pero cuando levantaron la ropa pude reconocer una chaleco que yo le había tejido a Jimito, me devolví a mi casa y volvimos al lugar con mi hijo, estábamos muy preocupados, angustiados y tristes por este hallazgo, estaba el detective Valdés, Carabineros y gente del PEM que estaban picando para sacar los cuerpos. Había un carabinero chico y gordo que no me dejaba pasar, yo que estaba muy delgada no sé de donde saque fuerza para tomar al carabinero de las manos y darlo vuelta, lo tire al suelo y el detective Valdés le dice que me deje pasar pues era mi hijo el que habían encontrado, al sacarlo los detectives se llevaron los restos y me pidieron que fuese a Investigaciones a las 19.00 horas, al concurrir me mostraron toda su ropa y no cabía duda era de mi hijo. Al día siguiente sacaron a su amigo Rodrigo y los cuerpos fueron llevados a Santiago. Después de un año de estar en Santiago sus cuerpos, mi marido y el papá de Rodrigo los fueron a buscar a allí había un medico que les dijo “ yo estoy castigado y me tienen acá en el Instituto Médico Legal y la autopsia que hice me es imposible escribir la verdad me pidieron que pusiera muerte indeterminada en consecuencia que los niños los mataron con balas de grueso calibre que solo los militares la usan”. Incluso quiero acotar que en el certificado de defunción figura que fueron muertos en Santiago. Pero va adjunto un certificado de traslado de cadáver a Santiago.
Y se presume que el grupo que estaba de guardia en esos momentos fueron los que fusilaron a los niños, después escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos cuando la búsqueda de la policía, familiares y vecinos finalizó.
Se retiraron los cuerpos fueron envueltos y se trajeron como un paquete cualquiera, cuando llegaron se llevaron a una funeraria llamada San Luis acá en Coquimbo, se realizo una misa, fue muy triste todo, había mucha gente al paso de la carroza hasta llegar al cementerio, porque fue un acontecimiento muy comentado por la prensa durante bastante tiempo y causo bastante conmoción en el puerto el encontrar los cuerpos en el lugar donde ya se había buscado antes.
A contar de este acontecimiento mi vida cambió, una gran tristeza me invadió sabía que ya no lo vería nunca más, que mi pequeño hijo nunca más estaría con nosotros, sus hermanos sufrieron mucho, gracias a Dios que les fue bien en sus respectivos colegios y hoy son muy buenas personas y profesionales.
En el años 2001 fuimos a Santiago con mi hijo Esteban y los padres de Rodrigo el otro menor ejecutado a interponer una demanda contra Augusto Pinochet, demanda que seria llevada a cabo por el abogado Hugo Gutierrez Galvez y Juan Bustos Ramírez ambos abogados de Santiago domiciliados en Phillips 40, Ofic. 68 de Santiago. Se le cancelo un dinero al Sr. Gutierrez.Hay documentos adjuntos de estas acciones.
Posteriormente el año 2002 el Juez Sr. Juan Guzmán vino a La Serena y nos interrogaron en Investigaciones de La Serena a mi y a Esteban mi hijo mayor, cuya declaración va adjunta.
El viernes 26 de Abril de 2002 se ordeno la exhumación del cadáver de mi hijo, todo esto fue muy difundido por la prensa local, nacional e internacional. Se adjuntan documento aclaratorios donde indican que los cuerpos presentaban fracturas de costillas y heridas profundas de cráneo, lo que confirmaría lo ya sabido que fueron asesinados por balas militares.
Sus restos fueron llevados nuevamente a Santiago retornando tres meses después,
Y se recordó que en la autopsia fueron obligados a firmar el certificado de defunción, que la causa de muerte era “indeterminada” el año 1977. y ponen lugar de fallecimiento Santiago.
Lo triste en este caso que nunca ha existido la voluntad de llegar a la verdad en este caso y que se hayan creados historias inverosímiles para justificar lo injustificable, posteriormente a esta exhumación, y a la investigación que se realizaba, el máximo tribunal determino que el caso que seguía el Juez Juan Guzmán lo siquiera el Juez Jorge Zepeda quién nunca dilucido absolutamente nada, quedando nuevamente este caso la más completa inmunidad
Nos cuesta pensar que es posible que haya sido por que el Señor Juan Emilio Cheyre Espinoza ocupaba la Comandancia en Jefe del Ejercitó, por ello este alevoso crimen ha pasado a ser uno de los tantos hechos deleznables sin resolver, que se cometieron, pero que en este caso, cobran mayor relevancia por ser dos seres inocentes que nada justificaba la acción realizada, y donde la victima paso a ser la familia por todas las infamias que se cometieron contra ellas.
Quiero manifestar que en el lugar donde se cometió esta ejecución se esta construyendo un espacio de área verde que se llamará “Mirador de Los Angeles en honor a estos menores para, valorar la vida y para que nunca más vuelva a ocurrir atrocidades así en nuestro país y en ninguna parte del mundo.