Páginas: 448
ISBN: 9788466369459
Precio: 9,95€
Me fijé en este libro por su autora, ya que había leído otras dos novelas suyas que me gustaron mucho. Si no fuera por eso, dudo que hubiera acabado leyendo este libro, pues no trata un tema que antes de leer el libro me apasionara y por la reseña que hacen de él tampoco suena muy tentador. Me arrepiento de haber perdido el tiempo con él, pero ya se sabe que cuando un autor te gusta te acercas a toda su obra sin pensarlo y no es raro encontrarte una novela algo más floja que el resto.
Tracy Chevalier y su estilo
Tracy Chevalier es una autora norteamericana de novela histórica. Su obra de más éxito es La joven de la perla (1999), que fue llevada a la gran pantalla. A mí me gustó mucho, pero aún me gustó más La dama y el unicornio (2003), una novela con una historia preciosa y un punto de vista muy original. También ha publicado: El azul de la Virgen (1997), Ángeles fugaces (2001), El maestro de la inocencia (2007) y Las huellas de la vida (2010) A pesar de la decepción que me he llevado con Ángeles fugaces sé que tarde o temprano acabaré leyendo el resto de sus libros.Chevalier tiene una peculiaridad con respecto a otros autores de novela histórica: lo que más destaca de sus obras son los personajes y sus sentimientos, la acción no tanto. Con muchas novelas históricas me he encontrado que no hay mucha profundidad en los personajes y que las relaciones entre ellos son algo secundario. Así pues, cuando me acerco a Chevalier sé que voy a encontrar algo distinto. Por otra parte, las ambientaciones que hace son magníficas: sin necesidad de describir demasiado logra trasladarte al escenario donde tiene lugar cada historia, sea de la época que sea. Entre la ambientación y sus personajes tan bien trazados logra que todas sus novelas tengan un aura especial. Te mantiene en vilo leyendo y puedes seguir perfectamente los cambios emocionales que tienen los protagonistas.
El lenguaje que utiliza es muy simple, y hay tanta narración como diálogo. Se lee con mucha facilidad y rapidez, y si a eso se le añade que los capítulos son cortos, la lectura todavía se ameniza más. Tal vez para alguien que busque libros complicados y llenos de florituras esta autora no sea la mejor elección, pero en mi caso me gusta mucho su estilo y por eso la recomiendo. Tampoco creo que os guste si en una novela preferís la acción por encima de la psicología de los personajes. En fin, avisados estáis.
Ángeles fugaces
Nos encontramos en Inglaterra, cuando acaba de comenzar el siglo XX. Dos niñas, Maude y Lavinia, se conocen en el cementerio el día del funeral en recuerdo de la reina recientemente fallecida y se hacen amigas. Allí, además, conocen a Simon, el hijo de uno de los sepultureros, que también se hará amigo suyo. Al poco tiempo, los padres de una de las niñas se trasladan y Maude y Lavinia acaban siendo vecinas. Su amistad y su fijación por el cementerio las llevará a hacer varias visitas allí.Maude es hija de los Coleman, una familia adinerada de la época. Su madre, Kitty, es una mujer que se encuentra insatisfecha con su vida: la relación con su marido no va bien, descuida a la niña… No empezará a cambiar hasta que conoce a las sufragistas, el grupo de mujeres que defiende su derecho a votar. Lavinia, por su parte, pertenece a la familia Waterhouse, también de buena posición aunque no tanto como los Coleman. Los Waterhouse tienen valores más tradicionales que los Coleman y no ven con buenos ojos la actitud de Kitty.
Van pasando los años, y la amistad entre las dos niñas hará que las dos familias se vean obligadas a llevarse bien a pesar de sus diferencias. En medio de todo esto, la actitud de Kitty Coleman la llevará a unos hechos que cambiarán la vida de las dos familias para siempre.Personajes exquisitos, narradores excepcionales
Esta novela tiene un punto de vista muy original: cada capítulo está narrado por un personaje distinto. Es algo de lo que ya pude disfrutar con La dama y el unicornio, y me parece que está muy bien que la autora explote esta cualidad suya que no todos los escritores tienen. Escribir una novela en tercera persona puede ser fácil, una en primera persona del protagonista también, pero una en primera persona de todos los personajes es más complicado. Chevalier aprueba con nota en este aspecto: sabe enlazar perfectamente la historia a través de cada personaje, se puede seguir sin problemas, no se hace repetitiva y a la vez esta característica nos permite conocer con mayor profundidad a todos los personajes.
- Maude Coleman: es una niña inteligente, tranquila y educada. Es observadora, reflexiona sobre lo que ve y no es nada impulsiva, todo lo contrario que su amiga Lavinia. Por eso (y porque Maude le aguanta muchas cosas), se complementan bien. Cumple bastante bien el prototipo de lo que todos consideran una buena chica, y es un personaje por el que el lector enseguida siente cariño. No es sólo su carácter bondadoso, sino también el hecho de que la niña ha tenido que crecer sin el cariño de su madre, que tenía otras ocupaciones más importantes que su hija, según ella misma dice. Es una niña fuerte y responsable, y a través de las páginas se puede sentir esa fuerza que ha logrado con su sufrimiento en silencio durante tantos años.- Kitty Coleman: es la madre de Maude, una mujer inteligente pero nada familiar. Nunca ha encajado del todo con los Coleman: su relación con su marido no acaba de ir bien, pero es que además con su suegra siempre han sido grandes rivales. Su vida sólo tiene sentido cuando conoce a las sufragistas. A pesar de la importancia que tuvieron estas mujeres en la historia, en esta novela todo lo relacionado con Kitty tiene connotaciones negativas: nunca ha cuidado de su hija, lleva a su marido por donde quiere, etc. Es la perfecta incomprendida de la época, con la diferencia de que no se nos presenta como una víctima, sino como persona una egoísta que sólo piensa en sí misma. Aun así, cuando habla he logrado comprenderla: no todas las personas están hechas para la vida familiar, el problema es que a principios del siglo XX esto no estaba bien visto. Le encuentro cierto aire bohemio al personaje de Kitty: cumple los valores de querer romper con las reglas establecidas y luchar por su cuenta, aunque carece del romanticismo de los artistas de la calle que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en "bohemio".
- Lavinia Waterhouse: es la mejor amiga de Maude, y a la vez es totalmente opuesta a ella. Lavinia es una niña con pocas luces, que ya desde bien pequeña se preocupa más por las apariencias que por los sentimientos de la gente. Desde pequeña destaca por su gran belleza, que complementa con unos vestidos que escoge específicamente para cada ocasión. Puede que algunos de sus actos se puedan justificar por su corta edad, pero aun así es cruel con los demás y sólo se preocupa por sí misma.Me he permitido el lujo de hablar de los principales personajes porque me parecen excepcionales y creo que si alguien me lee es probable que se sienta más atraído por la novela gracias a este comentario que no por lo que se puede decir del argumento en sí. Todos los personajes están muy bien elaborados, su personalidad está bien definida y tienen una evolución lógica, acorde con los acontecimientos. Llegas a visualizarlos y sentirlos tan bien que a la mayoría se les acaba cogiendo cariño. Chevalier siempre me ha parecido buena a la hora de crear personajes, pero me parece que en esta novela se sale aún más en este aspecto. Son personalidades geniales, desde las niñas hasta Kitty, pasando por los personajes más desgraciados.
Ambientación: Inglaterra, principios del siglo XX
Si los personajes son fabulosos, probablemente la ambientación lo es aún más. Tengo que reconocer que antes de leer el libro el contexto de éste no me atraía demasiado: se sitúa en Inglaterra, en los primeros años del siglo XX. Las otras dos novelas que había leído de la autora, La joven de la perla y La dama del unicornio se remontaban a Holanda en el siglo XVII, y a Francia en el XV, respectivamente. En la novela histórica me suelen atraer más las ambientaciones de varios siglos atrás, y este salto de Chevalier a hace apenas cien años no me transmitía mucha confianza. En este aspecto, me he llevado una grata sorpresa.
La ambientación se fija en los cementerios ingleses de principios de siglo XX. Nunca había sentido curiosidad por ellos, pero aquí Chevalier logra transportarte a uno de ellos sin moverte de casa. Las figuras de los ángeles que acompañan algunas tumbas, los sepultureros cavando, las dos niñas cogidas de la mano mirando los ángeles y las lápidas con curiosidad, el tiempo siempre frío, esa aura de tristeza, la sensación de que algún día acabarán allí… La autora no dedica parrafadas a describir el cementerio, y ese es uno de los puntos positivos de su estilo: te sitúa en el lugar de forma muy amena. Con sus otros libros también lo conseguía, pero en este ocasión le atribuyo un mérito mayor porque este contexto me atraía menos y aun así me he sentido como si estuviera allí y fuera una más de cada familia.También merece una mención el hecho de que toque el tema de las sufragistas: la forma de vida de estas mujeres, sus manifestaciones, cómo eran vistas por la sociedad, etc. Creo que es un tema del que nunca había leído nada, y aunque sigue sin despertarme especial curiosidad me ha resultado interesante conocer algo de él mediante esta lectura. Al igual que ocurre con los cementerios, todo lo que se sabe sobre ellas es gracias a los personajes y sus acciones: con Chevalier nunca os encontraréis páginas y páginas dedicadas a hacer una descripción fría y aburrida.
Su único y gran fallo
Hasta aquí, cualquiera podría creer que la novela me ha encantado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: le doy un aprobado justito. Sigo pensando que los personajes, el punto de vista y la recreación histórica son excepcionales, pero… ¿No os parece que me olvido de algo?Sí, en efecto: la historia, el argumento, contenido o cómo lo queráis llamar. He intentado comentaros algo en el apartado de Ángeles fugaces, como hago siempre, pero si no he podido decir más y dejaros con la intriga sobre lo que sucederá es porque realmente la acción en esta novela es nula, no tiene una historia que contar. En este libro encontramos un paisaje y unos personajes que conviven entre ellos, pero falta el qué: no se cuenta ninguna historia, o lo que se cuenta es tan pobre que no merecía la pena escribir un libro para contarlo. Es algo así como una película con una historia de lo más sencilla pero que está hecha con los mejores efectos especiales y tiene como protagonistas a los mejores actores del momento. El espectador puede apreciar la calidad de las interpretaciones y del decorado, pero si la historia no da más, no da más. Y eso es exactamente lo que he sentido con Ángeles fugaces.
Desde el principio noté que algo fallaba. Con las otras novelas de la autora me había enganchado a la historia desde la primera página; no contaban asesinatos ni hechos con muchísima acción, pero sí que había una historia o más que despertaban mi interés por seguir leyendo. Aquí, no: es leer por leer, no sabes adónde vas, y a medida que avanzas te das cuenta que no vas a ninguna parte porque no hay una historia consistente. Sí, Kitty hace algunas cosas, Lavinia y Maude van al cementerio… Pero ya está, son hechos pequeños que en cualquier otra novela se verían como secundarios y sin importancia. Le falta un objetivo: con toda novela tienes que sentir que vas a alguna parte, y con esta no lo he sentido. Como consecuencia, y a pesar de lo sencillo que es el lenguaje, cuesta cogerle el ritmo y no es difícil de dejar (lo he terminado más que nada por voluntad, pero mis impresiones al terminarlo son las mismas que cuando iba por la mitad).Nada más empezar también eché de menos algo que sus otras novelas sí tienen: el arte. En La joven de la perla se pinta un cuadro, y en La dama y el unicornio se hacen unos tapices. Alrededor de ese cuadro y esos tapices había unos personajes y varias historias que giraban en torno a ellos; ese componente artístico hacía que la novela ganara en interés. Aquí, de arte, poquito. Se habla de las esculturas del cementerio y de ahí viene el título, pero no se narra nada referente a su producción ni cosas parecidas. No digo que sea imprescindible que en todas sus novelas incluya un componente artístico, pero si éstos hacen que la imaginación de la autora brille más, tal vez sería mejor que fuera sobre seguro y no intentara experimentar con otra cosa.
En conclusión, sólo puedo recomendar el libro si os gustan las novelas con personajes excepcionales y os llama la atención el tema de los cementerios ingleses de principios del siglo XX. Eso sí, no os tiene que importar que no haya acción. Si cumplís estos requisitos, es muy probable que la novela os guste. A los demás, os recomiendo encarecidamente La dama y el unicornio y La joven de la perla, otras dos novelas de la autora que me encantaron (esta vez sin 'peros').Mi valoración: 5/10