Viernes 10 de diciembre, 20:00 horas. Concierto de Abono nº 3, OSPA. Adolfo Gutiérrez Arenas (violonchelo), Anu Tali (directora). "75º aniversario de Arvo Pärt". Obras de Elgar y Pärt.
Volvía por segunda vez la guapa directora estonia para seguir buscando el flechazo aunque afrontando un concierto un tanto complejo por las obras elegidas, tras la conferencia previa de Israel López Estelche precisamente sobre la obra del paisano de la Sra. Tali recordando el cumpleaños de los tres cuartos de siglo, y habiendo declinado la invitación de estar entre nosotros, en parte por su edad avanzada y para alivio de la maestra por lo que supondría preparar una obra con el compositor al lado que siempre hace cambios de última hora sobre la partitura (y de lo que los músicos de la OSPA tienen experiencia en carne propia con Penderecki).
El concierto lo abría el cellista astur-leonés Adolfo Gutiérrez Arenas al que "nacieron" en Munich (cuando su padre el organista Adolfo G. Viejo completaba su formación en tierras alemanas) con una obra que domina y tocase el pasado mayo nada menos que con la London Symphony Orchestra dirigida por nuestro paisano Pablo González: el Concierto para violonchelo en Mi m., Op. 85 (1919), de Elgar, estrenado por Felix Salmond y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por el propio compositor, con la curiosidad de contar con Sir John Barbirolli de cellista en la formación, quien años más tarde lo grabaría dirigiendo a Jacqueline du Pré en una versión histórica (anécdota que se recoge en las notas al programa del conferenciante de este viernes). La maestra estonia ya demostró la semana anterior sus dotes como buena concertadora con Bártok, y en el complejo concierto de Elgar volvió a confirmarlo, llevando a nuestra orquesta con gesto amplios y claros, con "menos batuta y más manos" ante los tiempos lentos y melancólicos que Adolfo G. Arenas encumbró con una sonoridad realmente increíble y por momentos llorosa en los glissandi. "Hay música en el aire, música alrededor nuestro, el mundo está lleno de ella y simplemente tomas la que necesitas" decía el propio Elgar. La amplia dinámica y cambios de compás del Adagio-moderato-lento resultó muy apropiada, destacando no ya la cuerda (increíble casi siempre) de la OSPA sino una madera perfectamente empasatada con el chelo unificador conseguido por todos ellos. Contrastado Lento-allegro molto con el solista tocando en el registro alto nuevamente melancólico pero potente de sonoridad, sobre todo en el final de este segundo movimiento. El Adagio se hizo duro por ese ambiente acongojante que sobrevuela en toda la obra (angustia, desesperación, desilusión tras el fin de la Gran Guerra y mirada introspectiva a la muerte y la mortalidad), con las trompas y la madera contenidas desde el podio para subrayar una sonoridad aún más sombría frente a un chelo plenamente dulce que supo fundirse nuevamente con el tutti. El Allegro moderato-allegro ma non tropo desplegó la parte más virtuosa del solista no exenta por ello del lirismo del anterior movimiento con el vigor final que nos dejó esa sensación de último suspiro antes del descanso, en el amplio sentido de la palabra, de este "concierto del dolor".
La propina no podía ser otra que Bach y la Zarabanda de la Suite nº 5, siempre una delicia para el oído en una interpretación "contagiada" por la angustia que aún mascábamos del excelente Elgar. Un buen broche para este gran año de cellistas en Asturias, precisamente con uno "de la tierra". Lástima el "acompañamiento" de toses y portazos más el murmullo de fondo de los pasillos (se celebraba a la misma hora en la Sala de Cámara el Pregón de Navidad y Concierto del Joven Coro de la Fundación Príncipe de Asturias que dirige mi amigo José Ángel Émbil Miranda, que se hizo más ostensible al finalizar la segunda parte en pleno ppp orquestal. La mala educación aumenta peligrosamente...
La segunda parte nos trajo el estreno en España de la Sinfonía nº 4 "Los Ángeles" (2008) de Arvo Pärt (Paide, 11 de septiembre de 1935), bien desgranada en la conferencia y notas al programa por el compositor Israel L. Estelche que deberían ser "obligadas" antes de la escucha de obras tan complejas como la disfrutada por servidor y algunos más este "primer viernes después de Jacobs", llena de sutilezas que van más allá de lo meramente acústico.
La directora y compatriota del compositor domina las obras del siglo XX y esta sinfonía la dirigió el pasado septiembre a la Gothemburg Symphony (de la que es titular Dudamel junto a la de Los Ángeles donde relevó a Esa-Peka Salonen quien estrenó precisamente esta obra como si cerrásemos el círculo místico), por lo que supo sacar de la cuerda, arpa y percusión utilizadas en la orquestación lo mejor de ellas, con una tensión permanente donde el silencio forman parte importantísima de esta sinfonía dedicada tal vez a unos ángeles negros, demonios cual ángeles caídos que remontan el vuelo desde una "escritura vocal" tan propia de Pärt y deudora de la música medieval, renacentista o barroca (siempre con "nuestro Bach" presente) tamizada por una religiosidad espiritual, oriental y zen de vacíos perfilados a la vez que occidental y minimalista sin llegar a romper moldes como otros contemporáneos suyos.
En la crítica de la grabación de esta sinfonía que hace Juan Carlos Moreno en el último Scherzo, la titula "Misteriosa e hipnótica" y así resultó toda la interpretación magistralmente llevada por la directora estonia, respirando esa atmósfera irreal, extraña y como ajena al mundo. Momentos de rebelión y final sin apoteósis, dudoso cual gigantesca interrogante que quedó flotando ¡como un ángel!.
La respuesta está en nosotros, en cada uno de los que escuchamos esta obra hermosa e inquietante. Mis tan leídos críticos de juventud "Contrapunto" (LVA) y "Florestán" (LNE) tal vez escribirían sobre la necesidad de una segunda escucha para formarse mejor opinión. Internet con YouTube® nos permite disfrutarlas casi desde el día del estreno o incrustarlas en este comentario. Pero el directo, con nuestra OSPA y Anu Talli han sido irrepetibles. Al menos Radio Clásica lo grabó (de nuevo coincidencias angelicales: a la misma hora emitían el último de febrero) para repetir.