Cuando nació mi bebito, tenía dos manchas rojizas. Una de ellas en la nunca, era una mancha dispersa, como varios puntitos, unos más grandes que otros, de color rojizo-rosado. La otra mancha estaba en el mentón, hacia un lado y era más pequeña, aunque del mismo color, parecía enteramente un arañazo o picotazo hecho por el mismo con sus uñitas.
Estas manchas fueron una de las primeras cosas que le consulté a la pediatra porque pensaba que eran manchas de nacimiento y se quedaría con ellas para siempre. Pero no, me dijo que eran angiomas planos y que eran muy frecuentes en los recién nacidos, que con el tiempo se iban difuminando.
También se llaman manchas salmón, picotazo de la cigüeña, beso del ángel, etc. Son manchas planas, lisas, de color rosa o rojo pálido y que aparecen, sobre todo, en la nuca, párpados y frente. El 99% de los localizados en la cara desaparecen en el primer año de vida. Los de la nuca persisten de por vida en el 5% de los casos, pero se notan poco por el cabello que los recubre. Esto de la nunca es interesante porque yo tengo una mancha color salmón que me descubrí hace ya muchos años y ahí sigue, supongo que siempre he tenido ahí un angioma y nunca me había dado cuenta, ¡hasta ahora!. Ah, y no sé si recordareis que la infanta Leonor tenía una manchita debajo de la nariz que también era un angioma.
Creo que el "truco" para saber si se trata de un angioma plano o es otra cosa es presionar la mancha. Como el angioma son vasos capilares dilatados y congestionados, si presionamos con el dedo la mancha desaparece por unos segundos. Eso pasaba, exactamente, con las manchas de mi hijo.
A día de hoy el angioma de la nuca, que era el más extenso, ya ha desaparecido. Y el de la barbilla es ya apenas imperceptible, además de que se ha reducido bastante de tamaño.
Como le dije aquel día a la pediatra: "¡nunca te acostarás sin saber algo nuevo!".