Hoy salimos desde Namibe con dos coches 4x4 después de contactar anoche con Bituca, el guía de la agencia de viajes Dunas Mar Safari.
Venía acompañado de uno de sus hijos, Jose. Montamos 3 en cada coche y salimos de la ciudad de Namibe. Vimos el efificio del Cine Central que tenía forma de platillo volante y que actualmente había dejado de funcionar.
Al cabo de unos 90 km entrando en zona desértica pudimos observar la gigantesca flor del desierto, la Welwitschia Mirabilis. Localizada cerca de la costa, estaba bastante seca debido a la escasez de agua en la zona.
Proseguimos la ruta y nos paramos en la Igreja de Nostra Senhora dos Navegantes. Era un itsmo donde se homenajea a los pescadores mediante una escultura de cemento y en donde me encontré con dos chavales sentados.
Eran hermanos gemelos y me comentaron que estaban esperando que llegara algún turista para darles una vuelta por la zona.
"Aunque aún no es época de turismo" nos dijo Bituca, "en dos semanas ya empieza la temporada alta y lo tengo todo lleno". Había una bonita bahía con alguna barca pescando a lo lejos.
Continuando la excursión llegamos al Parque Nacional Iona que empezaba en la costa y continuaba durante cientos de kilómetros hacia el interior. Bituca nos comentó que se necesitaban cinco horas de ida y cinco de vuelta para hacerlo todo.
Bajamos del coche y nos inscribimos en un papel indicando nuestros datos pagando 8000 kwanzas por la tasa de entrada.
Seguimos en paralelo a la playa donde vimos aves que revoloteaban en la orilla.
Entramos en una zona protegida y en la arena pudimos ver cáscaras del cuerpo de calamar.
Más allá vimos una duna gigante con una gran mancha negra y detrás encontramos una laguna con más aves.
Era un paraíso para los animales.
En la orilla vimos un león marino que se asustó al vernos y salió corriendo hacia al agua.
Subimos las dunas con el coche y bajamos entre un vaivén de movimientos. Fue una jornada magnífica disfrutando de la naturaleza.