Nos encontrábamos en Soyo, en la provincia de Zaire en Angola. Una mañana salimos hacia el Posto Fiscal Fluvial de Manuel Antonio donde el día anterior habíamos contratado un cayuco para navegar unas horas por las aguas del río Congo.
Santos era el barquero con el que habíamos acordado el precio y nos estaba esperando junto a la barca. Nos pidieron los pasaportes y una vez listos y colocados los chalecos, a los diez minutos de trayecto paramos para enseñar nuestros pasaportes de nuevo en un puesto de control.
Continuamos recorriendo la desembocadura del río que tenía unos 20km de ancho. Al otro lado se extendía la República del Congo e íbamos en dirección a Ponta do Padrao y tanto en el control como al otro lado fronterizo estaba terminantemente prohibido hacer fotos.
Uno de los compañeros le dijo a Santos que fuera más hacia allá, éste le respondió que había unos límites que no se podían saltar ya que había hombres de la guerrilla del país colindante con fusiles y que nos podían fácilmente disparar. Así que no insistimos.
Cruzamos el río al límite y cada dos por tres Santos explicaba a los polícías que éramos turistas allá por donde pasábamos, pues muy pocos llegaban hasta aquí.
Navegamos donde se unía el río con las aguas del Océano Atlántico y notamos que las corrientes eran más fuertes pues el cayuco empezaba a moverse con ganas y nos mojamos bastante.
Una vez llegamos a Ponta do Padrao, desembarcamos y nos recibió un militar dándonos la bienvenida. Allí vivían 8 personas, militares que durante la semana controlaban la zona y que volvían el fin de semana a sus casas haciendo turnos con otros compañeros.
Nos acompañaron hasta el lugar histórico donde llegó el explorador Diego Ciao, el primero que exploró la zona, antes de Cristóbal Colón. Sólo se mantenían en el lugar las gruesas cadenas de hacía 500 años. En el interior lucía la cruz conmemorativa de la llegada del portugués.
Nos enseñaron un paisaje natural de playa salvaje donde los mismos militares y voluntarios se cuidaban de proteger a las tortugas.
La Fundaçao Kissama tomaba parte y estaba dirigida por el Ministerio do Ambiente.
En la Península de Sereia, donde nos encontrábamos, entre los meses de septiembre y noviembre venían las tortugas a desovar a la hermosa playa y parte de ella se encontraba acordonada para proteger los huevos. En Angola existen cinco de las siete especies que hay en el mundo y a lo largo de toda la costa hay varios puntos de protección.Adoptar tortugas marinas es una manera de contribuir a preservarlas y de esta forma aumenta el número de nacimientos. Projecto Kitabanga tiene una página web para obtener más información sobre las tortugas.
Continuamos nuestra navegación para llegar hasta los meandros de los manglares del delta. Aquí el río se estrechaba y podíamos apreciar mejor a los pescadores como lanzaban sus redes para ganarse el sustento del día.
Hombres que iban con sus hijos para obtener ayuda y varias barcas que pasaban con lanchas rápidas y que nos saludaban al pasar.
Los manglares con sus raíces salían a la superficie. Se veía y oía también algún que otro mono y alguna ave entre los árboles. Fuimos ya volviendo hacia el puerto y observamos que había un gran trasiego de barcas. Bajamos pagando a nuestro barquero los 20000 kwanzas (unos 18 eu) por el trayecto y nos fuimos a comer al buffet del hotel Nempanzu.