Revista Opinión

Anguita redivivo

Publicado el 11 febrero 2013 por Romanas
- Anguita redivivo Anguita redivivo  El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.  "Anguita defiende la pinza de IU con el PP y enciende el ventilador contra el PSOE, a propósito de los acuerdos de IU y el PP en Extremadura.  El antiguo dirigente comunista ha defendido esos acuerdos y ha pedido a los dirigentes de IU que dejen “libres” a los “compañeros de Extremadura” antes de recuperar su viejo leit-motiv de “programa, programa, programa” a la hora de defender los acuerdos. Aunque no ha explicado si cree que los programas de IU están más cerca del PP que del PSOE, sí  ha aclarado que, en su opinión, “hay que ser laicos en política”. Con esto, ha aclarado, pide que IU rompa su “dependencia del que dirán…, ya está bien de complejos”.  La pinza, un invento de los medios A la vista de los datos, Anguita no ve, o no quiere ver esta alianza contra natura entre la izquierda y la derecha. No es la primera vez. Todavía se resiste a reconocer la pinza que negoció con Aznar y Pedro J. en los años noventa para acabar con el Gobierno de Felipe González. Así, en su libro El tiempo y la memoria (de la editorial de El Mundo, La Esfera de los Libros, por cierto), asegura que nunca existió y que fue un montaje de los medios.  Sí cenó con Pedro J. y Aznar Sí reconoce en su libro, sin embargo, la famosa cena con Aznar con Pedro J. como anfitrión: “Tengo que decir, en lo referente al ágape, que fue cierto (¿y qué?). Las opiniones de Pedro J. estaban en línea con los contenidos de la carta de Aznar pidiendo nuestro apoyo para la moción. Su diario nos daba algún respiro que aprovechábamos. Pero ni yo conseguí modificar la línea de El Mundo, ni él tampoco introdujo ni siquiera ligeros cambios en la línea política de IU”. (elplural.com).  Ya he dicho algunas veces que, en su faceta más excelsa, la política es el arte de lo posible.  Es, desde luego, un arte, pero no permite, crear, sacar, obtener algo de la nada, quiero decir que para lograr lo que uno se propone en política hay que actuar progresiva, paulatinamente, que no se puede ir a saltos.  Y, desde luego, lo que de ninguna manera puede hacerse es favorecer el nacimiento y triunfo DEFINITIVO de uno de nuestros enemigos esenciales.  También he dicho ya por aquí varias veces, que el devenir histórico es una lucha de 2 fundamentales principios, el ying y el yang, el bien y el mal, Dios y el Diablo, y en el combate que emprendamos contra el Enemigo debemos de ser extraordinariamente cautelosos no sea que, por combatir ese mal relativo que tanto nos estorba ahora, encumbremos de una manera absolutamente definitiva el mal absoluto.  Y todo esto es a propósito de Anguita.  Anguita es español, yo, también.  Anguita se siente un animal político, según la acertada definición de Aristóteles, yo, también.  Anguita es comunista, yo, también.  Anguita traicionó a los intereses generales de la izquierda, yo, no, no lo haré nunca por mucho que en un momento como éste, me apetezca hacerlo.  Decía hace un momento dos cosas, que la vida es una lucha eterna, inacabable, entre el bien y el mal, y que la política es el arte de lo posible, la pregunta que se deriva de estos 2 postulados o premisas es: ¿cómo debemos los españoles actuar en este momento?  Lo más importante que yo aprendí de mi maestro moderno, Michel Foucault, es que lo que hay que hacer siempre, en cada momento histórico, es atacar a muerte a quien ostenta el poder, pero que no hay que hacerlo a ciegas, como embisten los toros, porque el hombre es un animal dotado de inteligencia.   Y todavía hay en política una regla más sagrada aún: hay que calibrar muy bien lo que se hace no sea que, por librarnos de un poder limitado, beneficiemos definitivamente al PODER, al poder absoluto. Volviendo a Anguita, que es mi tema de hoy, uno no puede dejarse llevar por una pasión cegadora como es el odio. El canallesco González había hecho todo lo posible y más para humillar a Anguita y éste es un buen tipo pero no era un santo, ahora, ya, con todo lo que ha ocurrido desde entonces, no sé si lo es.  González, con una crueldad increíble, había hecho todo lo que estaba en su mano, que era mucho, porque él era ni más ni menos que el presidente del Gobierno, por humillar a Anguita, todo, absolutamente todo, desprecios ostensibles no sólo como político sino como persona, llegando incluso hasta el insulto, solapado pero absolutamente evidente, eso duele mucho, todo lo que puede doler, pero un político no está ahí, donde se lucha a muerte por conseguir el bienestar de los pueblos, para dejarse llevar por sus sentimientos incluso si el que le impulsa es quizá  el más poderoso, el odio, un político está ahí para luchar con todas sus fuerzas por el bienestar general y no puede dejarse llevar por una pasión ciega, que barre con todo atisbo de razonamiento. González era entonces un tipo cegado por la soberbia que llegó a decir aquello de que es posible morir de éxito, pero al otro lado, combatiéndole a muerte, se hallaba el representante de todo el mal que existe en el mundo, la derecha, coño, la ultraderecha.  Y Anguita apostó por favorecer a esto último. Hizo todo lo posible para que Aznar derrotara a González, sentando definitivamente las bases para que éste inaugurara una tendencia que ha ido creciendo hasta este horror que ahora tanto nos aflige, de manera que, según mi idea de la culpabilidad, de la responsabilidad, Anguita se hizo no sólo cómplice sino coautor de todos estos crímenes que ahora han caído sobre este pueblo tantas veces mártir.  Y es que, en política, no se puede actuar bajo el impulso de las malas pasiones porque entonces todos los males del mundo caen sobre nosotros y lo peor es que nos lo hemos merecido con nuestra canallesca conducta.  A la derecha no hay que darle NUNCA no ya agua sino ni siquiera aire.  Ojalá hayamos aprendido la lección y no volvamos a cometer este mismo pecado que, en realidad, es un auténtico crimen.


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