Revista Cultura y Ocio

Aníbal: El mayor enemigo de la Roma

Por Joaquintoledo

Haciendo un uso extraordinario de su astucia pese a su juventud, Aníbal se anticipó  a los romanos. Sabía que su flota era inferior, por tanto envió a algunos experimentados soldados a defender Cartago, dejó algunos más, en especial libios  en la misma España  para cuidar las posesiones. Con las  mejores tropas que le quedaban  algunos aliados ibéricos, jinetes y elefantes, marchó a derrotar a Roma en su misma tierra. Se cree que al menos llevó 90 mil infantes y 12 mil caballeros. Sin embargo, sus fuerzas se verían reducidas al 50% durante el viaje. Con él marchaban además los citados elefantes, en un inicio 37 y que al final de la marcha sólo permanecería vivo uno en el que iba montado Aníbal. ¿Por qué resultó tan penosa una marcha por tierra? Por la sencilla razón de que durante todo el camino los celtas no dejaron de atacarlo, al menos hasta que Aníbal, harto de su insolencia les propuso una paliza que los convertiría en sus aliados.

Pero lo que también le causó muchas bajas fue una de las más grandes proezas militares del mundo antiguo: el cruce de los Alpes. Una de las batalla iniciales fue la de Ticino, donde los romanos son derrotados. Luego vino la de Trebia con análogos resultados.  Aníbal decidió descansar el resto del invierno y marchó a Bolonia. La siguiente batalla fue la del Lago Trasimeno, dejando prácticamente indefensa la ciudad Eterna. Parecía una victoria definitiva, pero faltaba mucho aún por hacer.

Su mayor error fue no tomar Roma cuando tuvo la oportunidad, quizá por el miedo de encontrarla bien defendida y porque Aníbal tenía deseos de pactar la paz con los itálicos, no llevarlos a su ocaso final. La evadió y se dedicó a dar vueltas por la región devastándola o refugiándose en posiciones cómodas. Aún faltaba lo mejor, el peor enfrentamiento en la historia republicana de Roma: la batalla de Cannas librada el 2 de agosto del año 216 a.n.e., en la cual prácticamente los 100 mil soldados de Roma reunidos con tanto esfuerzo son aniquilados por Aníbal. La misma se libró al sur de Italia. Consecuencia de esto, se hizo con Capua, la segunda ciudad después de Roma misma y de haber recibido los refuerzos de una indiferente y confiada Cartago, probablemente, habría sido otra la historia.   Al parecer,  Macedonia y la Magna Grecia tenían intenciones de aliarse con él. Pero hasta el momento sólo obtenía victorias pírricas y para colmo no sabía aprovecharlas. Además,  en su propia tierra, Cartago, nadie lo ayudaba considerablemente, y ya que él había decidido hacer la guerra, ahora debía atenerse a las consecuencias.

Como el general no se animaba a tomar Roma, las legiones decidieron enfrentarlo en batalla. Poco antes de esto los cartagineses toman Sicilia, y Roma va quedando aislada. Por si fuera poco, los griegos se pliegan a la unión contra Italia, algo que quedó en el mero formalismo.

Justo cuando Roma parecía perdida para siempre, Marco Claudio Marcelo reconquista Siracusa y Capua, aprovechando que los suministros de Aníbal eran precarios, por lo cual, sus intentos de recuperar dichas urbes fueron vanos; lo que es más,  en Sicilia las fuerzas cartaginesas fueron aniquiladas. Con esto, se neutralizó a los helenos quienes desistieron en su idea de socorrer a Cartago para siempre. Empero, Aníbal aún era demasiado fuerte  y logra reunificar a sus cansadas tropas, aunque no cambió mucho la situación, pues en un par de meses Sicilia estaba otra vez en poder romano. Al igual que Italia del sur. Aníbal se daba cuenta que su mejor oportunidad se había ido hacía mucho, empero aún guardaba esperanzas, mejor dicho la última, pues su hermano Asdrúbal Barca tenía fuerzas considerables con las cuales llegar y caer sobre Roma.

En España, hasta el momento, lo único que habían conseguido tomar los romanos fue Sagunto, hasta que en el año 209 a.n.e., Publio Cornelio Escipión conquistó Cartagena; justo cuando Asdrúbal también abandonaba la península ibérica para reunirse con Aníbal. De poder encontrarse ambos ejércitos de cartagineses, Roma ya podía ir efectuando sus últimas plegarias. No obstante, jamás se reunirían dichos ejércitos con Aníbal, pues Asdrúbal fue derrotado en la batalla de Metauro del año 207 a.n.e., e inclusive se dice que los romanos arrojaron al propio caudillo la cabeza de su hermano fallecido. ¡Ya se presentía el futuro de Cartago! Un año después, Sicilia e Hispania estaban totalmente aseguradas para Roma y Aníbal se refugia en Bruttium; de momento tampoco nadie se atrevió a enfrentarlo. Por ende,  los romanos trasladaron la guerra a la misma África, por lo que  un desesperado Aníbal se ve obligado a regresar, a pesar de la indiferencia que su propia patria había mostrado antes y que ahora les había costado la guerra fue recibido con entusiasmo y esperanza. Se reunió con Escipión, pero pese a todo, las negociaciones no prosperaron debido a las exigentes peticiones romanas, incluido el hecho de pagar una fuerte indemnización. Así surgió la batalla de Zama  que fue el equivalente a Cannas, pero para los cartagineses. Ese fue el ocaso de Aníbal, pues perdió cerca de 40 mil soldados. Se le mantuvo con vida y se respetó la ciudad, empero Cartago debía pagar un tributo de unos 50 años, y desligarse de sus fuerzas navales y terrestres.

Aníbal después de Zama

Luego de eso nuestro caudillo no se dejó llevar por la depresión ni los recuerdos       y así decidió entrometerse en la política para pagar la deuda con Roma. Los Bárcidas, su familia, fueron los favoritos y se impusieron a la oligarquía, que de pronto se vio exenta de sus tierras y del tesoro, lo que es más,  Aníbal les impuso un impuesto para que paguen la indemnización de guerra con su propio dinero. Eso fue la gota que derramó el vaso, pues imitando la misma actitud hacia él durante la guerra, dichos oligarcas lo traicionaron estableciendo contacto con Roma informando que Aníbal tenía relaciones con el rey Antíoco III para así marchar contra Italia. Ante esto,  Aníbal termina por decepcionarse con su país al que había querido dar tanto recibiendo a cambio traición. Anduvo un tiempo con  Antíoco III e inclusive accedió a marchar a la guerra contra Roma y dirigió parte de la flota fenicia contra Roma. Lamentablemente,  su mayor experiencia se hallaba en tierra, y perdió la batalla, teniendo que huir del país nuevamente. De ahí en más su paradero es muy confuso, se cree que tal vez recorrió múltiples reinos de Asia Menor hasta que llegó donde Prusias I de Bitinia, quien estaba en guerra contra Pérgamo, vasalla de Roma.

Allí la gloria de Aníbal parecía renacer. Rechazó a los enemigos de Prusias al mismo tiempo que corría un rumor acerca de este hombre bárbaro que liberaría a los helenos y macedonios del yugo romano, lo cual le daba carácter mesiánico, y por supuesto, llegó a los oídos de Roma, quienes exigieron a Prusias la entrega inmediata de Aníbal. Finalmente, harto de que la sombra de la Ciudad Eterna no lo deje vivir en paz, decide suicidarse poco antes de ser entregado al embajador romano, con un veneno que llevaba en su anillo. Con él, desaparecía, tal vez, el mayor enemigo de la República romana en el año 183 a.n.e.


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