Revista Cultura y Ocio
Bodega Escorihuela; Tikal – Ernesto Catena; Animal, Malbec 2008; 13,7% Grad Alc; Godoy Cruz, Mendoza, Argentina.
Es difícil que un vino producido por Ernesto Catena no guste, y, aunque este Animal (¡vaya nombrecito!) no entusiasmó como los de la línea Alma Negra, está lejos de ser desagradable. Quizá el tema del precio, esa relación costo/beneficio (como se suele decir por aquí) o relación precio/calidad tenga que ver con que al final el disfrute no haya sido total. Y es que el vino en mención cuesta menos que un "Alma Negra", pero no obtienes lo que aquel te ofrece: goce. Por ejemplo, con un "Álamos" ese goce está presente al final, no sólo porque es un buen vino sino también porque cuesta mucho menos que este “Animal”. Las tres marcas mencionadas hasta aquí (Álamos, Animal, Alma Negra) tienen el sello del mismo productor.
Este es un vino que proviene de viñedos orgánicos, o sea que no hubo un proceso químico o sintético durante su elaboración, tierras que no son tratadas con herbicidas o insecticidas químicos. En viñedos ecológicos se opta, por ejemplo (y no necesariamente en los viñedos de esta casa), el uso de avispas para combatir las arañas que perforan las uvas, entre otros ingeniosos métodos. Es una ardua tarea ya que las diversas cepas pueden adquirir fácilmente una enfermedad que malogre la cosecha.
Este es un varietal (o sea una sola uva), pero un blend de terroirs. Las uvas provienen de cuatro diferentes viñedos: Agrelo, Tupungato, La Consulta y Altamira. Estuvieron 10 meses en barriles de roble, 50% francés y 50% americano.
Al vino: de un tenue violeta, no denota corpulencia, sus lágrimas también son tenues. Inicialmente su olor a frutas no es tan persistente, luego de mover la copa no hay esa explosión de aromas que esperaba en un malbec, ciruelas negras y no más. Ya al beberlo, es muy equilibrado, su acidez es casi imperceptible, en el retrogusto hay una rica sensación como a humo, a chocolate, un agradable amargor, pero esa agradable sensación no es duradera. No es alcohólico, a pesar de sus casi 14%, pero no hay esa sensación de sequedad, astringencia, es … suave. Se podría decir que es elegante, sí, pero a nosotros nos pareció que le faltó persistencia, personalidad, aún más con el nombre con que fue bautizado; quizá al ver la palabra “Animal” en medio de toda esa vegetación en el diseño de la etiqueta (horrible diseño, por cierto) esperábamos más robustez, algo más rústico, pero no, un vino elegante, con ese nombre, no encuadra. Quizá si le ponían otro nombre no me hacía esa idea. Ya no voy con el mismo concepto formado ante el “Brutalis” portugués, por ejemplo.
Pero sobre todo, esa mala relación precio/calidad es la que pesa al final para hacerse nuevamente de una botella de esta línea. Sin ser un mal vino, hay mejores opciones en ese rango de precio.