For everything there’s a next time; and I always want more than I had the time before.
– Sherihan Gamal
Perfecto, seamos unos insatisfechos, unos putos insatisfechos. Porque mira, eso de ser feliz es muy mainstream y ya está pasado de moda. ¿Para qué disfrutar de la vida si podemos hacer algo mucho mejor? Quejarnos de todo, eso siempre, que no falte. Seamos unos insatisfechos, que no nos valga lo que ya tenemos, no podemos conformarnos con “solo” eso. Si es que no estamos contentos si cada día no es una aventura, lleno de cosas nuevas, de algo interesante que contar. Todos los días deberían ser divertidos, pero ojo, cada vez más, que ese nivel de diversión no disminuya nunca, porque entonces ya no sonreiremos como antes. Queremos conocer a gente increíble cada día, probar manjares exquisitos, tener suerte, comprar algo nuevo, visitar lugares maravillosos… Pero basta. No podemos exigirle eso al día a día. A parte de imposible, no es bueno para nosotros, ni para nuestra salud ni para nuestro cuerpo ni nuestra mente.
Fotografía de Tania Innocenti
Somos unos inconformistas, pero no en el buen sentido de la palabra. No somos esa clase de inconformista que se esfuerza a todas horas y que mejora poco a poco para conseguir sus objetivos y paso a paso alcanzar una nueva meta. Esos que luchan sin descanso y al final consiguen dominar una lengua a la perfección, o ahorrar lo suficiente como para viajar a México, o entrar en la empresa de sus sueños, o llegar a hacer una maratón.
No. Nosotros somos esa clase de inconformistas cansados de la vida, de los que nunca estarán contentos. Siempre nos será más fácil ver el lado negativo de las cosas. Ver la oportunidad que hemos perdido o ver cómo pasa la vida ante nuestros ojos, sin mover un dedo. Pero no, mi vida no está pasando, yo estoy corriendo a su ritmo, un poquito por delante si me apuras, pero voy tan rápido que no estoy apreciando nada. Y solo quiero más y más. Y cuanto más tengo, peor. Quiero todavía más amigos, más fiesta, más popularidad, más cosas que contar, más novedades, más extravagancias, más anécdotas, más fotos, más recuerdos, más excitación, más placer, más ganas, más vibraciones, más exaltación, más ánimo, más pálpito, más curiosidad, más euforia, más cultura, más miradas, más conocimiento, más sonrisas, más caricias, más risas, más gente, más ruido, más música, más, más, más. La palabra de moda.
Pero ahora mismo solo quiero más alcohol, en serio, quiero emborracharme y dejar de ver y de sentir, de padecer, no quiero enterarme de nada, ni llorar, ni oír, ni oler, ni tocar, solo quiero que al mirarme al espejo deje de ver esos ojos caídos y esa sonrisa triste de medio lado.
Aunque, ahora que lo pienso, lo malo es que este texto me ha dejado insatisfecha.
25/10/2015
Fotografía de Janine Mizera