[Animaníacos] Turbo colores, películas vacías.
Almudena J.Virosta 23 octubre, 2013 0
Atención Spoilers: Turbo y Aviones.
El cine de animación, sobre todo si se acompaña del apellido Disney detrás, suele estar en boca de muchos cuando se habla del lavado de cerebro infantil. Diversas técnicas conductistas, basadas en el estímulo-respuesta, y por tanto el premio-castigo, son fácilmente constatables en este tipo de programación. Aunque en mi opinión, Supernanny puede hacer más daño en este sentido que una película Disney. Pero quizá, tristemente, sea más un intento de venta directa al niño que una enseñanza en sí, pues somos los adultos los que decidimos que tal película es o no es para un público infantil, incluso el mero hecho de estar en dibujos animados nos lleva a esta resolución. De un modo u otro, entre consumidores y creadores estamos menospreciando al niño en su inteligencia.
El pasado 18 de Octubre se estrenó Turbo, la nueva aventura de animación de Dreamworks. Turbo es la historia de un caracol algo lunático, no muy bien mirado en su comunidad, como siempre ocurre en estas historias. En un accidente un líquido de uno de los coches involucrados cae sobre el caracol generando en él una súper velocidad, creando algo así como al Flash de los caracoles. Es entonces que conoce a un grupo de caracoles tuneados que al final de la historia le hará sentirse desgraciado, por lo que antepondrá a sus amigos de toda la vida, triunfando así la amistad y el amor sobre la arrogancia y todo lo malo.
¿No os recuerda a algo?
En 2006, el gran Lasseter (Toy Story; Bichos) nos trajo la película con la que muchos pensábamos que Pixar había perdido la imaginación para los títulos: Cars. En este caso, Rayo Mcqueen es el novato estrella entre los coches de carrera. Tras varios infortunios, debido a su arrogancia, acaba en una ciudad de coches abandonada donde traba amistad con los más desfavorecidos del lugar. Cuando vuelve al estrellato no deja de pensar en ellos, que a pesar de haberlos abandonado, van a apoyarle. Rayo pierde la carrera y pese a las ofertas de la empresa de sus sueños, decide quedarse con sus amigos.
Pero no les bastó con una sola película, en la secuela, Cars 2 (2011), Lasseter nos presenta a un Rayo renovado, como el triunfador que solo mira por su familia. El villano de esta historia se burla de él en televisión y Rayo acaba compitiendo para salvar su orgullo. Su mejor amigo le hace perder la carrera, por lo que Rayo, que ha recuperado su antigua personalidad, se porta mal con éste y le pide que se vaya. Al final, intentan matarle y ahora el héroe es el amigo, aquel que en la anterior película vino a apoyarle y que en ésta, pese al desprecio de Rayo, le salva la vida.
Pero lo ridículo de estos títulos no acabó en Cars (ni en Bichos): ahora nos llega Aviones. En este caso un avión fumigador que trabaja en un campo de maíz y que aprovecha su tiempo libre para practicar como piloto, pretende presentarse a unas pruebas profesionales, su jefe se ríe de él pero, consigue hacerlas.
Evidentemente, el problema de estas películas no están en sus títulos, si no en su básico argumento, completamente maniqueo. En estas cuatro películas vemos como existen los malos y los buenos, como hay un afán de superación en el protagonista que siempre acaba haciendo algo contra su verdadera familia y acaba volviendo, porque la familia es lo que importa, da igual como tú los trates que siempre puedes volver… Y no ofrecemos nada más a un niño que esta enseñanza, completamente errónea, además de la velocidad. Parece ser que si queremos sentar durante dos horas a un niño delante de la pantalla necesitamos millones de colores, movimientos a toda pastilla y siempre un campeonato… Algo que ya observó nuestra compañera Pilar Baena el mes pasado.
Posiblemente, habríamos pasado por alto Cars, que como película de animación en sí es bastante buena, si no fuera porque ya son cuatro películas iguales, con el mismo producto en las cuatro… Y que aún nos queda por llegar Aviones 2.
Como nos preguntaba un lector, Antonio Zambrano, ¿qué será lo siguiente? ¿Trenes?
Y vosotros, ¿qué pensáis?
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