Vista entera Death Note, y la pregunta esta vez sería: ¿qué decir de Death Note que no se haya dicho ya? Es evidente que Death Note es una serie de la hay que hablar sí o sí en una sección de críticas de anime que se precie, así que vamos a ello.
En el caso de Death Note he tenido la gran suerte de vivir todas las fases de creación que la historia trajo aparejadas consigo. En primer lugar leí el manga por recomendación de una amiga; posteriormente vi la serie en su idioma original, y finalmente la vi doblada a nuestro idioma. Empecemos por lo fácil: el doblaje. Posiblemente uno de los mejores que he visto en un anime, tan bueno que cuando se rodó la película de acción real se respetaron todas y cada una de las voces del doblaje animado, y eso es un claro punto a favor de su calidad. Por cierto, la película es excelente también e incluso superior en una cosa a la serie: el final.
Pasando a la serie en sí, como mucha gente sabe, Death Note orbita en torno a la figura de los Shinigamis, los dioses de la muerte, y los instrumentos por medio de los cuales llevan a cabo tales actos de exterminio, los Cuadernos de Muerte. La historia comienza cuando uno de estos Shinigamis, llamado Ryuk, hastiado y aburrido, decide tirar su Cuaderno de Muerte en el mundo de los humanos, 'a ver qué pasa'. Este hecho, que de por sí ya debería ser inusual, por sí mismo no lo resulta tanto; ya otras personas en el mundo han tenido estos cuadernos, y los han usado para sus propios fines caprichosos y egoístas.
El primer interesante punto de inflexión de la historia reside en que los personajes más fascinantes no son los demonios que pueblan sus imágenes, sino los humanos que aparecen en ellas, en concreto dos. El primero es Light Yagami, un adolescente superdotado y perfecto en todos los sentidos imaginables que se topa con el cuaderno y decide emplearlo para, en el sentido literal de la expresión, convertirse en el Dios del Nuevo Mundo: alguien que impartirá justicia y que acabará con los malvados, los déspotas y en general todos aquellos que supongan una amenaza para la sociedad. Para ello se valdrá del inmenso poder del Cuaderno de Muerte, que consiste en que si escribes el nombre de alguien, visualizas su rostro y esperas unos pocos segundos, ese alguien morirá al instante de un ataque al corazón.
El otro ser humano excepcional no tiene nombre. Al menos, no que conozcamos en un principio. Es el investigador más grande que existe, colaborador habitual de grandes organizaciones internacionales, y responde ante el enigmático alias de L. Rápidamente L se obsesiona por intentar averiguar el porqué de tantas y tan extrañas muertes de criminales por todo el mundo, y su privilegiada posición de anonimato, tanto de rostro como de nombre, le vuelven inmune al cuaderno. De este modo comienza una batalla de ingenio entre estos dos personajes: Light Yagami, al que se empieza a conocer como Kira (variante katakana de 'Killer'), cuyo objetivo es matar a L; y L, cuyo objetivo es capturar a Kira, demostrar su culpabilidad, y derrumbar su fachada de Dios exponiendo la inmoralidad de sus actos.
Es aquí donde reside un punto fuerte de la serie y lo que la ha convertido en icono de culto de miles de fans por todo el mundo: la gran inteligencia de su desarrollo. El autor nos pone en la piel de ambos personajes consiguiendo así maximizar la experiencia, pues presenciamos, como en las mejores novelas negras, un duelo héroe-villano, sólo que en este caso ambos personajes resultan igualmente fascinantes y carismáticos.
El otro punto fuerte es el extenso y laborioso trabajo que se toma la historia para exprimir hasta la última gota de potencial de la idea de un cuaderno que mata a todo aquel cuyo nombre aparezca en él. Lejos de pasar por alto posibles agujeros de guión, comprobamos hasta qué punto las reglas del cuaderno han sido elaboradas y pensadas con mucho cuidado. Sabemos qué pasa si se arranca un trozo; si se escribe un nombre y al lado se dan órdenes específicas; si se pasa el cuaderno a otra persona (¿es ahora su cuaderno, es de la persona anterior?). Hasta tal punto llega la maestría del dominio de las reglas del cuaderno por parte del autor que no duda en plantear nuevas e insólitas situaciones, como el trato de los ojos del Shinigami, la relación entre los cuadernos y los propios Shinigamis e incluso la interacción de más de un cuaderno al mismo tiempo. Todo contado con una gran pericia narrativa, dosificada en la medida exacta para que siempre haya un evento sorprendente que nos impulse a seguir viendo el siguiente episodio.
En términos gráficos, el manga ya destacaba y la serie, animada por Mad House, no se queda atrás. La composición de escena está muy bien elaborada, y hay que tener en cuenta que en este caso resulta especialmente meritorio ya que esta no es una serie de acción. Las batallas son mentales, no físicas, y podía resultar muy difícil llevar eso a la imagen animada, algo que se consigue por medio de excelentes primeros planos, comedidos monólogos interiores y sobre todo la alegoría metafórica de actos en apariencia cotidianos. Por ejemplo, el hecho de que Kira escriba el nombre de alguien en el cuaderno se contempla en la animación como un acto tan relevante que a menudo parece casi violento (la manera en que agita la pluma, casi como una espada) y la magnífica banda sonora, llena de cantos gregorianos y coros celestiales, acentúa ese carácter casi divino del personaje.
Diciendo lo que a mi juicio personal es lo mejor y lo peor de la serie... Lo mejor es, sin duda, que se trata de una de esas series donde los personajes no son muy inteligentes porque nos lo dicen, sino porque lo demuestran, y para la posteridad quedará ese tenso paseo de Kira con una policía en los alrededores de una comisaría, para mí una de las escenas más inquietantes y espectaculares que he visto jamás. Lo peor, sin duda, es que la serie llega a su momento álgido no al final de la misma sino en la mitad. El final es excelente también (por cierto, lo único que cambia un poco con respecto al manga), pero la parte intermedia es tan buena que la sensación de descenso es ineludible por completo. Pero que eso no os desanime a ver la serie, en absoluto. Death Note es de obligado visionado si es que pretendéis consideraros aficionados al anime.