Veinte años después, los atentados del 11 de marzo siguen siendo una herida abierta que supura y causa daño en España. La política, fracasada, ha sido incapaz de cerrar aquel estallido de terror y sangre, que todavía provoca sospechas, dudas y rencores. Los muertos y heridos no tienen la paz que merecen. Para vergüenza de la clase política española, el delito brutal del 11 M prescribe hoy. Cualquier autor que confiese hoy, no sufrirá castigo alguno. Los españoles tenemos derecho a saber la verdad del 11 M y quienes son los culpables de aquellos 192 asesinatos. Veinte años de ocultación de la verdad. El gobierno la conoce, pero no quiere revelarla. Políticos tiranos y corrompidos, merecedores de que el pueblo les escupa. Solo los regímenes corruptos y tiranos se atreven a ocultar a su pueblo grandes verdades que merecen ser desveladas. Los gobernantes españoles conocen plenamente la verdad de lo que ocurrió aquel 11 de marzo de hace veinte años, pero han decidido ocultarla. Hoy es otro día de dolor y suciedad para España. ---
La masacre del 11 M cambió la Historia de España, provocó la llegada al poder de Zapatero, un inepto cargado de peligro, y abonó la sospecha, la desconfianza y el rechazo a los políticos en todo el país.
Los movimientos del poder fueron un desastre: destruyeron a toda prisa los trenes, que podrían haber sido fuentes de pruebas e indicios, y se celebraron unas elecciones irregulares, bajo la sombra del miedo y con los ánimos alterados, que abrieron las puertas del poder al socialismo.
El drama del 11 M, junto con la corrupción, la mentira, el abuso de poder y las concesiones y privilegios a los independentistas que odian a España, son hoy, veinte años después, las peores lacras de la política española y las pruebas más concluyentes de que el país está gobernado por sinvergüenzas y canallas corruptos.
La Transición fue una estafa porque no creó una democracia sino un dictadura de partidos y de políticos, pero el sistema se mantuvo con una podredumbre soportable hasta el 11 M, un atentado oscuro y miserable que provocó una aceleración de la podredumbre, la corrupción desatada y el acoso a la democracia, la decencia y las libertades y derechos.
Aquellos trenes que estallaron trajeron muerte no sólo para las víctimas sino también para la política española y al total de la nación.
Ocultar información a la que el pueblo tiene derecho no sólo es corrupción sino un claro síntoma de tiranía porque la democracia exige transparencia, verdad y información plena.
Oscuridades como la que envuelve a los atentados del 11 M, además de desatar sospechas y miedo, provocan también inquietud, rechazo a los políticos, desconfianza en el poder y deterioro de la convivencia.
La pregunta ¿Quién ordenó y organizó aquellos atentados?, nunca respondida, sigue envenenando la vida española
Francisco Rubiales
NOTA: Por motivos técnicos, La página informativa VOTO EN BLANCO no se actualizará durante la presente semana, probablemente hasta el próximo sábado, pero permanecerá abierta.