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Anna Páulova: La gran dama de la danza

Publicado el 13 junio 2017 por Vintagebyl_l @VintageByL_L

Anna Pávlova nació en San Petersburgo un 12 de febrero de 1881, en el seno de una humilde familia campesina. Ella siempre declaró que su padre murió cuando tenía dos años de edad. Fue criada por su madre Lubov Pávlova, una simple lavandera que luchó por sacar a su hija adelante.

Anna tenía ocho años cuando su madre la llevó a ver una representación del ballet: “La bella durmiente”. Desde ese mismo instante supo la pequeña Anna que el ballet era su vida. Dos años después, una chica delgadita y con aspecto enfermizo, era aceptada en la Escuela de Teatro de San Petersburgo.

Por espacio de siete años trabajó duro, adquiriendo la salud y la fortaleza necesarias para llegar a ser una de las mejores bailarinas de todos los tiempos.

Anna Páulova: La gran dama de la danza

El teatro Mariinky de San Petersburgo fue su primer escenario. En él pudo dar a conocer su manera especial de bailar. Anna poseía un estilo elegante, frágil y etéreo, totalmente diferente al estereotipo de bailarina fuerte y robusta que en esos tiempos se llevaba. Su cuerpo delgado volaba, sus manos y brazos se movían como plumas en el aire, el verla bailar provocaba en los espectadores una sensación hasta entonces no conocida.

“La muerte del cisne” fue la obra que consagró definitivamente a Anna Pavlova, abriéndola las puertas del mundo entero. Nadie como ella ha llegado nunca superar su representación.

Pávlova, convertida en una bailarina de éxito, formó su propia compañía e inició gira tras gira alrededor del mundo, acompañada siempre del Barón Victor Emilovitch, el amor de su vida, que más tarde convirtió en su marido.

Era 1930 cuando comenzó su última gira por Europa. Se encontraba cansada, su salud no era muy buena y su pierna izquierda requería de un tratamiento, por lo que quiso descansar unos días en Cannes (Francia) para recuperarse.

Anna Páulova: La gran dama de la danza

El tren en el que viajaba sufrió un accidente, y Anna bajó del tren en camisón a través de la nieve para socorrer a los heridos. La consecuencia de su gran corazón fue una grave pulmonía que dejó graves secuelas en su salud y que la fue debilitando, hasta que poco después, estando de gira por los Países Bajos, no pudo hacer frente a una pleuresía que le causó la muerte, un 23 de enero de 1931.

Fue la única vez en su carrera que Anna Pávlova faltó a su cita con el público. Al día siguiente  de su muerte, en el escenario donde debía de representar una vez más su “Muerte del cisne”, al final de la representación, el telón subió apareciendo ante los ojos de los espectadores un escenario oscuro solo alumbrado por un reflector.

Nadie había allí en el centro del haz de luz, pero todos, con lágrimas en los ojos, pudieron ver como Anna Pávlova representaba su última “Muerte del cisne”.

Bibliografia:

Wikipedia.org

Buscabiografias.com

Biografiasyvidas.com

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