En mi camino por suplir mis carencias cinematográficas no sólo hay hueco para películas vergonzantes. También tengo días inspirados en los que me propongo culturizarme en modo cultureta. De ahí que ayer, por ejemplo, me diera a Woody Allen y a su Annie Hall, mítica historia de finales de los 70 protagonizada por mi adorada Diane Keaton, novia en aquel entonces del propio Allen. Que la primera aparición de Annie-Diane en la cinta venga precedida de un comentario de Alvy-Woody sobre El Padrino sólo podía conseguir un efecto en mí: entrega instantánea a la historia. Para los no iniciados, la Diane Keaton del año 1977 venía directamente de ver cómo Michael Corleone -el más grande- le cerraba la puerta en las narices cuando intentaba ver a sus nenes. Esto es, de rodar El Padrino II. #RESPECT
Con estos mimbres, lo dicho. Soy tuya,Woody. Y sin decepción final. Annie Hall es una delicia de película, divertida, sensible y perfecta en su sencillez. Una carta de amor de Woody a Diane. No voy a descubrir nada que no se sepa desde hace, casi, 40 años, así que mejor me callo y, simplemente, os la recomiendo muy mucho.
Pues eso. Que la veáis.