El dominico Giovanni Nanni (1437-1502), conocido como Annio de Viterbo, obtuvo la fama por su Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus loquentium (1498). En él presentaba por primera vez textos perdidos de Beroso el Caldeo, con sus propios comentarios que reconciliaba lo presente con la Biblia y las opiniones contemporáneas de las autoridades pertinentes. Por ejemplo, presentaba pruebas de que Noé y sus nietos favoritos, los hijos de Jafet, colonizaron Europa, asignando distintos fundadores para cada uno de los países. Según su obra, Viterbio era la ciudad más antigua del Europa, anterior a Babilonia. El padre fundador de Italia habría sido el ancestro de los etruscos, que serían gobernados por el propio Noé, enseñándoles conocimientos y magias únicas, convirtiéndolos en el pueblo más erudito y religioso del mundo. Además, el etrusco no solo habría sido el precursor del hebreo, sino que Noé habría sido el primer papa, convirtiendo al cristianismo en algo superfluo.
De inmediato, el libro fue un éxito absoluto, tanto con comentarios como sin ellos. En 1612 ya había al menos 18 ediciones en latín y se publicó en Venecia, Lyon, París, Amberes, Burgos, Basilea y Wittenberg. El libro fue traducido, citado y usado como base para otras obras. Incluso inspiró a artistas con mecenas papales o reales. Parte de su éxito puede atribuirse al efecto Streisand producido por las denuncias de los humanistas Marco Antonio Cocio "Sabelico", Raffaello Maffei "Volaterranus" y Pietro Ricci "Crinitus" en sus populares obras. Otros como Erasmus, Jacques Lefèvre d'Étaples, Juan Luís Vives, Beatus Rhenanus, Melchor Cano, Joseph Justus Scaliger e Isaac Casaubon expresaron dudas o condenaron la obra.
Para finales del siglo XVI, ya se conocía que Annio era un falsificador. Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona, interesado en las antigüedades romanas que había investigado artefactos genuinos, conocía los métodos de los falsificadores, que trabajaban en un negocio en auge. En Diálogos de las medallas, inscripciones y otras antigüedades (1587), cuenta a través de Latino Latini, un nativo de Viterbo, que Annio falsificó algunas inscripciones y las enterró en las tierras de viñedos cercanas a Viterbo, donde sabía que habría excavaciones. Cuando estas se acercaban a la zona, también lo hizo él para que no las pasaran de largo. Afirmó ante los vecinos que en sus libros había descubierto que allí se encontraba el templo más antiguo del mundo. Al encontrar la piedra, copió la inscripcion y corrió a convencer a las autoridades municipales que esa piedra debía exponerse en un lugar importante, porque probaba que Viterbo había sido fundada por Isis y Osiris.
El humanista portugués Gaspar Barreiros publicó Censura in quendam auctorem, qui sub falsi inscriptione Berosi Chaldaei circumfertur (1965), donde criticaba que el Beroso el Caldeo que citaba Annio no tenía nada que ver con el que citaba Flavio Josefo o los padres de la iglesia. Por ejemplo, el Pseudo-Beroso afirmaba que Semiramis reconstruyó Babilonia, mientras el Beroso original decía que el responsable fue Nabucodonosor. Además, indicaba que este Pseudo-Beroso no avanzaba en la historia más allá de un milenio antes de Nabucodonosor. Por otra parte, este Pseudo-Beroso no se limita a Caldea, sino también habla de los reinos de África y Europa, a pesar de ignorar a los hebreos, más próximos. Barreiros no deja de criticar la absurdidad del relato, pues no tiene sentido que Noé, en medio del diluvio, sea capaz de navegar por el mundo y aplicar unos conocimientos de geografía insólitos. A pesar de ello, Barreiros no considera a Annio un falsifidador.
Irónicamente, los defensores de Annio hicieron circular información falsa sobre él. Persistieron en su negación de las acusaciones, asegurando que alguien falsificó los documentos dos siglos antes y Annio simplemente pecó de crédulo. Esta justificación iba desde los dos elocuentes y profusos volúmenes publicados en 1779 como las apologías tan pobres que denotaban un desconocimiento de la obra del defendido. Asímismo, en las enciclopedias, aunque se cita su labor falsificadora, se dice que conocía el hebreo, árabe y caldeo, a pesar de su ligero conocimiento sobre la literatura latina y su desconocimiento del idioma griego y sus variantes. Como suele pasar en este tipo de textos, estos datos falsos aún se conservaban en enciclopedias de 1979.
A pesar de ser dominico, sus ambiciones estaban en la Tierra. Desde al menos 1493, trabajó para perfeccionar su magnum opus, como prueban sus tratados epigráficos previos. Tenía claro su objetivo, pero necesitaba presentarlo convincentemente, mostrándose como un experto en la materia, sin excederse en sus afirmaciones e implicando a los suficientes autores intermedios que lo conectaran con Beroso. Gracias a su calidad narrativa, que permitieron conectar supuestos textos fragmentados, sus obras le permitieron congraciarse con el papa Alejandro VI, más conocido como Rodrigo de Borgia. Como se suele decir, Dios los cría y ellos se juntan.
- Stephens, W. (2004). When Pope Noah Ruled the Etruscans: Annius of Viterbo and His Forged" Antiquities". Mln, 119(1), S201-S223.