Y aquí estamos de nuevo. Enero de 2024. Parece que fue ayer cuando Nostradamus predijo el fin del mundo en el 2000 y aquí seguimos... Vivitos y coleando y cada vez más tontos, al menos esa es mi impresión. A medida que avanza la tecnología, los seres humanos nos hacemos más ignorantes, dando una importancia máxima al culto al cuerpo, las pantallas y a la "supuesta libertad de expresión" de cada uno.
Esta sociedad es muy cansina. Avanza demasiado rápido y te obliga a seguirle el ritmo. Si decides pararte en esta nueva socialización, te da la espalda y tarde o temprano se notarán las consecuencias. Todo está informatizado, si no tienes una clave no puedes entrar en tal sitio, necesitas una app para acceder al servicio, bancos donde ya no hay personas que te atiendas, tiendas de ropa donde tú mismo te cobras...
Poco se habla del impacto de todos estos avances, unido a la aparición de la inteligencia artificial, un fenómeno que ahora nos parece algo curioso y atrayente pero a un medio plazo, yo me imagino en una de las historias de Philip K. Dick o Isaac Asimov.
Así que en este 2024, la vida seguirá fluyendo rápidamente y nos arrastrará con ella a menos que nos compremos una cabaña en el bosque al más puro estilo Henry David Thoreau. Cabaña de madera, con su huerto, una mesita y una silla para escribir mientras miras al bosque, tu cama con mesita de noche a lo Van Gogh y como no, wifi.
"Año nuevo. Vida, la de siempre". Jorge Ordaz