Un año más, y aprovechando que mi cumpleaños y la mentira de los Reyes se entrecruzan, mi hermano ha vuelto a regalarme un libro. En su exquisito gusto por los clásicos de la globalización literaria, de nuevo me ha premiado con un título de los que dan que hablar.
Si el año pasado, aprovechando la coyuntura política, me regaló una de las biografías mejor escritas del hombre más poderoso del mundo, este año me ha regalado otro libro que en parte también es de los poderosos, en este caso de la literatura.
'El vencedor está solo' de Paulo Coelho, representa su enésima intentona por marcar un mundo lleno de utopías en los que la moralidad de una persona debe ser digna de una vida. En fin, el señor Coelho en toda su esencia.
Debo reconocer que nunca había tenido nada entre mis manos del autor brasileño, aunque intuyo que él tampoco ha tenido ningún texto mío entre las suyas, así que estamos empate. Mañana mismo empezaré la lectura y veré si es tan bueno como millones de personas en todo el mundo proclaman. Tengo mis reticencias, y es que eso de la autoayuda (por más que al autor diga que no) me choca un poco, aunque en estos tiempos tan raros, toda ayuda es poca, ya sea auto o de un libro.
Entre papel de regalo, zapatos y el olor intenso de la típica colonia, mi hermano me ha confesado que la otra opción era Dan Brown… y la verdad, mejor que no haya sido así. Hace tres años tuvo el atrevimiento de regalarme ‘Ángeles y demonios’, y no es que yo sea un lector sibarita de los que lee a Maruja Torres, es solo que hay ciertos libros que no aportan nada nuevo, y ese era uno de ellos.
Veremos cómo es la transición de Obama a Coelho…