Estamos cerca de la Navidad. Bueno, en realidad para la sociedad consumista en la que estamos inmersos, llevamos ya varias semanas en este período del año que empezó, aunque tampoco lo tengo muy claro, como un parón para el recogimiento. Es curioso ver cómo ha cambiado la Navidad y cómo, con esa transformación también se ha esfumado la palabra recogimiento. Irán pasando los días y llegaremos a Año Nuevo, soy de la opinión de que ha hecho suyo el concepto recogimiento. !Sí!, parece increíble, lo sé pero es la verdad.
Nunca antes nadie había pensado en su vida como se hace días antes de fin de año.
Quizá sea una sensación mía pero, por muy superficial y despreocupada que sea cualquier persona, es imposible no caer en la cuenta de qué hemos hecho durante al año que dejamos atrás. Y si eres de los que no haces examen de conciencia, por favor cuánto mal ha hecho esa mezcla de palabras, basta que enciendas tu televisión y verás todo lo malo que ha pasado en el mundo antes de decirle adiós al año.
Y entonces, irremediablemente, llega el fatídico momento de «tengo que encontrar un propósito de Año Nuevo». Y empiezan los agobios porque te has propuesto tantos años tantas cosas y has cumplido con tan pocas, que piensas que este año mejor no proponerse nada. Que el Año Nuevo traiga lo que tenga que traer, lo va a hacer de todos modos.
Pero podemos dar una vuelta a los propósitos, camuflándolos con palabras. Hay cientos de palabras preciosas en las que refugiarnos. Sea cual sea la lengua, las hay. Palabras bellas casi desconocidas por muchos, por no ser pronunciadas ni escuchadas. Palabras que, lejos de usarlas con pretensiones de erudita, más bien su uso sea para disfrutarlas con los demás.
Yo me voy a centrar en el castellano que es mi lengua materna. Nunca he sabido muy bien a quién ofendo llamándolo castellano y, como lo complicamos todo tanto, pido disculpas si he elegido mal el término. Así fue que hace ya cuatro años empecé conmigo misma este juego semántico del que no estoy arrepentida.
El juego es el siguiente: se intenta elegir una palabra que resuma el sentimiento más recurrente del año que se va, y se intenta buscar otra que sea lo que queremos sentir durante el año entrante. Lo pones en el estado de Whatssap y no lo cambias hasta el año siguiente, sé que que lo que encierra es un propósito igualmente, pero no es genérico, sino más bien personal. Además lo verás cada vez que quieras y no se perderá en los vericuetos de tu mente. «¿Qué me había propuesto? Ah, sí era esto, lo tengo apuntado en mi whatssap, venga que eso es lo importante».
Espero haberos ayudado un poco en lo de buscar propósito y aglutinar, cada vez a más gente, a cambiar la frase de Año Nuevo, vida nueva a la idea de Año Nuevo, palabra nueva. Que todos sabemos lo difícil que es cambiar a una vida nueva, no nos pongan más palos en las ruedas por favor.
Aquí va un enlace con el que podréis acceder a un buen glosario de palabras, me gustaría que inspirara a alguien. Pensad bien cuál elegís, no es una decisión fácil, de esa palabra quizás dependan decisiones que toméis. En realidad no es un juego, nadie más vil y justiciero para con nosotros mismos que nuestro yo interior.
https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/8514-40-de-las-mas-bellas-palabras-del-castellano-estan-vuestras-favoritas.html