Debemos ser valientes para revisar de vez en cuando nuestra vida. Mucha gente aprovecha la entrada de un año nuevo para hacer propósitos, pero casi siempre son superficiales porque no implican un cambio profundo y permanente.
La mayoría de las personas tienen miedo al cambio. El cambio implica reconocer que hay algo en nosotros que no es correcto, que estamos equivocados. Pero hoy en día ¿Quien es capaz de reconocer que estaba equivocado?
Lo habitual es echar la culpa a los demás o a las circunstancias. Lo cual es lo mismo que reconocer que somos marionetas y que nuestros hilos son movidos por fuerzas externas. Y en definitiva así es. Toda esta huida del cambio, de conocernos a nosotros mismos, de aceptar que nuestra vida es un aprendizaje constante, nos lleva a convertirnos en autómatas, en peleles que son manipulados.
Está por ejemplo el tema de las adicciones. Una persona que fuma debería reconocer que tiene un problema. Se trata de reconocer que uno se está envenenando a sí mismo. De lo cual se desprende que existe una falta de amor muy profunda. Esto es sólo un ejemplo porque hay muchos tipos de adicciones, a sustancias de todo tipo, a personas, incluso existe una adicción a la infelicidad.
Si de verdad queremos ser felices, libres y estar en paz como repetimos tanto en estos días, adelante, pongámonos manos a la obra. Sólo depende de nosotros. Empecemos por revisar todo aquello que comemos, bebemos, pensamos, hacemos, y nos perjudica. Y vayamos al fondo del asunto. Todo esto sustituye mi ansia de ser feliz. ¡Pues venga vamos a ser felices y ya no necesitaremos adicciones! Es fácil pero hay que hacerlo y cuesta esfuerzo. Un esfuerzo que como no me cansaré nunca de repetir, ya nos hace felices. Y no tengamos reparos en buscar ayuda. El que busca, encuentra.
¡QUE TERMINEMOS Y EMPECEMOS EL AÑO SIENDO PERSONAS, SIENDO LIBRES, SIENDO FELICES!