Revista Libros
Dong y una y dong y dos. Luego tres y cuatro. Ya pierdo el ritmo: Me salté una campanada, lo se, ¿o no? También equivoqué el paso: empecé saltando con la izquierda, jodida manía. Me acabo de dar cuenta. ¿Cuántas llevo ya?, ¿son ocho, son nueve? Creo que conté mal las uvas al meterlas en la copa. Al carajo. ¡Al carajo! Si nada está escrito por mucho que nos empeñemos, si el año pasado lo preparé con exquisita previsión y al final nada tuvo que ver con lo que pensaba.
¡Al carajo!
Esto es una chorrada. Sí papá, que sí. Feliz año, como hace doce meses y este año de feliz ha tenido bien poco, pero bueno. Siempre nos queda el consuelo de la salud y de seguir vivos.
¡Al carajo! Se acabó.
Este año no esperaré y daré yo el primer paso. Basta de esperar a que otros lo hagan por mi. Se acabó esta vida de esperas. Me comeré la vida a bocados igual que estas uvas que me acabo de zampar. Miraré el mundo por encima de los nubarrones buscando el sol. Acabaré este año con cien, doscientos amigos más. Leeré diez escritores nuevos, desconocidos. Empezaré a escribir una novela. Pasaré más tiempo con mis hijos y menos con quienes nada me aportan. Trabajaré sin esperar nada a cambio, solo por el placer de sentirme realizado y ser útil. Ayudaré a alguien necesitado cada vez que pueda. Y a ser feliz que es de lo que se trata ¿no?
¡Dong!