Este año pensábamos pasar Nochebuena y Navidad con mi familia y Nochevieja y Año Nuevo en casita los tres solos, pero como en Nochebuena Valeria y yo nos pusimos malitas, pues nos quedamos en casa, y vinieron unos amigos a celebrar con nosotros. Entonces, para compensar, nos fuimos a pasar el fin de año con mi familia, que vive a 80 km. La cena estuvo bastante bien, aunque en casa de mi abuela hacía mucho calor y Valeria acabo quedándose en body.
Fue muy emocionante para mi, la Nochevieja anterior yo estaba bastante asustada por el embarazo y solo pedí un deseo al nuevo año: que mi hija naciera bien. El verme un año después con papá y nuestra hija feliz, en brazos, fue muy especial.
Valeria llevaba varios días bastante rara, lloraba al tomar el biberón y comía bastante menos. Los primeros días pensamos que sería del catarro, de los mocos, o que le dolía la garganta, porque estaba afónica. Pero para fin de año me empecé a preocupar, y el día 1 decidí llamar al médico, porque estaba cada vez más ñoña, dormía mal y comía peor. Me daban cita en el médico para el viernes 7, me pareció muy tarde así que con papá decidimos llevarla a urgencias el día 2, al volver del pueblo.
Durante la comida del día 1, Valeria estuvo especialmente quejosa, yo comentaba que me preocupaba, que a la niña le dolía algo, y en mi familia, que siempre todos tienen algo que decir, empeñados en que serían los dientes. Yo les decía que no, que es pronto, que aunque tenga 6 meses son 4 corregidos, que aún no le toca y además solo unos días atrás le había estado tocando las encías sin ver cambios... y además algo en mí me decía que no eran los dientes. Entonces la siguiente opción fue la más fácil: que la niña tenía exceso de mimo, que llora porque quiere brazos... se me amargó un poco la comida, la verdad, porque yo sé que mi hija no es así normalmente y además porque me toca un poco las narices que me vengan con lo del exceso de mimo... mi abuela acabó contando que una amiga suya dejó llorar a los niños por recomendación del pediatra, que los encerró en una habitación hasta que se hartaron, porque si no te manipulan... es decir, el discurso manido de siempre. Me estaba poniendo de los nervios, porque con determinadas personas encima no sirve de nada intentar argumentar, no los vas a sacar de donde están, y era el caso, así que nos fuimos a casa.
El día 2 llevamos a Valeria a urgencias. Diagnóstico: otitis, provocada por el catarro, 8 días de antibiótico y apiretal. Santo remedio, la niña no ha vuelto a llorar al comer, ha vuelto a comer las cantidades habituales en ella, duerme del tirón... claro, cuando lo comenté a la familia la respuesta fue "pobrecita, si ya lo decía yo, que a la niña le pasaba algo..." Para matarlos, no? En fin.
Así empezamos el año, pero Valeria está feliz. Ayer le hicimos una foto con Baltasar, así de sonrientes estaban: