Revista Psicología

Anonimato: Descansar haciéndose invisible

Por Paulo Mesa @paucemeher
Anonimato: Descansar haciéndose invisible

Hace poco estuve de vacaciones y no pensé que finalmente la concepción de descanso sufriría una mutación hacia el poder evitar ser encontrados... hacia el hacernos decididamente invisibles. Whatsapp ha sido la estocada final que nos ha puesto en la posibilidad de ser encontrados y "endosados" en cualquier momento y lugar, si nos descuidamos y dejamos abierta alguna conexión. Un mensaje, un audio, cualquier texto y ya hay comunicación, no hay escapatoria.

Una notificación, la curiosidad y esa inaguantable sensación que te da el querer saber al final qué es lo que te han mandado a decir. Trabajo en una compañía en la que es común la frase: "Sé que estás de vacaciones, pero podrías ayudarme con... [y aparece la solicitud...]". Por otra parte, algo similar pasa con el correo. Basta con que ponga la respuesta de fuera de la oficina y se reduce la cantidad de escribientes, pero esos mismos hacen el "bypass" por Whatsapp y piden que su correo en particular sea leído y respondido.

Entonces la salida es quitar la posibilidad de que te vean en "visto" (chulitos azules), pero igual los mensajes siguen llegando. Ahora el descanso es huir de la visibilidad. Nos dieron redes sociales para hacernos famosos a bajo costo y casi sin esfuerzo y ahora resulta que hay que huir de los ojos y, sobre todo, del alcance de todo el mundo.

Tal vez esta sea una buena oportunidad de negocio, o una alternativa para una nueva app: Lograr una tecnología que nos esconda de los demás ¿Existe una por ahí? ¿Hay alguien que nos pueda ayudar a hacernos invisibles? Es como un contrasentido, la invisibilidad en este mundo en el que estamos es algo que contradice todo por lo que existimos ahora... en la sociedad humana más extrovertida que jamás ha pisado la Tierra.

Todo el mundo tiene algo qué decir de nosotros y sentimos que siempre hay algo que mostrar. Es una fijación exhibicionista permanente, absolutamente impúdica y compulsiva. Miramos el móvil todo el día para ver quién nos comparte sus "exhibiciones", como si eso importara para algo. Qué fatiga prestar atención a eso y sentir encima de nosotros la atención de otros.

En todo caso, aparece un nuevo descanso en escena: el descanso de hacerse invisible. ¿Es eso minimalista? Desde luego. Para mostrarse hay que hacer muchos esfuerzos artificiales y sostenidos. Te muestras una vez y ya te tienes que quedar ahí como porcelana en vitrina; completamente inmóvil, brillante, impecable... todo lo necesario para contener el próximo juicio del tribunal al que idolatras. Tus jueces se convierten en tus fetiches, los necesitas desesperadamente para arañar algún sentido de identidad, para creer que por lo menos estás ocupado en algo.

El anonimato es detestable por eso. Los seres anónimos consumen realmente poco; son silenciosos, apagados, tímidos y, por ende, indescifrables. No resisten ningún estudio de mercado o encuesta porque al ser anónimos no tienen historia, su narración es corta, de pocas palabras, difícil de estandarizar... así que el descanso del anonimato nos saca de todo el torbellino.

Siendo anónimos, damos un paso al lado y vemos pasar a todo el mundo por delante, atrás, a los lados, incluso por encima. Siendo anónimos e invisibles, afectamos poco el mundo humano. El descanso anónimo es innombrable, indiferenciado, no se puede etiquetar y no se puede circunscribir a un patrón. Cuando nuestro descanso es visible es fácilmente "suponible" por otros, pero cuando nuestro descanso es anónimo termina siendo un misterio para todos: ¿Qué estará haciendo? ¿Qué estará pensando? ¿Dónde habrá ido? ¿Qué estará experimentando? Y en ese misterio es una delicia regresar y que te pregunten cómo estuvo tu descanso, qué hiciste durante este tiempo, si en realidad descansaste... porque nadie sabe qué pensar o qué opinar sobre un descanso en el anonimato.

Entonces tomas un poco de aire y solo contestas que hiciste muchas cosas, aunque sepas que solo te quedaste en casa haciendo "zapping" o leyéndote un buen libro que te había atrapado y que no habías pensado en absoluto en hacer nada que le hiciera saber a los demás que estás aquí haciendo lo que se espera que hagas... lo mismo que todos... aunque no quieras.

🙂


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