Revista Opinión

Anónimos descerebrados en las publicaciones digitales y e...

Por Moisés Moisés Cayetano Rosado @MoisesCayetanoR
ANÓNIMOS DESCEREBRADOS EN LAS PUBLICACIONES DIGITALES Y EN LAS REDES SOCIALEShttp://www.hoy.es/sociedad/anonimos-descerebrados-publicaciones-20180108231409-nt.html
ANÓNIMOS DESCEREBRADOS EN LAS PUBLICACIONES DIGITALES Y E...Moisés Cayetano Rosado
Una de las conquistas más emotivas de los pueblos, trabajada a lo largo de la historia con sangre, sudor y lágrimas, es la libertad. Y dentro de ella, casi contemporánea de nosotros solamente, la libertad de expresión.Y una de las capacidades de los seres vivos, perfeccionada por el hombre de continuo: la comunicación, que con la imprenta se multiplica y, contemporáneamente, con el avance de la tecnología digital, se universaliza, haciéndonos a todos protagonistas de primera fila.Utilizar la libertad de expresión en las comunicaciones digitales tiene esa ventaja de la democratización al alcance de cualquiera de nosotros, la inmediatez generalizada en su divulgación y la facilidad de propagación por todos los rincones del mundo, además de la extraordinaria capacidad de respuesta, discusión, reflexión individual y colectiva, debate, aclaración y retroalimentación.Y así, son, somos, muchos los que utilizamos estas herramientas con asiduidad: comentarios en publicaciones digitales, creación de blogs, páginas web, perfiles en redes sociales, participación en grupos de facebook, WatsApp, YouTube, etc., etc., donde la inmediatez y la intercomunicación alienta la participación, a veces el rigor y en muchas ocasiones, digámoslo “finamente”, el atrevimiento.Tildo de “atrevimiento” a las opiniones sin base ni rigor, con frivolidad e inconsecuencia, a que muchos son dados a la hora de ponerse delante del ordenador, la tableta, el teléfono móvil, y teclear sus apreciaciones.A veces los disparates llegan a niveles insospechados, y en muchas ocasiones son jaleados por un grupo de incondicionales, que van entrando en escena, pasando de coro pasivo a protagonistas activos con sus no menos aventuradas aportaciones.Esto podría quedar a nivel de anécdota curiosa si no fuera porque con frecuencia se juntan dos ingredientes explosivos en el mundo digital: el escudo del anonimato y la inconsistencia de los descerebrados. O sea, que con falsos perfiles, seudónimos más o menos ingeniosos, crípticos o “graciosos”, hay quienes sacando a pasear su irracionalidad, disparan a ciegas y vierten la “mala baba” que deberían tragarse en la intimidad.Colectivos y personas víctimas frecuentes de tanta insensatez descerebrada pueden ser cualquiera. Pero hay algunos que parecen prestarse más a ser blanco de iras, sinrazones, resentimientos e inconsciencias. Así: fuerzas y cuerpos de seguridad, sanitarios, educadores y periodistas, que para un amplio espectro de anónimos persistentes en su presencia pública todo lo hacen mal, por activa y por pasiva. Y a su parecer, cobran mucho, trabajan poco o nada, son unos ineptos irresponsables y unos “abusadores” de su posición profesional. Maltratadores de la ciudadanía unos, desconsiderados con el dolor ajeno otros, pésimos conductores de la formación otros más e interesados tergiversadores el resto.¿Y por qué sus acerados dardos los lanzan desde el anonimato, desde la falsedad de nombres inventados, incluso entablando estúpidos comentarios entre varios intervinientes que a la postre es uno mismo, con sus falsos nombres y perfiles?¿Por qué tiene en su cabeza tanta insensatez, tanto desprecio por unos profesionales que se ocupan de garantizar la seguridad, la salud, la educación y la información de la colectividad? ¿Y por qué si tienen fundadas razones para denunciar hechos concretos no lo hacen de una forma directa, o sea, con fundamento y con sus nombres y apellidos, y si hace falta ante los tribunales de justicia correspondientes, además de en estos medios de difusión masivos?
La libertad de expresión y la facilidad y universalización de la comunicación son instrumentos grandiosos al alcance de nuestra humanización y participación cívica. Pervertirlos, retorcerlos, esconderse en la vileza del anonimato insultante, despreciativo, disparatado y persistente en cuanto a argumentos y ridículas pruebas, es un acto de bajeza que no merece más que nuestra repulsa, el mayor de los desprecios.

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