- Julio Anguita
En este blog hay invitados de lujo, que nos visitan con frecuencia porque sus análisis, sus reflexiones y sus pensamientos merecen ser, al menos en mi opinión, conocidos y compartidos por el mayor número de personas. Sin duda alguna, Julio Anguita es uno de ellos. El ex coordinador general de Izquierda Unida habla públicamente en contadas ocasiones, pero cuando lo hace dice verdades como puños, que no siempre tenemos la oportunidad de escuchar. Julio Anguita es un gran orador, capaz de remover conciencias, valiente y comprometido, sin miedo a nada, ni a nadie. Izquierda Unida, de algún modo, le dejó escapar y hoy es el día en el que somos muchos los hombres y mujeres que añoramos su estampa, sus ideas y sus discursos. Se podrá discrepar con él, rebatir sus propuestas con argumentos distintos, pero no se le podrá negar nunca integridad, honradez, coherencia y convicción.
Ayer, sin ir más lejos, en una entrevista concedida a Telemadrid, Julio Anguita puso blanco sobre negro, al denunciar la hipocresía y el cinismo del Gobierno Zapatero ante la masacre que está padeciendo el pueblo saharaui, vícitma de la barbarie del reino de Mohamed VI. Mientras el vicepresidente Pérez Rubalcaba recibía en Madrid al ministro de Interior de Marruecos, el ex coordinador general de Izquierda Unida acusaba, con toda la razón, al gabinete del PSOE de no hacer “absolutamente nada” ante el drama del Sáhara. ”Nuestro Gobierno -afirma Julio Anguita- es débil, ideológica y políticamente, y como todos los débiles es fuerte con los débiles y débil con los fuertes“. Se podrá decir más alto, pero no más claro.
Creo que la izquierda española, en gran parte, está huérfana de dirigentes políticos con la fuerza y el coraje de quien, en su momento, fue conocido en Córdoba, como el “Califa“. Injustamente criticado y denostado llegó a ser objeto de una campaña de acoso y derribo desde dentro de su casa y especialmente desde fuera por no doblegarse al pensamiento único. Sus coetáneos, Felipe González y José María Aznar, andan ahora por el mundo dando tumbos, intentando lavar sus culpas. El primero por su responsabilidad en el terrorismo de estado; el segundo por su implicación en la guerra de Irak. Julio, en cambio, puede andar con la cabeza bien alta porque sabe que la historia le juzgará como un hombre recto y digno, que hizo política en un tiempo en el que sólo se hacía politiqueo. En realidad, igual que ahora.