Revista Cultura y Ocio

"Años luz" de James Salter

Publicado el 16 junio 2020 por Juancarlos53

"Tienes que ser libre. Ella no lo explicó; no podía. No se trataba de vivir sola, aunque en su caso había sido necesario. La libertad de que hablaba era la conquista de una misma. No era un estado natural. Estada destinado solamente a quienes lo arriesgaran todo por conseguirla, a quienes eran conscientes de que sin ella la vida consistía únicamente en apetitos hasta que te quedabas sin dientes." ("Años luz", p. 277)

Mi primera impresión sobre esta novela es de cierta confusión. Me explico: en principio mis expectativas eran, no sé, de otro tipo. Me he encontrado con una historia algo triste de una familia burguesa americana asentada en New York. Él, de nombre Viri, es un arquitecto que no ha triunfado en su especialidad y por ello se encuentra algo frustrado; ella, Nedra, no recuerdo ahora mismo bien a qué se dedica salvo a la crianza de sus hijas y a la vida social de la que tanto disfruta el matrimonio en Manhattan donde viven y en una vieja casa al norte de Nueva York. Allí, en una suerte de paraíso natural, rodeados de prados y con vistas al río Hudson, reciben a sus amigos y educan a sus dos hijas: Franca y Denny. El padre está entregado a sus hijas; para él continuarse en los hijos es lo máximo, importantísimo; para la madre lo es menos, ella es más vital, más disfrutona. Ambos tienen amantes. Viri con Kaya Doutreau, joven contundente que le tiene absorbido el seso y a la que hace su secretaria; ella con Jivan, amigo soltero de la pareja. Los dos - Viri y Nedra- saben lo del otro, pero hacen como que no, lo ocultan, aunque es evidente que lo conocen. En su círculo social todos tienen amantes.
Esta pareja culta desea ir a Europa donde radica toda la cultura. Visitar Roma es una aspiración que tardarán tiempo en realizar. Verdaderamente será más tarde, cuando se divorcien, que cada uno visitará Europa y la experiencia se realizará en ellos con desigual fortuna.

Me ha descolocado un poco en esta novela el gran número de personajes cuyos nombres y relaciones se dan de manera algo descuidada lo que en mi opinión dificulta un poco el goce lector. Tampoco favorece del todo el ritmo de lectura ese narrador omnisciente en 3ª que en ocasiones -pocas, la verdad- recurre al "yo" e incluso a la segunda persona del singular. ¿Quién está bajo este "yo"? Es una pregunta que me ha acompañado a lo largo de toda la novela sin haber hallado solución satisfactoria del todo: ¿el autor, un personaje concreto...? Como en las novelas de investigación tipo Agatha Christie cada vez que creía haber dado con el propietario del pronombre, ¡zás!, se me evaporaba y desaparecía la opción al ver cómo evolucionaba la historia.

  • "Nedra trabajaba en la cocina . [...] Voy a describir su vida desde dentro hacia afuera, desde su médula, y también la casa " (p. 88)
  • "Se divorciaron en el otoño. Yo hubiera deseado que no sucediera. La claridad de aquellos días otoñales les afectó a los dos. " (p. 213)
  • "¿Debo describir el acto de amor que les unió, puede que fuera aquella misma noche? (p. 289)
"Ha oscurecido. La hierba está seca; cruje al hollarla. Ha sido un día sin sol. Avanza hacia los rincones alejados, la carretera, los campos contiguos, gritando el nombre de la poni. Quietud en todas partes. Empieza a llover. "(p. 3)

Este procedimiento, al reiterarlo durante bastantes páginas en las partes 1ª y 2ª de las 5 en que distribuye la historia, no me ha satisfecho del todo; no por el recurso en sí, sino por la insistencia en el mismo. En las otras tres partes parece que da paso en las descripciones a la utilización de frases más extensas y mejor interrelacionadas entre sí.

Esto que digo, unido a la confusión que a veces se originaba en mi cabeza por la denominación dada a los personajes: unas veces por su nombre propio, otras por su nombre familiar, en ocasiones por el de antes de casarse e incluso sólo por el apellido, ha dificultado mi lectura que no siempre me ha resultado fluida sino que en ocasiones me parecía que el relato discurría como a trompicones. Y eso que el tiempo discurre de modo lineal en un lapso de unos 10 ó 12 años o así dado que al inicio del relato Franca, la hija mayor, tiene unos 12 años, está entrando en la adolescencia, y cuando acaba está con 21 ó 22 años.

Estos personajes, salvo los de la pareja protagonista formada por Viri y su esposa Nedra, me
parecen poco dibujados, incompletos, como sin perfilar. Todos ellos comparten el mundo social de sofisticación, alto nivel cultural, elevado poder adquisitivo, viajes, amantes, etc. en que viven pero aparte de servir de acompañamiento a los dos principales son como de cartón piedra y poco se puede decir de ellos salvo el nombre de algunos: Arnaud, Peter y Catherine, Larry Vern, Marina y Gerald Troy, Peter Daro, Reinhart, Eve, Anthony, Robert Chaptelle, etc.


Los asuntos que se dirimen en esta historia son variados aunque hay tres que en mi opinión

son los fundamentales:

  • El empoderamiento de la mujer representado en Nedra y su contraposición con el personaje de la italiana Lia ansiosa por casarse con Viri y dedicarse a él en cuerpo y alma.
  • Otro asunto, primordial, quizás el más importante es el de la Muerte, el del final y la necesidad de dejar en esta tierra testigo humano del paso por la misma. De ahí la importancia de los hijos. Cuando éstos tengan a los suyos su mirada y el testigo memorial de la familia es ya su responsabilidad y uno puede dar su vida por culminada. El sostenedor de esta idea es esencialmente Viri y también, aunque compitiendo con su afán liberador, Nedra:
"Los hijos son nuestra cosecha, nuestro cultivo, nuestra tierra. Son pájaros a los que se da suelta en la oscuridad. Son errores renovados. Pero son la única fuente de la que puede extraerse una vida más cumplida, más lúcida que la nuestra. De un modo u otro harán una cosa, irán un paso más lejos, verán la cima. Creemos en ello, en el resplandor que despide el futuro, los días que no veremos. Los hijos deben vivir, deben triunfar. Los hijos tienen que morir; es una idea que no podemos aceptar. " (p. 77)
    El tercer asunto en importancia es la cuestión de en qué consiste el triunfo en la vida. ¿Tiene que ver con la fama? Nedra que achaca a su marido Viri el hecho de no haber triunfado en la arquitectura pregunta a Reinhart amigo de la pareja: "Lo que yo quisiera saber -dijo Nedra- es si la fama debe formar parte de la grandeza. " Esta obsesión de Nedra por la fama, por la grandeza, por el triunfo en la vida, está a años luz del pensamiento de su marido, quien considera que la mediocridad es el camino de la felicidad ("Tenemos que ser borrosos, debemos ser afables ").
"Tenía una figura más compacta que Nedra y una boca algo cruel, de labios blandos, complacientes consigo mismos, y sonrisa irresistible, taimada. Su cara tenía la resignación huraña de chicas que examinan objetos en los que no ven utilidad, chicas traicionadas por las circunstancias, obligadas a trabajar los domingos, chicas en burdeles extranjeros. Era una cara adorable. " (p. 216)
"Las niñas se sientan a la mesa donde come su abuelo, el padre de Nedra, viajante de comercio, hombre de ciudad provinciana, con su tos amarilla, sus cigarrillos Camel siempre al alcance de la mano. Su voz está desenfocada, sus ojos empañados, apenas parece reparar en ellos. " (p. 45)

De los personajes secundarios que antes he afirmado que me parecen vacíos, poco concretados, como desdibujados, sin embargo quiero destacar cómo con frecuencia James Salter los dota de identidad caracterizándolos con referentes literarios o cinematográficos. Son referentes no siempre complicados, pero sí en ocasiones:

  • "Arnaud llegó aquel verano. Su llegada fue digna de Chaplin. Se presentó con Eve en un descapotable blanco ", p. 112
  • "Viri leía 'Las Navidades de un niño en Gales '", p. 102 [poemario de Dylan Thomas],

Finalmente las alusiones y citas de autores son muy abundantes (Dinesen, Borges, Simone de Beauvoir, Keats, Shelley, Céline, Montaigne, Roger Vailland, Kazantzakis, etc., etc.). De entre éstos es especial el apego que el autor siente por nuestro país y así Valle Inclán, aunque equivocadamente, es nombrado en el relato ("-Valle-Inclán era manco -declaró-. Se amputó un brazo para parecerse a Cervantes. ", p. 92). También hay una alusión interesante a España y nuestra Guerra Civil pero no en su aspecto bélico sino usando nuestro proverbial y tópico carácter apasionado como término de comparación en el debate que sobre Norteamérica en ese momento se está produciendo en la conversación que mantiene el matrimonio de Viri y Nedra con el de Claire y Alba:

"Quiero decir que las pasiones totalmente ciegas, la falta de moderación... esas cosas son como una fiebre. Bueno, es más que eso. Quizá nos alarme algo que no hemos advertido antes, que siempre ha existido, pero no lo creo. ¿Conocen la historia de la Guerra Civil española? No me refiero al aspecto militar. " (p. 207)

Esta novela estructurada en cinco apartados me ha parecido interesante. Presenta la vida de la sociedad urbana y culta americana durante los años 60 [la novela apareció en USA en 1975; en España hubieron de transcurrir 20 años para verla editada por vez primera.]. Muestra las contradicciones inherentes a las personas y la enorme dependencia que sentimos unos de otros. Todos buscamos un Paraíso que algunos (las dos hijas del matrimonio, Franca y Danny) sitúan en la niñez al recordar los cuentos que el padre inventaba para ellas; otros, los adultos -en especial Viri- en la casa junto al río Hudson donde amó a sus hijas ("estar próximo a un hijo, por quien uno lo consumía todo, cuya vida estaba protegida y nutrida por la tuya propia, tener a ese hijo a tu lado era la alegría verdadera, la más profunda, la única. ") y otros -evidentemente Nedra- que en su afán por conquistar la libertad sacrifica la felicidad, o sea, el Paraíso, por ella ("-¿Eres feliz? -preguntó él. Ella se rio. La felicidad. Ella quería ser libre. ").

En una novela plenamente inmersa en la literatura, que presenta la vida teatral e hipócrita de una pareja que camina poco a poco hacia su disolución, el Teatro -la asistencia al mismo y su uso como referencia- tiene una relevante función. Aparecen citadas obras de Chejov (" El jardín de los cerezos", por ejemplo) pero sobre todo de Henrik Ibsen. Del autor noruego, Viri verá una reposición de " El maestro constructor". Viri se ve reflejado en el personaje de la obra: Halvard Solness, un gran constructor noruego que no quería ser llamado arquitecto. En justa correspondencia, Nedra fue respecto a él la de " Casa de muñecas".

¿Es una novela recomendable? Pues yo creo que sí. Eso sí, hay que aguantarle el pulso durante las primeras cuarenta o cincuenta páginas, no arredrarse. Si se logra vencerlas el disfrute de la lectura es completo. Esta generación de autores norteamericanos y otros muchos europeos -ya lo he dicho más veces- quedaron un tanto opacados por la enorme floración de escritores que durante esos años se dieron en ambos continentes. Por esta razón no llegaron a España en el momento de su publicación y hubieron de esperar a finales del siglo XX e incluso a ahora mismo a que las editoriales los incluyesen en sus catálogos. Es algo muy de agradecer, desde luego.


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