Revista Cultura y Ocio

Anselmo Lorenzo habla de Masonería

Por Ritofrancesmoderno
Anselmo Lorenzo

Núcleo fundador de La Internacional. Anselmo Lorenzo, número 9

Posteamos a continuación un texto, copiado de la obra “El proletariado militante”, de Anselmo Lorenzo. Aquí habla el masón anarquista, el masón luchador social, el masón miembro del Núcleo fundador de la Internacional en España. Sin alharacas, con sencillez y franqueza, escribe “el abuelo” sobre su condición masónica y cómo ésta no solo no se enfrenta sino que sino que se complementa con la militancia proletaria y con el anarquismo.

El capítulo 5, titulado “Incidentes desagradables”, se refiere a problemas con los que se encontraron los miembros del Núcleo fundador de la Internacional en España. Una parte ciertamente no irrelevante la dedica el autor a la masonería:

Pronto surgió una nueva causa de perturbación; algunos de los antiguos compañeros del Orfeón, que también ayudaron al Núcleo en sus primeros trabajos, se iniciaron en Masonería, a la sazón de moda en Madrid por efecto del prestigio que alcanzó con las manifestaciones masónicas públicamente verificadas con motivo del entierro de Escalante, militar muy popular, jefe por aclamación de las fuerzas ciudadanas y autor de la idea de armar al pueblo franqueando la entrada al parque de artillería, y luego con el del ex infante don Enrique, muerto en desafío por Montpensier.

De dos maneras llegó a nosotros la tentación masónica: a unos excitando la ambición tratando de persuadirles que el masón encuentra protección en todas partes, y que basta darse a conocer por el signo secreto en donde quiera que se halle para que la protección venga de modo misterioso como por la invocación a la varita de virtudes de los cuentos de hadas; a otros se les hablaba de la antigüedad de la institución, de la circunstancia de haber acogido en su seno a todos los grandes hombres que con sus virtudes, con su saber, con sus descubrimientos o con su martirio han honrado la humanidad y han ido elaborando lentamente ese progreso que únicamente se halla al fin de los trabajos masónicos, a pesar de cuantos obstáculos intenten el oscurantismo y la tiranía.

No dejó de costarnos algún trabajo desvanecer aquella fraseología: necesario fue recurrir al sentido común para demostrar que el celo de los aprendices masones, con su intemperancia de neófitos, más perjudicaba que beneficiaba la causa que defendían: Si, como dice Ragon en su Historia de la Masonería, esta institución es tan antigua como el mundo, hasta el punto de afirmar que la primera logia fue el paraíso terrenal y su primer venerable fue el h. Adán, esa misma antigüedad demuestra su ineficacia, porque la tiranía y la explotación tienen seguramente la misma fecha y aun viven frescas y lozanas.

Muchos años después, y permítaseme consignar aquí este recuerdo que juzgo oportuno aunque no del todo pertinente al objeto de este trabajo, vino uno de aquellos amigos, José Velada, delegado por el Fomento de las Artes , a visitar la Exposición Universal de Barcelona, y tuvo la atención de visitarme, que le agradecí, y no poco se admiró de ver que lo que por excitación suya no quise hacer en Madrid lo había hecho en Barcelona espontáneamente; y mientras él hacía ya muchos años que era masón durmiente y no había pasado del grado 3º, era yo masón activo, grado 18º, orador de la Resp. Log. Hijos del Trabajo, y primer inspector del capítulo del mismo nombre, teniendo el gusto de presentarle en mi Logia y demostrarle delante de los hh. Que no hubo nunca antagonismo entre la Masonería y La Internacional, antes al contrario la primera sirvió de auxiliar a la segunda en sus comienzos.

Y si la idea de aquel antagonismo es falsa; la misma falsedad entraña asegurar que pudiera haberle entre la masonería y el anarquismo, con lo que deseo desvanecer preocupaciones, no de los profanos, como llaman los masones a los que no lo son, sino de los masones mismos, entre los cuales no faltan, y en Barcelona abundan, quienes pretenden hacer injustamente exclusiones de individuos y limitaciones de ideas que la institución no autoriza, y si lo hiciera, peor para ella, porque equivaldría a la declaración de propia nulidad, ya que nulo es cuanto se opone al progreso.

Lo que pudiera llamarse el conflicto político y el conflicto masónico, que fueron para el Núcleo como son el sarampión y la escarlatina para los niños, se pasaron bien, y aun puede decirse que le fortalecieron y dieron nuevos bríos para vivir: se había probado la propia resistencia, se había aprendido a luchar y se había disfrutado de las dulzuras del triunfo, la consecuencia fue desarrollar nuevas y poderosas energías”.


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