Después de Vengadores 2 (algunos, desde Iron Man 3), existe una estigma imborrable en las producciones de Marvel. Esa fórmula de entretenimiento que les garantizó éxito, ahora se ha vuelto decadente, molesta y plenamente conformista.
Yo inclusivamente justificaba sus intentos mediocres porque pensaba que lo mejor llegaría cuando los superhéroes se unieran en una gran batalla para vencer el mal. Que Marvel eventualmente llevaría el género del cómic a nuevos niveles, emociones, imágenes icónicas que cercenarían mi memoria por todos los tiempos. Pues heme aquí como el meme con el esqueleto en espera de algo, que por lo visto, jamás llegará.
Ant-man no hace nada para remediar el mal que aqueja al universo Marvel. Al contrario, reafirma su dominio en el cine con lo mismo de siempre y el público lo aplaude porque al final su propuesta se califica como “entretenida”.
Paul Rudd es el actor modelo primavera-verano que interpreta a un súper héroe capaz de disminuir el espacio entre los átomos, permitiendo cambiar a conveniencia sus dimensiones. Entre otros beneficios están el poder comunicarse con diferentes especies de hormigas, súper fuerza… y ya… creo que eso es todo.
Las circunstancias en las que el personaje obtiene sus poderes parecerían importantes, más nunca lo son porque la película desde el inicio te invita a no tomarte las cosas tan en serio. Con todo y la experiencia de vida de Scott Lang (Paul Rudd) de ser un ex-convicto, mal padre y con un futuro reincidente; el enfoque del director de Peyton Reed es uno de fantasía donde por producto del destino (más bien conveniencia) todo se soluciona por si mismo.
Y no culpo el querer tomarse todo a la ligera, porque el libreto tan manoseado por tantos cerebros (Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay, Paul Rudd), al tener un ángulo realista no permitiría ese aspecto de entretenimiento que se busca en las producciones de Marvel. Entraría al espacio aéreo de Los 4 Fantásticos, y ya sabemos como terminó tal desgracia cinematográfica.
Lo que pasa con este filme es que no aporta demasiado al universo de los súper héroes. Sus pretensiones son del momento y por lo tanto no tiene mayor trascendencia que el incluir más personajes para el gran evento con ciertas gemas del infinito.
Hasta el cameo con un personaje de los Vengadores, por más que aparenta ser inteligente, sólo pone en evidencia que Ant-Man es un extra al cual por obligación se continuó el proyecto de película que data desde 2006. Que por cierto, el director Edgar Wright (Trilogía del Cornetto) descartó porque al final poco quedaba de su visión original, al incluir cameos o degradar la trama a otro producto más de Marvel. ¿Les suena familiar? ¡Cough! Vengadores.
La trama es sencillamente reclutar a un ladrón para destruir la tecnología capaz de disminuir el tamaño de los individuos. Su potencial bélico es tentador para las fuerzas del mal y su inventor Henry Pym (Michael Douglas) no está de acuerdo.
Con una cantidad adecuada de efectos visuales, el mundo de Ant-man es abundante en cuanto a adrenalina se refiere. Lo que destaca es una pelea que involucra la caída libre desde un helicóptero y un teléfono inteligente. Donde queda a deber es un desenlace de risa que es limitado a una recámara de una niña. No estoy bromeando.
Nos hemos quedado cortos en el departamento de villanos. No se que sucede. Quizás es el libreto o la elección de actores, o de plano los directores no logran definir lo que es un auténtico villano. Algo pasa que tenemos fracaso, tras fracaso con personajes que son del momento, tan desechables como los lentes de 3D que provocan jaquecas.
El actor Corey Stoll como el antagónico Yellowjacket, es otro más que debe de afiliarse al club de víctimas y no tanto de trascendencia en villanía. Su personaje se limita a gruñir ambición, incomprensión, envidia y resentimiento. Todas excelentes cualidades, si no fuese porque lo transforman en el vendedor estrella de Hydra, que por cierto tiene claras fallas de elección de capital humano. Todos ahí son una bola de incompetentes. ¿Dónde está Red Skull? Se me olvidaba, también fue desechado.
Del otro lado del espectro, nuestro personaje principal es de lo mejor que tiene la película. El actor Paul Rudd tiene el carisma necesario para la audiencia familiar que busca distracción y no tanto drama. Además que no pensé que se le diera tanto las escenas de acción. No cabe duda que Marvel está encontrado en comediantes materia prima para sus películas.
Regresando al drama. Espero jamás volver a ver a la actriz Evangeline Lilly intentar derramar una lágrima. Es pésima. Desde la serie de televisión ‘Lost’, pasando por Hobbit y ahora como la hija que descubre la heroica y triste historia de la muerte de su madre. Esta mujer no puede, ni debe de ser expuesta a una actividad que no se le da. Su representante debe de buscar personajes de robots, androides o terminator.
Lo bueno es que no dura mucho su pequeño momento de actuación y la mayor parte del tiempo interpreta una mujer con carácter que reclama de su padre la herencia heroica a la cual esta destinada. Además que la peluca que utiliza ayuda demasiado a olvidarme que prometió no regresar a la actuación. Por lo visto los gastos la obligaron a hacer lo contrario.
Otro punto a favor es el famoso actor Michael Douglas que aparece muy cómodo en está película de súper héroes. Aún con el libreto que lo obliga a recitar tanta pseudociencia. Jamás dude ninguna sola palabra que salió de su boca. Espero volverlo a ver en algún otro lugar de mayor importancia.
El director Peyton Reed no es tan famoso como para conocer su estilo de trabajo, y me imagino la presión que tuvo al tener que continuar la obra de otro con entrega inmediata. Su labor es aceptable porque la acción se desarrolla con claridad, los efectos nos mantienen atentos y los personajes definidos con todo y clichés. Si, estoy hablando de ti Michael Peña.
Y aún cuando Ant-Man logra salir librado en su primer intento, es imposible borrar el estigma de mediocridad. Se ha vuelto un ejercicio predecible el ver una película de Marvel, en donde el entretenimiento se basa en sinergias con otros personajes, vender más películas, más juguetes, y otra secuela con villano desechable y sin consecuencia alguna.