Revista Cultura y Ocio

Ante Dios, caen los ídolos.

Por Santos1
San Saturnino de Roma, presbítero y compañeros mártires. 29 de noviembre.
Ante Dios, caen los ídolos.Según su leyenda, era Saturnino un sacerdote cartaginés que a finales del siglo III se trasladó a Roma. Junto a otros cristianos fue apresado y condenado a trabajar en las obras públicas, como caminos o baños. Allí se relacionaron con San Ciriaco (8 de agosto). Los cristianos eran tratados con más dureza que otros esclavos o condenados, pues además, frecuentemente eran invitados a apostatar para librarse del castigo. Esto según las tradiciones piadosas, pues oficialmente no consta.
Para los cristianos, sabido es, padecer por Cristo no era un tormento, sino que lo vivían con paciencia y aún con alegría, alentándose unos a otros con oraciones, cantos y palabras. Se atendían caritativamente y se socorrían en sus penas. De los más activos eran Saturnino y su diácono Sisinio, que no descansaban por socorrer a los demás, y darles el aliento de la fe. El comandante Espurio lo comunicó al emperador Maximiano, en cual mandó traerlos a su presencia y una vez hecho, les intentó obligar a sacrificar a los dioses, pero los dos clérigos se negaron. Entonces Maximiano los mandó a la cárcel bajo la vigilancia del cruel Landicio. Treinta días padecieron castigos y vejaciones, pero los tres santos solo alababan a Cristo y confortaban a los allí encerrados. Al cabo del mes de prisión, fueron presentados ante Maximiano, el cual había puesto un ídolo en medio del tribunal, para que Saturnino y Sisinio sacrificaran. Pero estos, apenas entraron a la sala y lo vieron, dijeron: "Que el Señor de las naciones, avergüence a tus dioses", y el dios cayó y se rompió en pedazos. 
Fueron castigados en el potro, donde les estiraron los músculos y les rompieron los costados flagelándoles con escorpiones, pero Saturnino y su diácono cantaban: "Gloria a ti, Jesucristo, porque nos has permitido compartir la gloria de tus siervos". En ese momento, dos soldados que había allí, llamados Papías y Mauro, adoraron a Cristo y se convirtieron a la fe cristiana y clamaron a Landicio: "¿Cómo es posible que el diablo tenga tanto poder sobre ti, para que seas tan cruel con estos dos hombres santos?". Entonces Landicio mandó que con piedras les rompieran las bocas a ambos soldados. Luego todos fueron arrojados a la cárcel, y allí siguieron atormentándoles. Finalmente, como veían que nada reducía a los santos, les llevaron a las afueras, y en el primer miliario de la Vía Nomentana les decapitaron. 
Un cristiano piadoso llamado Tasso les sepultó el 29 de noviembre, sobre 303, en su propia casa, en la Vía Salaria. Esta “depositio” la recogen los martirologios antiguos, aunque los datos sobre la vida y martirio son posteriores y legendarios. En el siglo V se levantó una iglesia en su honor, que subsistió hasta el terremoto de Roma en el siglo XII.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XIV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 29 de noviembre además se celebra a los Beatos Dionisio y Redento, carmelitas mártires.

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