Apasionante libro de este neurocirujano inglés. Hilando casos y vida personal con sabiduría narrativa. Competente, dedicado, sincero, didáctico. Empático. Honesto con límites y fracasos personales y profesionales. Desentonan a veces su suficiencia, el recurso algo frecuente al sarcasmo, la vanidad y la frecuente insatisfacción.
Una de las muchas cosas que aprendo es la importancia, cuando tenemos que ayudar a otros, de esforzarnos en lograr un difícil equilibrio: no renunciar a la verdad sin aniquilar la esperanza.
Un clásico en algunos científicos, la incredulidad respecto al alma:
La neurociencia nos dice que es altamente improbable que tengamos alma, pues cuánto pensamos y sentimos no es ni más ni menos que el parloteo electroquímico de nuestras neuronas. Nuestro sentido de la identidad, nuestros sentimientos y pensamientos, el amor que mostramos a los demás, nuestras esperanzas y ambiciones, nuestros odios y temores, todo eso muere cuando el cerebro muere. Este punto de vista nos priva de una vida más allá de la muerte, y convierte nuestros cuerpos en simples autómatas, máquinas de carne y hueso.
Lo mejor, su honestidad:
Si no ocultas ni niegas tus errores cuando las cosas salen mal, y si los pacientes y sus familias saben que estás afectado por lo ocurrido, quizá, con un poco de suerte, recibirás el valioso regalo del perdón.