Tras las derrotas de Austria (1866) y Francia (1870) a manos de Prusia y la finalización de las unificaciones de Italia Alemania, comenzó una nueva etapa en las relaciones internacionales europeas dejando atrás el equilibrio establecido en el Congreso de Viena. El político conservador inglés B. Disraeli lo percibió claramente: "el equilibrio de fuerzas ha sido completamente destruido". Desde 1870, hay una nueva relación de fuerzas caracterizada por la preponderancia de Alemania que se va a convertir en el principal protagonista de las relaciones internacionales.
Bismarck se propuso crear unos complejos sistemas de alianzas que, consagrando a Alemania como "arbitro" de la política europea, fueran capaces de garantizar la paz en Europa (tras la guerra Franco-Prusiana, Bismarck quiso mostrar una cara pacifista). Estos sistemas de alianzas obedecieron a la consecución de una serie de objetivos marcados por Bismarck:
- Aislar diplomáticamente a Francia teniendo en cuenta su posible afán de revancha tras la guerra Franco-Prusiana y sus previsibles intentos por recuperar Alsacia y Lorena. Había que evitar que Francia pudiera tener aliados.
- Mantener a Inglaterra en su "espléndido aislamiento" respecto a la política continental. Había que evitar que se acercase a Francia y a Rusia. Pabón afirma que Bismarck trata de evitar la conjunción de un gran poder marítimo (Gran Bretaña) con un gran poder continental (Rusia).
- Establecer una alianza con los imperios conservadores de Europa: Rusia y Austria-Hungría. Era difícil una alianza conjunta debido a que los intereses de estos dos imperios chocaban fuertemente en los Balcanes.
La diplomacia secreta que permitía prometer a unos y otros lo mismo, se acabó convirtiendo en uno de los grandes peligros para la paz mundial. Así lo reconoció el presidente norteamericano Wilson cuando, finalizando la Guerra, propuso su famosos 14 puntos para la paz, en el primero de ellos se pedía el fin de la diplomacia secreta.