Todos tenemos a una Bella y a una Bestia dentro. Cada uno la suya. Nadie se libra, aunque de puertas para aFuera lo parezca. Somos Uno, bailándole a la vida las canciones que ésta nos canta.
A veces, perdemos el ritmo, nos desequilibramos y nos caemos. Otras, lo clavamos. Pero siempre, hacemos lo que podemos con lo que sabemos. Tú, yo y al que culpamos de nuestros males o de los males del mundo.
Recuerda que tú también puedes dañar y seguro que en alguna ocasión lo has hecho. Ya sea consciente o inconscientemente. Te lo hayan dicho o no. Y este daño, después de rascar y rascar y rascar, viene finalmente abanderado por la falta de Amor. Por la ignorancia a la hora de Amar.
Si miramos a nuestro alrededor, si nos miramos a nosotros mismos, y con la honestidad por delante, veremos que no tenemos ni idea de lo que es el Amor, de cómo amarnos y de cómo amar al otro.
Necesitar a alguien no es Amor. Depender de alguien para ser feliz no es Amor. Dar sólo si voy a recibir no es Amor. Decirle al otro cómo me tiene que amar para que yo me sienta llena y no abandonada, no es Amor. Eso es estar VACÍO de amor. Y cuando estamos vacíos, cuando no sabemos gestionar ese vacío, esa soledad, lo que hacemos es Reclamar FUERA, a grito pelao, de diez mil maneras diferentes. A quien sea que nos pase por delante. Y si no lo hace (que por mucho que quiera, no puede) ‘él es el culpable de mi infelicidad’. Se llame marido, esposa, padre, madre, hijo, amigo o jefe.
Y, ¿sabes?. No pasa nada por no saber Amar. Aún somos unos cachorritos que estamos aprendiendo a gatear. Pero nos comportamos como si YA debiésemos volar. Cuando somos crisálidas y no mariposas. Exigimos para nosotros lo que nosotros no hacemos con el otro. Porque ninguno de los dos sabemos cómo hacerlo. Porque no es algo que se aprenda en un libro ni en un curso ni en un viaje. Es un HACER DESHACIENDO lo que nos han mal-enseñado, mal-CREÍDO.
No puedo decir lo que es el Amor o cómo Amar porque yo aún no lo he averiguado. Sé que nada ni nadie que no seas tú, con tus experiencias, te lo puede enseñar. Sé que cuando parece que has llegado al final, se abre otra puerta que dice: Principio. Y es como volver a empezar. Eso sí, con una capa menos por desCubrir.
¿Cuántas hay? ¿Cuántas nos quedan? Ni idea.
Mi mayor Bestia se llama Exigencia. En general. Y de ella deriva el exceso de responsabilidad. De SER responsable. Conmigo y con los demás. Cuando mi Bella está en baja forma…, la Bestia toma el mando y sale a la Luz con más facilidad. Y si la Luna está llena de aullidos, se pega un buen festín de recriminaciones al primero que pilla. Con razón o sin. (¿Qué es con razón…?). Y de postre, se come a mi posterior culpa con patatas. Ya que la exigencia lo es para todo. Para el SER PERFECTO también. Luego mi Bella entra en acción, acompañada por la compasión, baila un ‘agarrao’ con la Bestia para que se calme su fuego y con un tierno abrazo el ‘cuento’ se da por acabado…
La diferencia entre unos y otros únicamente es la cantidad de veces que sale nuestra Bestia a pasear. Cuanta más falta de amor por uno mismo, más se hace ver. Y cuando digo salir, no tiene por qué ser hacia afuera. Muchas veces sale hacia aDENTRO y te da, a ti mismo, un buen repaso. El dolor es el mismo. Porque no hay ‘tu’ ni hay ‘yo’. Sólo un SENTIR que no entiende de personajes, de nombres y apellidos o de carnes y huesos.
Antes de Juzgar, de condenar, estaría bien que llegásemos antes al ‘Corazón de’, a nuestro corazón, porque Bellas somos todas, pero Bestias… también.
Y yo, como siempre, la primera.
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