Revista Cine
El experimento que hacen el director Richard Linklater, la actriz y directora francesa Julie Delpy y el actor estadounidense Ethan Hawke escribiendo, dirigiendo y protagonizando la trilogía: Antes del Amanecer, Antes del Atardecer y Antes de la Medianoche, y que transcurre en tres singulares entregas en las que se describe la relación amorosa de Jesse y Celine; entra en su tercera entrega en una especie de caida libre en la que el amor se transforma atacado por la cotidianidad. Confieso que padecí estos 20 años después, en los que Jesse y Celine han pasado de ser dos extraños fascinantes que se enamoran sin remedio en una noche fugaz, a convertirse en una pareja de esposos en la que las cargas están mal repartidas.Lejos y acaso los responsables sean, director y guionistas que hayan decidido brindar demasiada realidad o simplemente sean consecuentes con las personalidades de sus protagonistas. La bohemia Viena de la primera entrega en la que el amor explota llenando cada rincón y palabras de los viajeros que se enamoran, se retrata tan bella como es y así se disfruta. La romántica París de la segunda entrega ya deja atisbos de que la cosa no funciona tan bien. Ahora, la noche final de las vacaciones de los protagonistas en la península del Peloponeso (Grecia), aunque llena de hermosos parajes se diluye en la amargada confrontación en un itinerario que aparentemente viaja hacia el no retorno. De nuevo los textos, las actuaciones, las situaciones y el desarrollo son maravillosos y no se puede dejar de vivir con Celine y Jesse su trasegar juntos.