... Tenía esta historia preparada para hoy:
Las puertas abatibles del saloon se removieron asustadas al ser empujadas por los poderosos brazos de Vlady El Terrible. Los parroquianos apoyados en la barra, tras mirar alarmados al recién llegado forastero, optaron por precipitarse debajo de la mesa de billar. La polvorienta cantina, también cogida por sorpresa, decidió apocarse ante aquella mirada de tundra que asustaba a los valientes. Una mirada que durante un segundo se iluminó con un brillo de quasar al ver en la mesa del fondo al grupo de jugadores de Risk.
Vlady El Terrible tableteó con sus poderosos dedos sobre el mostrador y soltó un desafío cortante:
- Los cowboys de Occidente no se enteran, lo que su absurda intromisión provoca. Quizás por tener en sus oídos mucha cera o por tener halitosis en la boca.
Al jerarca inglés casi se le atragantó su cuarto scotch whisky y con el susto intentó levantarse de su silla para luego caer de plano haciendo saltar las fichas. Con voz pastosa, se dirigió a sus compañeros de mesa y les soltó un:
- Shit, shit. ¿Habéis oído a ese cabrón?
- Ni caso, premier - le tranquilizó Joe El Temblón con voz espasmódica y acento arrastrado - Sabemos por la CIA, la NSA, la NRO, la NGIA, y la DEA que antes de sus discursos importantes hace que le pongan viejas películas de James Bond acariciando un gato persa.
- ¿What? -se atrevió a contestar el inglés, que aunque había estudiado Filología clásica, su nivel de alcohol en sangre le impedía entender las sutilezas del lenguaje que se gastaban en la vieja colonia británica del Nuevo Mundo.
- ¿Se creerá líder de Spectra?- soltó el alemán. Nadie le hizo caso, era nuevo y tenía que ganarse la confianza de sus compañeros de Risk.
Vlady se había apoltronado con gesto chulesco en la barra, poco después de que se le hubiera servido un líquido blanco en copa pequeña. Tras un trago feroz, que requirió una rápida reposición, sonrió con cara de fauno satisfecho y lanzó un brindis a la escasa concurrencia.
- Vashe zdorovie!
Por fin, el atildado francés levantó la mirada de sus piezas sobre el mapa, lanzó una mirada relajada a sus compañeros y empezó a levantarse.
- Veuillez m’excusez.
Se sacudió las solapas con brío y se dirigió a la barra. Al llegar, se aclaró la garganta y empezó a hablar con voz cantarina
- Pardon, Monsieur, pero esto no puede seguir así. Sus reses amenazan las tierras de Madame Ucrania y ya se han apoderado de un buen pedazo. No podemos permitirle avanzar, ella nos ha pedido ayuda.
- Madame Ucrania es mi hermanastra ilegítima. Tiene el patrimonio que erróneamente mis antecesores le entregaron y ha demostrado que no sabe administrarlo. Además, franchute, yo sé lo que queréis tú y tus socios.
- Queréis mancillar nuestra sacrosanta patria y que no recuperemos lo que en justicia siempre fue nuestro.
- Mon Dieu ¿No lee la prensa internacional? ¿No ve películas y series de televisión? Ya hemos ganado la batalla del relato, ustedes son los malos.
- Seremos los malos, pero tenemos la llave del gas, los cereales y a los chinos. ¡Entra, Chipín!
- Estoy harto de vuestras patrañas y solo sé que voy a empezar mi reconquista.
El puñetazo sobre la barra con que terminó su réplica, hizo estremecer las mesas y levantó del asiento a los jugadores de Risk que amenazadores se acercaron a El Terrible. El premier blandió su vaso tulipán, el americano sacó su vieja petaca de boy scout para reponer fuerzas bebiendo un trago de bourbon y el alemán le echó una última mirada a su foto del gaseoducto Nord Stream 2 sin poder contener una lágrima.
Tuve que intervenir yo. Salí de detrás de la barra, me puse el mugriento paño limpiavasos en el hombro y rompí la tensión del momento con una fuerte palmada.
- Ya está bien, no quiero broncas en el local. Si quieren jaleo, váyanse fuera. Estoy harto de verlos discutir. Mucho fanfarronear para ver quien es más grande ¿Pero luego qué? ¿Qué pague la gente sus platos rotos? Déjennos vivir nuestra corta vida al margen de sus componendas. No nos usen. No nos manipulen. No nos merecemos ser su rebaño.
Alguien, entre el grupo de litigantes, me soltó casi entero aquel discursito del personaje de Arthur Jensen en Network.
- Vuelvan al lodo. Yo lo quiero todo bien limpio aquí dentro.
Y salieron. Las puertas abatibles del saloon por fin reposaron tranquilas. A salvo de maleantes.
Hoy empezó la bronca.