Revista Cultura y Ocio

Antes de que hiele, de Henning Mankell

Publicado el 12 septiembre 2010 por Flenning

Es tiempo de hablar del héroe Kurt Wallander aun cuando en Antes de que hiele pueda parecer un héroe sin tiempo, un héroe al que se le acabó la fiesta.

A Kurt lo ha rodeado un pesado cansancio, y sus pasos se sienten más vencidos que decididos. Su barriga ha crecido junto con sus manías, como la manía de sopesarlo todo o como la manía de no tener paciencia, ni para lo inexplicable, ni para lo inesperado. Quizás, aquella incipiente actitud compasiva de sus primeros pasos como detective sean hoy un impulso compasivo mucho más sincero y transparente y quizás, debido a esa compasión, también haya crecido su temor.

Es tiempo de hablar de tu vida, Kurt. Es mejor hacerlo ahora, antes de que hiele, porque luego, cuando llegue el invierno de los héroes, te matará el frio de la soledad. Cuando hiele, solo te quedará quemar las cartas, los recuerdos, para avivar el fuego interior. Dirás que el tiempo lo cura todo, pero yo te digo, insisto, en que ya casi no hay tiempo, Kurt. Es mejor que hablemos ahora.

Sé que con el veneno de la aventura circulando por las venas es difícil detenerse y hablar de una retirada. Ya quisiera tener yo tu valor llegado el caso, pero tal vez podrías dejarle a tu hija la tarea de limpiar el mundo de malos. Linda es una copia tuya, tan fastidiosamente exacta, que hasta podrías haberte salvado del pecado de la no existencia.

¿Que haya crecido tu temor tiene que ver con ella, no es así?

Todas las personas, o casi todas, intentamos de manera instintiva entender a los otros seres humanos. Yo intento entender a Kurt; Kurt intenta entender a su hija Linda; Linda intenta entender a su amiga Anna; Anna intenta entender a su padre, Erik y Erik intenta entender a Dios y, por supuesto, al diablo.

«… Cuando se despidieron, Linda bajó al centro para sacar dinero en un cajero. Procuraba ser ahorrativa y la inquietaba imaginarse sin dinero. «Me parezco a mi padre», concluyó, «los dos somos ahorrativos y tacaños […]».

Antes de que hiele, de Henning Mankell

» Leer Más

La búsqueda de Erik…
«Lo inesperado siempre guardaba relación con el diablo. El diablo era tan real como el mismo Dios; le había llevado más de quince años de reflexión llegar a comprender que Dios no tenía sentido sin su opuesto. El diablo es la sombra de Dios, concluyó cuando hubo aprendido aquella verdad. En numerosas ocasiones había intentado provocar al diablo para que se le mostrase en sus sueños, pero en vano. Paulatinamente fue descubriendo que el rostro del diablo estaba en perpetua transformación. Versátil y habilidoso, utilizaba diversas máscaras a fin de adoptar todas las apariencias posibles. Representar al diablo como un animal con cuernos y rabo era uno de los errores cometidos por los cronistas y exegetas de la Biblia. El diablo era un ángel caído. Se había arrancado las alas, le crecieron brazos en su lugar y adoptó forma humana.»

«… Linda volvió a la cama y siguió mirando fijamente el techo. «¿Qué sabemos de las personas?». La imagen de Anna no abandonaba su pensamiento. Pero se le antojaba una persona extraña, desconocida. También estaba Mona, desnuda y con una botella en la mano. Linda se sentó nuevamente en la cama. «Estoy rodeada de chiflados», resolvió. «El único que es totalmente normal es mi padre». Salió al balcón y comprobó que aún hacía calor. «A partir de este instante, dejaré de preocuparme por Anna», se dijo, «y me dedicaré a disfrutar del buen tiempo […]».

En el ocaso de un héroe, la búsqueda de una respuesta, una respuesta a un enigma policial en este caso, se vuelve una búsqueda existencial. En el ocaso, cualquier ocaso, todo se resignifica. Es mejor que lo tengas claro, Kurt. No olvides ceder a tiempo tu testimonio, tu documento de vida, tu mensaje.


«… Linda salió de la habitación sin decir adiós. De camino hacia el vestíbulo, lo oyó tocar el piano. Echó una ojeada a las otras habitaciones, que estaban desordenadas y olían a cerrado. «Un hombre solo con su música», concluyó. «Como mi abuelo con sus cuadros. ¿Qué me quedará a mí cuando llegue a esa edad? ¿Qué le quedará a mi padre? ¿Y a mi madre?, ¿una botella de alcohol?».

Entender al otro es una tarea compleja porque solo contamos con nuestros sentidos ordinarios llenos de hipótesis débiles y falibles; sin embargo, lo intentamos.

La vida de Kurt Wallander está poblada de interesantes e innumerables preguntas y Antes de que hiele parecer ser un punto de reunión de muchas de las respuestas. Llegan a él en forma de un gran trabajo intertextual. Toda la saga Wallander parece resumirse en su tiempo de no tiempo, en el invierno de su vida. Solo espero que también encuentre una respuesta para este ultimo enigma: «Gud krevet. Dios lo exige... Pero ¿qué exige Dios? ¿Que se destruya una tienda de animales, que unas criaturas indefensas sucumban entre tormentos y padecimientos?».


Volver a la Portada de Logo Paperblog