En España hay más de 6 millones de parados oficiales, sin contar la economía sumergida y los que ya no se apuntan al paro porque piensan que es inútil, como 2 de mis hijos.
Pero en el Estadio de Lisboa, ayer, no cabía ni siquiera un alfiler más.
El otro día, eddie citaba a Ellacuría: nadie tiene derecho a lo superfluo mientras haya quien no tiene lo absolutamente necesario.
Ellacuría y otras siete personas de su entorno fueron asesinados en San Salvador y éste es uno de esos crímenes que quedan impunes.
Monseñor Romero: un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:
“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.
Mújica:LA REPÚBLICA quiso conocer la opinión del Presidente sobre la nota que recientemente publicara el diario “ABC” de España titulada “Mujica, el presidente más pobre”. Al respecto dijo: “Yo no soy pobre, pobres son los que creen que yo soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero sólo para poder ser rico".
“Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me motivan. Y si tuviera muchas cosas tendría que ocuparme de atenderlas y no podría hacer lo que realmente me gusta. Esa es la verdadera libertad, la austeridad, el consumir poco. La casa pequeña, para poder dedicar el tiempo a lo que verdaderamente disfruto. Si no, tendría que tener una empleada y ya tendría una interventora dentro de la casa. Y si tengo muchas cosas me tengo que dedicar a cuidarlas para que no me las lleven. No, con tres piecitas me alcanza. Les pasamos la escoba entre la vieja y yo; y ya, se acabó. Entonces sí tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma. No somos pobres ta?”.
Hay mucha gente en el mundo que piensa como yo, que piensa como nosotros.
Cuando yo era joven quería ser escritor y me pasaba todo el puto día escribiendo. Mandaba todo lo que escribía a los premios porque todavía era tan ingenuo que pensaba que en ellos imperaba no sólo la justicia sino también la sinceridad, hasta que comprendí, porque yo también comencé a formar parte de algunos de los jurados de los premios, que todos estaban manejados de alguna manera por los que los convocaban. Y mi mujer me machacaba continuamente: si todo el tiempo que dedicas a escribir lo emplearas en trabajar en otros sitios, además de Telefónica, a lo mejor no pasábamos tus hijos y yo tantas dificultades. Y pensé que tenía razón, y busqué otro empleo y otro y otro hasta que compatibilicé 5 y apenas si dormía 3 horas. Y me machacaba por dentro preguntándome ¿por qué yo no puedo ser escritor? Y pensaba que si viviera en Cuba, donde todos tienen asegurado un mínimo vital, yo me dedicaría a escribir desesperadamente. Pero Cuba estaba demasiado lejos para un tío como yo para el que salir de casa y cruzar la calle era una odisea inabordable.
Tal vez por eso concuerdo con Ellacuría y Mújica, porque no quiero nada que no sea imprescindible para vivir, tal vez por eso pienso que a Mújica lo matarán más pronto que tarde, porque gente como él y como yo ya no podemos ni quizá debemos vivir, porque estamos desfasados, vivimos en un mundo que ya no es el nuestro y no hacemos más que estorbar o, por lo menos, incomodar a los que han vendido su alma al diablo y viven de otra manera, haciendo lo que sea necesario por ir a Lisboa a ver ese maldito partido de fútbol.
Y, entonces, como apuntaba eddie, en comentario del otro día, quién es el guapo que va y le dice a uno de esos tíos que lloraban en la grada porque su jodido equipo iba perdiendo que aquello era indigno de un ser humano, que él no tenía derecho de estar allí, mientras, oficialmente, eh, sólo oficialmente otros 6 millones de personas como él, y sólo aquí, en España estaban en el paro y, lo que es peor, veían morir en medio de la peor de las miserias a sus propios hijos.
O sea que de “panem”, como decían los romanos, pan, que decimos nosotros, nada, circo, todo el que nosotros queramos, ¿han visto la foto de Aznar levantándose de su asiento para felicitar a Florentino?
Que estos dos tíos no sólo vivan sino que también, como diría Cicerón vengan, vayan, al estadio, y aplaudan frenéticamente lo que hacen sus gladiadores, mientras en Irak en esa guerra que el 1º contribuyó a crear, todos los días mueren casi 100 personas y en España, en esa otra guerra solapada y silenciosa, todos los días se expulsa de sus casas para dárselas a los Bancos varios miles de personas de la cuales un alto porcentaje no tendrá más remedio que suicidarse.
Yo no me voy a andar por las ramas porque no tengo el temple acerado de Ellacuría y Mújica, ni mucho menos aún de monseñor Romero, malditos sean todos esos tíos que son capaces incluso de matar con motivo de que uno de sus héroes balompédicos ha sido lesionado por otro jugador, mientras a su lado, estoy seguro, un niño, un viejo o un enfermo se muere por pura y puñetera hambre o falta de asistencia, mientras él muere también, vendiendo droga, mata, para tener dinero para ir al fútbol sea donde sea.
Esos tíos no son seres humanos, como no lo eran los que iban al circo romano a ver como los leones devoraban a otras personas o los gladiadores se mataban entre sí para sobrevivir, sí, entonces, es posible que fuera cierto eso de “panem et circenses”, ahora con 6 millones de parados, 36 millones de personas si damos por supuesto que cada familia está compuesta por 6 personas, de pan, nada, no es una hecatombe ni una catástrofe, es un crimen del que todos somos tan autores como ellos los que bajan el pulgar hacia el suelo todos los putos días.
No tenemos ninguna clase de perdón, nos merecemos, y más, todo lo que nos pasa.