Tuvieron que pasar siete largos años desde el nacimiento como banda de Marilyn Manson en 1989 por obra y gracia del cantante Brian Hugh Warner y el guitarrista (recientemente fallecido) Scott Putesky, hasta que el desafío underground adquirió el tamaño suficiente como para convertirse una amenaza real para la siempre políticamente correcta sociedad norteamericana. Y, por extensión, para los sectores conservadores de todo el planeta.
La realidad es que nadie lo vio venir, a pesar de que su disco de debut, Portrait of an american family, ya contenía ingredientes con diversos grados de provocación que se colaron en los hogares de 2 millones y medio de compradores en 1994. Y mientras esto ocurría, la identificación entre Brian Hugh Warner -la persona- y Marilyn Manson -el personaje líder del combo- proseguía sin limitaciones su empoderamiento.
ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO 1
Así las cosas, cuando el 8 de octubre de 1996 llegó a las tiendas el segundo disco del grupo, Antichrist superstar, Marilyn Manson se abrió paso a través de la plomiza borrasca del fin del mundo convirtiéndose de la noche a la mañana en el enemigo público número 1. No es que se acercara una amenaza, es que él era la amenaza y sonreía con turbadora y retadora autocomplacencia desde el epicentro de la tormenta.
Y mientras el álbum se encaramaba hasta el tercer puesto de la lista de ventas Billboard 200, millones de norteamericanos se preguntaban temerosos y espantados quien era ese bigardo escuálido de rostro ' picassiano' al que se le marcaban las costillas y que parecía llegado desde el mundo subterráneo de las tinieblas no precisamente para repartir amor (tampoco para vender discos, aunque eso sí lo hizo a lo grande superando las 7,5 millones de unidades despachadas).
El susto era considerable y razonable ya solo escuchando las atmósferas opresivas, densas, inquietantes y por momentos escalofriantes que había preparado el grupo con la incuantificable ayuda en la producción de Trent Reznor (Nine Inch Nails) junto a Sean Beavan y Dave Ogilvie. Distorsión atormentada y profundos graves para una banda de rock industrial que derrocha agresividad electrónica.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Pero el verdadero desafío llegaba con el concepto en sí del disco, inspirado por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, abordando temas como la religión, los totalitarismos, las adicciones y los excesos. Con una teatralidad demoníaca, Marilyn Manson (ya nunca más Brian Hugh Warner), usó para el disco letras hebreas, números romanos, ángeles caídos, diagramas médicos y demás iconografía ceremoniosa.
Convertido en el dictador nihilista y demoníaco del rock, Manson cumplió su idea de perpetrar un ritual musical que sirviera como banda sonora para el apocalipsis a través de composiciones tan generacionales como Irresponsible Hate Anthem, The Beautiful People, Tourniquet, Mister Superstar, Angel with the Scabbed Wings, Antichrist Superstar, The Reflecting God o Man That You Fear.
"Las letras y los ideales expresados en este álbum son las de un personaje llamado Antichrist Superstar, interpretado por mí y por todas aquellos que conforman los Estados Unidos de América. Aquellos que no admitan y no se percaten de lo que ha sucedido van a tener miedo y se sentirán ofendidos", planteó el cantante en una entrevista promocional del álbum.
PROFUNDA CONTROVERSIA
Y añadió entonces: "Todo lo que me propuse realizar en Antichrist Superstar lo he conseguido. No me enfoqué exclusivamente al concepto del álbum, sino también en todo lo que las personas iban a comentar. Aprendí que la gente tiene un largo camino por recorrer cuando se trata de pensar en ideas diferentes, cuando se trata de Dios. A mí me gusta hablar de temas que a la mayoría de las personas les asustan".
El álbum tuvo varios singles con notable éxito, principalmente The beautiful people, tema esencial del rock de los noventa (una década especialmente poblada de clásicos, por cierto). La letra surgió de un libro editado en la década de los sesenta que contaba la historia de la familia Kennedy, relacionándola con la política, la moda y la cultura.
Junto a The Beautiful People, hubo también videoclips para sencillos como Tourniquet, Cryptorchid, Antichrist Superstar y Man that you fear. Todos ellos alegóricamente extraños. Este último está dirigido por Wiz y muestra todo lo que acontece en el último día de Marilyn Manson en la Tierra, antes de que muera por lapidación en un lugar aislado del desierto. Sin duda, un final ansiado por no pocos.
LA TRANSGRESIÓN DERIVÓ EN OFENSA
Pero ese no fue el final y, con el inicio de la gira de presentación, la transgresión derivó en ofensa y llevó la batalla a las calles, con multitud de grupos conservadores manifestándose a las puertas de sus conciertos, tratando de ejercer presión para alejar del mundo de los vivos a la encarnación del mal. Sin embargo, el Dead to the World Tour sumó un total de 175 presentaciones en vivo en Europa, Japón, Oceanía y América.
Para finales de 1997, la identificación entre Brian Hugh Warner y Marilyn Manson era ya total y perpetua. Pero cabe suponer también que resulta agotador y tedioso ser el chivo expiatorio de todos los males del mundo, algo que siguió siendo durante sus siguientes dos discos - Mechanical animals de 1998 y Holy Wood (In the shadow of the Valley of Death) del año 2000-, entendidos por el artista como otros capítulos de la trilogía comenzada por Antichrist Supestar.
El clímax de su enfrentamiento contra la sociedad -o viceversa- tuvo lugar en 1999 con la trágica masacre de la Escuela Secundaria de Columbine (Ohio, Estados Unidos), donde fueron asesinados quince chavales. Los grupos conservadores achacaron la actuación de los asesinos a la influencia de los videojuegos violentos y de la televisión, así como de ciertos artistas musicales como, efectivamente, Marilyn Manson.
Ese fue el punto de inflexión para el artista, superado por los acontecimientos y cerca de ser fagocitado por su propio personaje -que por entonces, todo sea dicho, ya había mutado de Mefistófeles a andrógina deidad del glam-. Cierto es que su poder de transgresión y provocación se ha atenuado con el paso de los años, al mismo tiempo que su carrera musical se estancaba, relativamente, ante la imposibilidad de igualar su exitoso lustro final de los noventa.
Con el cambio de siglo llegó también el relevo generacional y Marilyn Manson perdió progresivamente el control del epicentro de la porfía, al tiempo que entregaba álbumes notables pero no sobresalientes. Siempre será un transgresor, un provocador que fue capaz de llevar más allá lo que habían empezado antes Alice Cooper y Ozzy Osbourne gracias a su osado sentido de la teatralidad. Y, de hecho, para muchos siempre será la encarnación del mal. Seguro que le complace un poquito al menos.