Revista Cultura y Ocio

Antiguas plagas porteñas

Por Delcarmen

Desde la fundación de Buenos Aires la guerra contra las hormigas fue una guerra santa.
Los primeros colonizadores buscaron ayuda en los santos patronos para la lucha contra estos insectos y las ratas. Los elegidos entonces fueron San Bonifacio y San Sabino.
Sin embargo, las plagas siguieron molestando. Algunos pobladores apoyaban los poderes de San Bonifacio, otros los de San Sabino, y hasta algunos nombraron a San Saturnino.
Cansados de pelear, se optó por sortear al santo protector de plagas. Fue así como en un sombrero colocaron los nombres de ¡15 candidatos!.
Un joven metió la mano y así salieron los dos nuevos patrones: San Judas y San Simón.
Comenzaron a realizarles ofrendas a estos pobres santos… pero no pasó nada..., y las hormigas y ratas seguían apareciendo.
Por otra parte, uno de los oficios de los negros para poder obtener su libertad era el de “hormigueros” o sacadores de hormigas. 
El cuadro de situación era el siguiente: llegaba el hormiguero y analizaba el terreno. Luego daba una clase a su cliente sobre el caminito de las hormigas en un pobre castellano.
Si el caso ameritaba, dos o más sacadores de hormigas discutían en presencia del dueño de casa acerca de la estrategia de cómo combatir ese ejército invasor, que aprovechando la situación, continuaban trabajando.
Fuente: Hist. Daniel Balmaceda

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