Por María Gloria Pérez*
Marcha por la paz-Medellín. Fuente: canalcncmedellin
Cansada de responder uno a uno los comentarios y deseos de algunos, referidos a los fatídicos resultados electorales en Antioquia, comentarios que van desde el deseo de "sacar" a Antioquia del mapa de Colombia (al mejor estilo de Paloma Valencia) hasta al deseo de exterminarnos, quiero expresar lo siguiente:
Son entendibles, muy entendibles, el dolor y la rabia. Antioquia puso el no. Así no más. Antioquia frustró la esperanza de medio país votante. Pero la cosa no es tan simple. Si a la Colombia por el SÍ le dolió este resultado, a la Antioquia por el SÍ nos devastó, nos paralizó.
Pero pasadas las primeras maldiciones, las primeras lágrimas, nos llegan, más que las razones, los motivos: no es necesario pasar más de un día con su noche en uno, cualquiera, de los barrios populares de Medellín para enterarse del dominio, en todos los ámbitos, de las ahora llamadas "bacrim", que no son más que bandas de narcoparamilitares descendientes, herederas de la poderosa organización de Pablo Escobar, unos; de los hermanos Castaño, otros; y otros más de las Convivir, creadas, organizadas y pagadas (en principio, con dinero oficial) por el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez.
Estos grupos ejercen un dominio tal, que gobierna el miedo en todos los momentos y aspectos del devenir cotidiano en los barrios populares, y, claro, para estas votaciones la cosa no iba a estar al margen: "Si en este barrio gana el SÍ, se armó la guerra, más de uno lo va a pagar" (por razones obvias no se revelan fuentes, pero si usted lo duda dese una pasadita por las comunas populares). Claro que incluso a pesar de esas amenazas, muchas personas, muchos valientes de los barrios votaron SÍ. Los 600 mil y pico de votos no salieron todos de los estratos altos: En los municipios reina una religiosidad medieval, que alimenta el atraso, religiosidad que va aumentando en la medida en que las llamadas "iglesias cristianas" adoctrinan puerta a puerta por barrios y veredas. Y no tiene objeto exponer acá cuáles, a qué y a quiénes sirven estos intereses religiosos que en este caso se dedicaron a alimentar el rencor, la sed de venganza y el terror por el "comunismo agazapado que trataba de tomarse a Colombia de la mano de Juan Manuel Santos".
Para nadie es un secreto que desde tiempos inmemoriales existe una dirigencia paisa astuta que ha alimentado el regionalismo más rampante, apoyándose en la ignorancia, y hasta ingenuidad del pueblo. Dirigencia de clase que creó mitos empalagosos con los cuales alienan, mitos como "la raza y la berraquera paisas", que bien han servido a los intereses de dominio político. A todo esto súmele las mentiras con las que los promotores del NO alimentaron la ignorancia que, por desgracia, campea en Colombia. Esa es nuestra tragedia, señores.
Y, por último, como en TODA Colombia, muchos partidarios de la paz, de manera irresponsable se atuvieron a que "el SÍ ya estaba arreglado", que era un hecho y no votaron. Puede que para muchos sea difícil de entender, es comprensible. Afortunadamente, el mundo gira, la historia es dinámica y se rige por las leyes de la dialéctica y, entonces, en medio de todo esto, estamos los 600 mil y pico de votantes por el SÍ, los más de 30 mil que marchamos ayer. Y por el bien de Antioquia, por el bien de Colombia, por el bien de la paz, pedimos comprensión y alguito de respeto, si quieren nos maldicen, pero no nos lo hagan saber. Ya tenemos bastante con el dolor y la vergüenza que nos acongojan desde el domingo. Estamos tratando de recuperar el aliento, de recoger nuestra maltrecha alma para seguir, en medio de la mayor adversidad, luchando por la paz.Gracias, ¡y qué triunfe la paz!