Revista Salud y Bienestar

Antojos emocionales: aprende a reconocerlos y a entenderlos

Por Alimentatubienestar @alimentatubiene
Antojos emocionales: aprende a reconocerlos y a entenderlos

Hoy vamos a hablar de los antojos fisiológicos y los antojos emocionales, para aprender a reconocerlos y para aprender a entenderlos, porque, en realidad, están ahí para comunicarnos algo importante. Todo tiene su función y el truco está en descubrirla y utilizarla a tu favor, no en tu contra.

¿Te ha pasado alguna vez que te has dejado por los antojos del momento? Concederse un capricho de vez en cuando es algo muy natural. Pero ¿qué hacer si no se trata de algo puntual? ¿Qué hacer si tenemos antojos todos los días?

Antojos fisiológicos frente a antojos emocionales

El primer paso para hacerlo es ver la diferencia entre los antojos fisiológicos y los antojos emocionales.

Antojos fisiológicos

Los antojos fisiológicos tienen una función muy importante: avisarnos de que nuestro cuerpo necesita un nutriente específico. Por ejemplo, con el antojo de dulce tu cuerpo te pide glucosa; con la comida salada, sodio; con el chocolate, magnesio y con la carne roja, hierro y zinc.

Te puedo asegurar que si empiezas a tener una dieta equilibrada, hecha de 5 comidas al día y rica de todos los nutrientes necesarios para tu salud (hidratos de carbono de lenta absorción, proteínas, grasas, fibra, minerales, vitaminas) no vas a tener antojos fisiológicos, porque tu cuerpo ya consigue con la alimentación diaria todo lo que necesita.

Antojos emocionales

Los antojos emocionales, como sugiere la palabra, están causados por unas emociones que no están siendo gestionadas. En este artículo quiero hablarte de cómo crear un plan de emergencia para no caer en sus trampas.

Antes quiero explicarte rápidamente la diferencia entre hambre emocional y hambre físico, para que sepas reconocer qué tipo de antojo tienes y entonces gestionarlo tranquilamente.

Diferencia entre hambre físico y hambre emocional

El hambre emocional aparece de repente, como una urgencia. El hambre fisiológica aparece gradualmente.

Si tenemos una alimentación equilibrada, nuestro cuerpo pide comida en general. Nuestras emociones, al revés, nos piden una comida específica (un kínder bueno, las patatas al sabor de jamón, el donut de aquella marca, las galletas de la tienda X...).

El hambre emocional exige ser satisfecha inmediatamente, por eso genera una gran ansiedad. En cambio, el hambre fisiológica puede controlarse y esperar.

El hambre fisiológica desaparece cuando nos sentimos satisfechos, en cambio el hambre emocional hace que sigamos comiendo, aunque físicamente nos sintamos llenos. Perdemos nuestra capacidad de sentir saciedad.

El hambre emocional puede ocasionar sentimientos de culpa.

¿Cómo diferenciar el hambre física del hambre emocional?

Los antojos emocionales: qué son y cómo lidiar con ellos

Cuando vivimos una situación difícil y complicada nos estresamos. Si no somos capaces de gestionar este estrés, acumulamos todo tipo de emociones y sentimientos.

Se forma un volcán emocional capaz de estallar en cualquier momento. Piensa en una olla exprés: su válvula hace salir el vapor y así la presión se mantiene controlada. Si no estuviera la válvula, la olla explotaría como si fuera una bomba.

Lo mismo nos pasa a las personas. Cuando no sabemos gestionar las emociones, lo que intentamos hacer es taparlas con otras cosas (tabaco, comida, bebida, sexo) que neutralizan su efecto, pero sólo de forma pasajera.

¿Qué son exactamente las emociones?

Son impulsos de energía y por eso, si las tapamos, se transforman en energía bloqueada, en un volcán (emocional) a punto de explotar, en una bomba.

En estas situaciones, para compensar esta energía, atrapada en nuestro interior, solemos sentir apego por comida muy energética (dulces, bebida con alcohol, hidratos de carbono, comida grasa de todo tipo). Pero ninguna comida puede sustituir la válvula de la olla exprés.

Comer este tipo de alimentos en una situación emocional no gestionada, hace que nos intoxiquemos aún más: ya lo estábamos en el plan emocional y acabamos por estarlo en el plan físico también.

¿Qué hacer cuando nos dejamos llevar por los antojos emocionales?

Lo primero es parar un instante y conectar con nosotros mismos para sentir la emoción que tenemos. ¿Cómo te sientes? ¿Triste, preocupado, con ansiedad, nervioso?

Tomar consciencia de lo que nos pasa nos hace libres. Si me siento triste, probablemente es porque he perdido algo o alguien. Pregúntate porqué te sientes de una determinada forma, averigua el motivo.

Cuando lo tengas, entonces, busca una forma alternativa a la comida para responder a tu necesidad. Si estás triste y tu necesidad es que te mimen, empieza mimándote tú mismo. Haz algo para ti o llama a tu mejor amigo para pasar la tarde juntos.

Las emociones están allí para trasmitirnos un mensaje y no tiene sentido escaparnos de ellas ni taparlas con comida.

Si hasta ahora has actuado de una forma específica es porqué un día aprendiste aquel comportamiento y hasta ahora ha sido tu único recurso.

Recuerda que todo lo que hacemos esconde una intención positiva. Durante una larga temporada de mi vida, por ejemplo, cuando me sentía triste tenía antojo de chocolate, y durante mucho tiempo, fue la única forma que conocía para gestionar esta emoción. Si en aquellos tiempos, en vez que acudir al chocolate, hubiera tenido otras alternativas asequibles e inmediatas, las hubiera utilizado.

Ahora tengo mi plan de emergencia. Sigo teniendo mis momentos de estrés y con ellos llegan las ganas de chocolate. Sin embargo, ahora que sé que se trata de un antojo emocional.

Así que lo que hago es prepararme una infusión de té ban-cha, jengibre y canela, irme a mi rincón preferido de la casa y saborearla con los ojos cerrados respirando profundamente. Al cabo de unos minutos noto como se alejan el estrés y la ansiedad.

Crea un plan de emergencia para los antojos emocionales

Crea tu plan de emergencia: identifica tus antojos emocionales y las emociones asociadas. Antojos emocionales: aprende a reconocerlos y a entenderlos

Después descubre cual es la necesidad que esconden y elige unas alternativas asequibles para satisfacerla de forma placentera, útil e inmediata.

Deja de tapar este volcán emocional con comida.

Rompe el mecanismo tomándote un momento para ti.

Dedica cada día unos minutos para escucharte y para reconocer cuales son las emociones que estás tapando.

No pasa nada por sentir miedo o tristeza, pero si no las reconoces, entonces será más complicado hacer que estas emociones se vayan.

Vete a un lugar que te guste, apaga tu móvil y tómate un tiempo para escribir lo que sientes: saca afuera todo lo que está bloqueado dentro de ti.

¡Pon una válvula a tu olla exprés!

Imágenes de Shutterstock: Chica comiendo una hamburguesa, Chica escuchando música


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