Antonia San Juan ha representado su obra teatral Lo malo de ser perfecto, con una gira por Canarias llevada a cabo por Acelera Producciones, que ha concluido este sábado en el Auditorio Alfredo Kraus, en Las Palmas de Gran Canaria.
La cineasta canaria tiene a sus espaldas un largo recorrido en teatro, siendo este su noveno trabajo en dirección teatral. Son reconocidos internacionalmente sus monólogos y obras teatrales; de hecho, fue en un escenario donde Almodóvar descubrió su versatilidad en 1998.
Antonia es una excelente directora y guionista, en cuyos trabajos siembre logra plasmar con ingenio su visión respecto a la situación del presente y su sociedad.
Lo malo de ser perfecto, protagonizada por la propia Antonia, Luis Miguel Seguí y el canario Félix Navarro, es una sagaz comedia cargada de sarcasmo y diálogos mordaces, en la que se plantean cuestiones acerca de la relación entre seres humanos: pareja, familia, vecinos, trabajo,… Todo ello, por supuesto, bajo un costumbrismo que consigue atraer la simpatía de los espectadores, quienes pueden reconocer fácilmente en el escenario a seres de su entorno. Todos ellos encarnados por tan solo tres actores que se multiplican hasta dar lugar a diez personajes diferentes.
El teatro de Antonia San Juan se caracteriza por una fuerte ironía que alcanza en ocasiones un sarcasmo despiadado. Una burla hacia los convencionalismos y una defensa constante de valores como la tolerancia, el librepensamiento, la autonomía de la mujer, el fomento de la cultura y la libertad sexual.
Los juicios del ‘yo’ dramático se dejan entrever en cada escena, pues a través de sus personajes variopintos descubrimos el pensamiento de su reivindicativa autora. De este modo, el costumbrismo de la obra funciona como un perfecto vehículo de dos horas de duración para establecer una flamante crítica de la incoherencia en el mundo.
Lo mejor y lo peor de ser perfecto
La perfección es destructiva si se obtiene en exceso. Esto podría ser lo que refleja cada una de las situaciones que pasan por el escenario en Lo malo de ser perfecto. Sin embargo, la manera en la que se plasman, en su camino a la perfección, han llegado a un puerto en el que no todo va por buen camino.
¿Lo peor de la obra?
La función comienza y, para sorpresa de unos pocos, vemos a dos personajes que conocemos de antaño y cuyo paradero sospechamos: los protagonistas de V.O. Seguidamente, aparecen La china y su compañero de calle. La directora escenifica varios de sus cortometrajes, reconocidos nacional e internacionalmente, y realiza una ampliación de los mismos con un montaje -eso sí- muy original y con un carisma mucho más espontáneo y teatral. No hay absoluta discrepancia en cuanto a la calidad y el valor de dichos cortometrajes; sin embargo, su desarrollo en escena puede resultar reiterativo para quienes ya hayan visionado estas piezas cinematográficas.
La obra se interrumpe para ilustrar la valiosa voz de uno de los intérpretes, Félix Navarro, que además de actor conoce el canto lírico. No obstante, su intervención con una copla se aleja de la línea argumental de la obra y supone un espectáculo independiente de la misma.
Por otro lado, el humor inteligente que suele cultivar la directora queda ensombrecido por una dosis demasiado densa de costumbrismo, que, llevado a tal extremo, provoca cierta exasperación en el público más exigente. Lejos de ser un retrato verídico, como construyó Antonia en Del lado del verano o en algunos de sus monólogos, el espejo de príncipes que simula en Lo malo de ser perfecto pierde cierta verosimilitud y, por ende, eficacia.
Asimismo, la obra incluye durante su primera parte algunas ocurrencias dirigidas a un público fácil que se arranca a aplaudir por cualquier insignificancia sin dejar que se escuche el resto del diálogo. En ocasiones, incluso la comicidad de los personajes abandonan la palabra y recurren a ademanes muy poco sutiles o demasiado explotados en la cotidianidad de nuestro entorno; esto es, algo tan manido como el desprecio o la repugnancia al bipartidismo. De este modo, los feroces monólogos de la actriz y la crítica despiadada contrastan con, por ejemplo, el silencio roto por un eructo.
¿Lo mejor de la obra?
La espontaneidad del teatro permite que sus realizadores puedan adecuar la ficción al gusto y entorno de los espectadores. Así, Antonia San Juan regala al público en varias ocasiones alusiones a elementos tan conocidos por los canarios como “las cholas que me compró mi hermana en el 99” o menciones al lugar donde se celebra la actuación (“tu prima la de Ingenio”). Algo que acerca más a los presentes hacia la comicidad del teatro y los involucra en la historia, haciéndolos partícipes de la misma atmósfera de los personajes.
Por otra parte, la obra merece ser vista dos veces —o tres, o veinte— tan solo por volver a deleitarnos con la magnífica trama de la última secuencia. La historia está ambientada en una época dorada del siglo XX español, tal vez los años cincuenta, y en ella se muestra a un sólido galante tratando de conquistar a una coqueta joven, que con aparente carácter débil responde receptivamente al flirteo del caballero.
Nada más lejos de la realidad. Lo que la directora refleja a la perfección es el intento de la muchacha por parecer “tonta” para ser aceptada por el varón, quien solo es capaz de ver en ella a la madre esposa que lo esperará cada día en casa. La joven es culta y en ocasiones escapan de sus labios ciertos versos o citas célebres, pero la obcecación del conquistador insiste en encaminarla hacia la mujer del pasado, algo reflejado insólitamente a través del halago “qué linda…”. Finalmente, la mujer, que es en realidad fuerte y segura de sí misma, se dirige directamente al público y sorprende con un brillante monólogo acerca de la situación de la mujer en la actualidad y el papel que ha ejercido a lo largo de la historia. No me puedo creer que la mujer que hace una hora y media me encrespara con un eructo haya provocado que un torrente de lágrimas bañen ahora mis mejillas. Veo por fin a la Antonia San Juan feminista, luchadora y de lengua afilada que manifiesta todo lo que pensamos y lo que queremos oír.
De todo lo malo y lo bueno me quedo con esta expresión de verdad por parte de una artista auténtica como lo es Antonia, cuya experiencia podría ser un aliciente para que esta última secuencia se inmortalice en un cortometraje. Es cierto, será “reiterativo” para quienes hayan presenciado la asombrosa sátira de Antonia San Juan y Luis Miguel Seguí en los escenarios… Es lo malo de ser perfecto.
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