Revista Cultura y Ocio
Sí, más libros que tenía aún por leerme...y estoy alucinando, hace mucho que no me lo pasaba tan bien leyendo.
Llevo varios libros suyos entre manos, pero voy a dejar un par de textos de dos de sus libros.
EL TEATRO Y LOS DIOSES (1)
No he venido aquí para traer un mensaje surrealista, sino a decir que el surrealismo está pasado de moda en Francia; y muchas cosas que se han pasado de moda en Francia se las imita fuera como si representasen el pensamiento de este país.
La actitud surrealista era una actitud negativa, he venido a decir lo que piensa en mi país toda una juventud hambrienta de soluciones positivas y que quiere tomarle gusto a la vida. Y lo que piensa es lo que va a hacer.
Sobre las nuevas aspiraciones de la juventud francesa no se puede hablar en los libros o en los periódicos como se describe una enfermedad extraña o una curiosa epidemia que no tiene nada que ver con la vida.
En el cuerpo de la juventud francesa brota una epidemia del espíritu que no hay que tomar como una enfermedad, sino como una terrible exigencia; es característico de este momento que las ideas ya no sean tales, sino una voluntad que va a pasar a los actos. Y por detrás de todo lo que se hace en Francia, existe actualmente una Voluntad que está presta para pasar a los actos.
Cuando el joven pintor Balthus hace un retrato de mujer, manifiesta su voluntad de transformar realmente a la mujer, de hacerla como la ha pensado, expresa a través de su cuadro una terrible y exigente noción del amor y de la mujer, y sabe que no habla en el vacío, porque su pintura posee el secreto de la acción.
Pinta como quien conoce el secreto del rayo.
Mientras no se ha empleado el secreto del rayo, el mundo pensaba que pertenecía a la ciencia y lo dejaba a los sabios, pero un día alguien lo utilizó y lo hizo pra destruir el mundo, entonces todo el mundo empezó a considerar este secreto.
La juventud quiere que se unan los secretos de las cosas a sus múltiples aplicaciones. Esta es una idea de la cultura que no se enseña en las escuelas, pues por debajo de esta idea subsiste una idea de la vida que molesta a estas escuelas y destruye sus enseñanzas.
(...)
Europa está en un estado de civilización avanzada, quiero decir, por tanto, que está muy enferma y que el espíritu de la juventud europea trata de actuar contra este estado de civilización avanzada.
No hace falta acudir a Keyserling o Spengler para sentir la descomposición universal de un mundo, que vive sobre las falsas ideas de la vida, dejadas por el Renacimiento. La vida se nos muestra en un estado de aniquilación violenta y para sentirlo, debemos hacer una nueva filosofía.
Las cosas han llegado a un punto en que podría decirse que así como en otros tiempos la juventud corría en pos del amor y tenía sueños de ambición, de poder material y de gloria, actualmente tiene un sueño de vida y corre tras esta vida, la persigue (si puede decirse) en su esencia; quiere saber por qué la vida está enferma y quién ha podrido la idea de la vida.
Y para saberlo se vuelve hacia el Universo entero; quiere comprender la naturaleza y al Hombre por encima de todo; no al Hombre en su singularidad, sino al Hombre grande como la naturaleza.
(...)
Hay miles de formas de pasar por la vida y de pertenecer a una época. No estamos para que en un mundo desorganizado los intelectuales se dediquen a la especulación pura. No sabemos lo que es la torre de marfil. Estamos para que los intelectuales entren en su época y pensamos que no hay otro medio para que entren que hacerles la guerra.
La guerra para conseguir la paz.
En el desastre actual de los espíritus acusamos una inmensa ignorancia y una corriente muy fuerte, para que se cauterice esta ignorancia; quiero decir, que se la cauterice científicamente.
La vida no es para nosotros ni un lazareto, ni un sanatorio, ni tampoco un laboratorio y, de ningún modo, pensamos que una cultura pueda aprenderse con palabras o ideas. La civilización no se comunica por sus costumbres exteriores. Antes de tener piedad de un pueblo abogamos por hacer renacer sus virtudes olvidadas y que pueda así, por sí mismo, llegar a civilizarse.
Insisto en que una juventud inquietada, y no inquieta por lo que aparece y no se parece a lo que ella piensa, incrimina la ignorancia de su tiempo. Constata la ignorancia del tiempo, esperando que se subleve contra ella.
Cuando sabe que la medicina de los chinos, medicina archimilenaria, ha sabido curar el cólera por medios archimilenarios, mientras que la medicina europea sólo conoce los medios bárbaros de la huida o la cremación, no le basta con introducir esta medicina en Europa, sino que piensa en los vicios del espíritu de Europa, y busca curar este espíritu. Comprende que no es por un truco, sino por una comprensión profunda, como China ha podido conocer la naturaleza del cólera. Esta comprensión constituye la cultura. Y hay secretos de la cultura que los textos no enseñan jamás.
Frente a la cultura europea, que se conserva en los textos escritos y hace creer que la cultura se pierde si éstos se destruyen, yo digo que hay otra cultura bajo la que se ha vivido en otros tiempos, y que esta cultura perdida se basa en una idea antimaterialista del espíritu.
Frente al europeo, que sólo conoce su cuerpo y que no es capaz de pensar que la naturaleza se pueda organizar, porque no ve más allá de su cuerpo, el chino aporta un conocimiento de la naturaleza mediante la ciencia del espíritu. Conoce los grados del vacío y del completo que describen los estados ponderables del alma; y con los trescientos ochenta puntos de funcionamiento psicológico del alma, los chinos saben escudriñar la naturaleza y sus enfermedades, y podría decirse que han sabido descubrir la naturaleza de las enfermedades.
Jacobo Boehme, que sólo cree en los espíritus, también sabe decir cuándo están enfermos los espíritus, y describir los estados que manifiestan la Cólera del Espíritu en toda la naturaleza.
Estas y otras reflexiones más nos dan una nueva idea del Hombre. Estamos aquí para que se nos vuelva a enseñar lo que es el Hombre, ya que en otros tiempos se le conoció.
Comenzamos a desvelar los tabús que una ciencia cobarde y mezquina ha puesto ante los vestigios de una cultura que sabía explicar la vida.
El hombre entero, el hombre con su grito que puede remontar el camino de una tormenta, para Europa es poesía, pero para nosotros, que tenemos una idea sintética de la cultura, ponerse en relación con el clamor de una tormenta es descubrir un secreto de la vida.
Actualmente hay por el mundo una corriente que es una reivindicación de la cultura basada en el espíritu en relación con los órganos y en el espíritu, que riega todos los órganos, correspondiéndose entre sí.
Existe en esta cultura una idea del espacio, yo digo que la verdadera cultura sólo puede aprenderse en el espacio, y es una cultura orientada, como el teatro también lo es.
Cultura en el espacio quiere decir cultura de un espíritu, que no cesa de respirar y de sentirse vivo en él, que hace suyo el cuerpo del espacio como los objetos mismos de su pensamiento, pero que como espíritu se sitúa en medio del espacio, es decir, en su punto muerto. Quizá esta idea del punto muerto, por el cual debe pasar el espíritu, sea una idea metafísica. Pero sin metafísica no hay cultura. Y qué quiere decir esta noción del espacio lanzada de golpe en la cultura, sino la afirmación de que la cultura es inseparable de la vida.
(...)
La cultura es un movimiento del espíritu que va del vacío hacia las formas, y de éstas entra en el vacío, en el vacío como en la muerte. Ser culto es quemar formas, quemar formas para ganar la vida; es aprender a mantenerse erguido en el movimiento incesante de las formas que se destruye sucesivamente.
Los antiguos mexicanos no conocían otra actitud que este vaivén entre la muerte y la vida.
Esta terrible situación interior, este movimiento de la respiración, esto es la cultura que bulle a la vez en la naturaleza y en el espíritu.
(...)
Artaud, Antonin. 1976. Mensajes revolucionarios. México, Ed. Fundamentos.
CARTA
AL SEÑOR LEGISLADOR
DE LA LEY DE ESTUPEFACIENTES
XXXXXXXXXXSeñor legislador,
XXXXXSeñor legislador de la ley de 1916, aceptada por el decreto de julio de 1917 sobre estupefacientes, eres un cretino.
XXXXXTu ley no sirve más que para fastidiar la farmacia mundial sin beneficio para el nivel toxicómano de la nación
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXporque
1º El número de toxicómanos que se aprovisionan en las farmacias es mínimo;
2º Los verdaderos toxicómanos no se aprovisionan en las farmacias;
3º Los toxicómanos que se aprovisionan en las farmacias son todos enfermos;
4º El número de toxicómanos enfermos es mínimo comparado con el de toxicómanos por placer;
5º Las restricciones farmacéuticas de la droga no molestarán jamás a los toxicómanos voluptuosos y organizados;
6º Siempre habrá infractores;
7º Siempre habrá toxicómanos por vicio de forma, por pasión;
8º Los toxicómanos enfermos tienen sobre la sociedad un derecho imperecedero, que se les deje en paz.
XXXXXEs, sobre todo, una cuestión de conciencia.
XXXXXLa ley de estupefacientes pone en manos del inspector-usurpador de la salud pública el derecho de disponer del dolor de los hombres; es una pretensión singular de la medicina moderna el querer dictar sus reglas a la conciencia de cada uno. Todos los balídos de la carta oficial no tienen poder de acción frente a este acto de conciencia: más aún que la muerte, yo soy el dueño de mi dolor. Todo hombre es juez, y juez exclusivo, de la cantidad de dolor físico, y de la vacuidad mental que pueda soportar honestamente.
XXXXXLucidez o inlucidez, hay una lucidez que ninguna enfermedad podrá quitarme, es la que me dicta el sentimiento de mi vida física. Y si yo he perdido mi lucidez, la medicina no tiene otra cosa que hacer más que darme las sustancias que me permiten recuperar el uso de esa lucidez.
XXXXXSeñores dictadores de la escuela farmacéutica de Francia, sois unos pedantes roñosos; hay una cosa que debería medir mejor: que el opio es soberano, y ese mal se llama Angustia, en su forma mental, médica, sicológica, lógica o farmacéutica, como quieran.
XXXXXLa Angustia que hace locos.
XXXXXLa Angustia que hace suicidas.
XXXXXLa Angustia que hace condenados.
XXXXXLa Angustia que la medicina no conoce.
XXXXXLa Angustia que vuestro doctor no comprende.
XXXXXLa Angustia que lesiona la vida.
XXXXXLa Angustia que rompe el cordón umbilical de la vida.
XXXXXPor vuestra inicua ley ponéis en manos de personas irresponsables, cretinos en medicina, farmacéuticos cochinos, jueces fraudulentos, doctores, comadronas, inspectores-doctorales, el derecho a disponer de mi angustia que es tan aguda como las agujas de todas las brújulas del infierno.
XXXXXTemblores del cuerpo o del alma, no existe sismógrafo humano que permita llegar a una evaluación de mi dolor con precisión, que aquella, fulminante, de mi espíritu.
XXXXXToda la azarosa ciencia de los hombres no es superior al conocimiento inmediato que puedo tener de mi ser: Yo soy el único juez de lo que está en mí.
XXXXXVolved a vuestros graneros, médicos hediondos, y tú también, Señor Legislador Moutonnier, que no deliras por amor a los hombres, sino por tradición de imbecilidad. Tu ignorancia de lo que es un hombre, sólo es igual a tu estupidez al pretender limitarlo. Yo te deseo que tu ley recaiga sobre tu padre, tu madre, tu mujer y tus hijos, y toda su posteridad. Y ahora me trago tu ley.
Artaud, Antonin. 1976. El Pesanervios. Ed. Visor.