Mónica Zas Marcos entrevista a Antonio de la Torre, en México, en donde es nominado a los Premios Platino por su papel en El Reino. A raíz de la muerte de Alfredo Pérez, el actor confiesa, desde Latinoamérica, para Eldiario.es: “Me dio mucha pena” No es ningún secreto que el exvicepresidente del Gobierno fue uno de los asesores de Rodrigo Sorogoyen, Isabel Peña y del propio De la Torre durante la escritura del guion de El Reino, un thriller sobre la corrupción de la clase política española.
De la Torre, que tuvo que entrevistarse con políticos de todos los colores para dar vida al corrupto, Manuel López Vidal, se acuerda especialmente de la pericia de Rubalcaba. “Descubrí que tenía un Dalton Trumbo dentro, además, él bromeaba con que querría haber sido como él. No solo se ha ido un gran político, sino también un gran guionista”, confiesa el intérprete, quien se proclama de izquierdas, aunque conciliador con todas las posturas políticas. Y quiere alabar el obituario del expresidente Mariano Rajoy, titulado ‘Rubalcaba, un rival admirable’: “Él dice que ese respeto por el rival es cosa de otros tiempos. Pero, por ejemplo, lo único que me gustó de los últimos debates electorales fue ver a Pablo Casado y a Pablo Iglesias fuera de cámara charlando y enseñándose las fotos de los niños”, añade, defendiendo su “factor humano”…Mónica Zas reconoce que una de las cosas que siempre han defendido tanto el director de El Reino como su protagonista es que la película no señala a ningún partido en concreto. “Sin embargo, basta un poco de hemeroteca para reconocer que la mayoría son guiños relacionados con las tramas de corrupción del Partido Popular”. De la Torre afirma que “Eso no se puede negar, al final es un partido condenado de manera sistemática. Lo que le dije a Sorogoyen es que no podíamos hacer una película de progres poniéndose un traje de malotes”. Y asegura que los personajes no necesitan chapas de gaviotas ni de rosas para que la trama sea comprensible y trate un tema universal. “Corrupción hay en todas partes, pero la corrupción de la clase política española tiene un tufo especial a puro habano y un marco de yates, mariscadas y relojes de oro que la identifican del resto”.