Revista Religión

Antonio de Saavedra y Leiba, el venerable Deán de la Catedral de Trujillo

Por Joseantoniobenito

Antonio de Saavedra y Leiba, el venerable Deán de la Catedral de Trujillo

¿CAMINO A LOS ALTARES?

Antonio de Saavedra y Leiba, el venerable Deán de la Catedral de Trujillo

O. Gabriel Prieto Burmester - Corresponsal

Domingo 14 de noviembre de 2010

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Antonio de Saavedra y Leiba

Don Antonio de Saavedra y Leiba es uno de los tantos personajes olvidados de la ciudad de Trujillo. Sin embargo, hasta los primeros años del siglo pasado era una de las figuras más conspicuas y respetadas de la ciudad. Cronistas de esa época narran que los miembros de las aristocráticas familias de Trujillo iban en peregrinación hacia "la vieja Iglesia de Huanchaco", para rendirle oraciones y pedir su intercesión ante una causa imposible. Evidencia de ello es que junto a su actual sepultura, ubicada al lado izquierdo del altar mayor del Santuario de Nuestra Señora de Huanchaco, se puede apreciar una placa de mármol de 1907, ofrecida por la Cámara de Comercio de la ciudad.

De elevada condición, hijo del oidor Don Fernando de Saavedra y Doña Catalina de Aliaga y Bermeo, nació en la ciudad de Lima en 1636. Desde temprana edad fue instruido para desempeñar cargos eclesiásticos. Cuando terminó sus estudios superiores en la Universidad de San Marcos, se graduó como Bachiller en Sagrada Teología. Fue entonces enviado a la ciudad de Trujillo para desempeñar el cargo de Racionero. En 1670 es promovido a Canónigo de Merced y luego a Arcediano (1674). En 1675 es nombrado Deán de la Catedral, lo cual le significó desempeñar el cargo capitular más importante después del obispo, Mons. Francisco de Borja. A la muerte de éste en 1689, tuvo que asumir la responsabilidad de conducir la diósecis hasta la llegada del sucesor, Mons. Pedro Días de Cienfuegos en 1696. Así mismo desempeñó el cargo de Comisario del Santo Oficio.

En 1700 por encargo del Virrey Conde de la Monclova fue nombrado Juez de Aguas, y entre sus realizaciones más importantes destaca la redacción y puesta en funcionamiento del famoso "Reglamento de Aguas", un documento que organizaba la distribución de este preciado recurso entre las haciendas y chacras de los valles de Trujillo y sus alrededores. Vale recalcar que dicho reglamento se utilizó hasta mediados de 1950, es decir, durante dos siglos y medio. Sin embargo la obra por la que más ha sido recordado hasta el día de hoy es por la fundación de la "Bajada Quinquenal de Nuestra Señora del Socorro", la que se realiza cada cinco años.

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Nuestra Señora del Socorro

Consta que la "Bajada" se remonta al año 1674, cuando la peste bubónica asolaba a Trujillo. Mons. Saavedra promovió entonces una peregrinación de la venerada imagen de la Virgen de la Candelaria del Socorro, desde Huanchaco hasta la Catedral. La peste cesó, y fue entonces acordado que como agradecimiento cada cinco años dicha imagen de la Virgen repetiría su peregrinación a Trujillo. Así, desde 1681 quedaron instituídas las tradicionales bajadas quinquenales, con un itinerario y ceremonial cuidadosamente establecido por el mismo Deán Saavedra. Especialmente devoto del Santísimo Sacramento y de la Madre Santísima, el ejemplar sacerdote decoró con muchas alhajas y aderezos la Catedral de Trujillo, reconstruyó y embelleció al Santuario de Nuestra Señora del Socorro en Huanchaco y la iglesia de Angasmarca, en la sierra. Hizo construir, a medio camino entre Trujillo y Huanchaco, la capilla de San José para que sirviese de estancia o "pascana" durante las "Bajadas del Socorro"; auspició el hospital de la ciudad y construyó albergues para niños y ancianos. En Huanchaco dejó una "renta" que consistía en harina de trigo para que las "chinas" huanchaqueras que limpiaban el atrio del santuario y se encargaban de colocar las flores a la Virgen, pudiesen hacer pan y con ello mantenerse.

Nos quedaría corto el espacio si es que comenzamos a mencionar todas las obras que hizo este hombre de Dios en pro del bienestar de la ciudad y sobre todo por mejorar las condiciones de vida de los nativos, sujetos tantas veces a malos tratos. En 1707, contando 71 años, muere en el pueblo de Mansiche, donde se retiró tras renunciar al deanato, y según su disposición testamentaria, fue enterrado en el Santuario de Huanchaco, en una sepultura que él mismo mandó construir. Desde ese momento fue considerado un hombre santo, y son muchas las gracias que los fieles han recibido y continúan recibiendo por su intercesión.

Actualmente se están reorganizando sus expedientes para que se inicie el proceso de beatificación, lo cual significaría que en un futuro cercano Huanchaco, y por ende Trujillo ¡tendrían un Santo!

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Rúbrica del Dean

En el presbiterio del Santuario de Nuestra Señora de Huanchaco, existía un antiguo retrato al óleo del ejemplar sacerdote, datado del siglo XVIII. Muestra a un eclesiástico aún joven, de facciones agradables, mirada penetrante y gran determinación. En la parte inferior del lienzo se podía leer: "Yace sepultado en este templo, lugar que fue de sus mayores delicias y donde tuvo siempre fijo el corazón el Licenciado Antonio de Saavedra y Leiba (….)". Y la frase final predecía: "(…) su memoria vivirá en la de todos".

Que así sea, venerable Deán.


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