Se dice que Descartes impulsó el antropocentrismo al declarar que los animales son máquinas y que solo el ser humano posee alma. En realidad, el antropocentrismo estaba vigente en todo el pensamiento medieval anterior a Descartes. Para los medievales, solo el hombre es imagen de Dios y tiene dominio sobre la naturaleza. El problema es que se concedía que plantas y animales poseían alma como nosotros, con la diferencia de que solo la nuestra es inmortal. Esta inmortalidad estaría basada en la revelación y, vagamente, en el argumento de que tenemos inteligencia, razón, y los animales no. Una función diferente no garantiza inmortalidad. Los animales tienen cualidades que las plantas no poseen y no por ello son inmortales. Además, los animales muestran cierto grado de inteligencia.
Por eso, Descartes cortó por lo sano y aseguró que solo el ser humano posee alma. Por un lado, esto es antropocentrismo puro, pero por otro, dio paso al evolucionismo materialista para el cual el ser humano es solo un animal más. Como es sabido, el filósofo francés no pudo explicar cómo un alma inmaterial, carente de masa, podía mover un cuerpo material. Por eso los cartesianos optaron por el paralelismo psicofísico: cuerpo y alma son dos relojes que marchan al unísono, sin acción entre ellos. La explicación era tan pobre que unos filósofos optaron por el idealismo –existen el yo y sus representaciones- y otros por el materialismo.
El idealismo se deslizó al solipsismo, o sea, la tesis de que solo el yo existe. No podríamos calificarlo de antropocentrismo. Berkeley, idealista subjetivo, dijo que solo existen espíritus y sus percepciones, dadas por Dios. El filósofo irlandés no podía probar que hubiese otros espíritus aparte del suyo y el de Dios. No tendría sentido hablar de plantas y animales que existen con independencia de nosotros, por lo que no seríamos reyes de una creación. Tampoco Kant o Leibniz pudieron probar la existencia de otros organismos aparte de la mónada sin ventanas del primero y el yo trascendental del segundo. Ninguno de los dos pudo probar la existencia de un mundo externo, independiente de nuestras percepciones, por lo que no podían colocar al hombre en el centro de una naturaleza o creación.
El materialismo mecanicista avanzó porque Descartes, al negar la acción del alma sobre la materia, la hizo independiente, inteligible, con movimiento propio y capacidad de evolucionar. La materia se identificó con la extensión, no hay espacio vacío y existen tres tipos de partículas: de agua, de aire y de fuego. Decidió no llamarlas átomos para librarse de polémicas estériles con la Iglesia y dejó que el también filósofo Gassendi restaurara el viejo atomismo. Imaginó que Dios creó la materia y desde el principio le infundió una cantidad de movimiento (energía) que no aumenta ni disminuye. A partir de allí, la materia va a evolucionar sola. No hay en ella formas o principios de vida como suponían los escolásticos, que vengan de fuera. Con base en estos principios, no hay diferencia material entre el cuerpo humano, el de los animales, las plantas, ni siquiera con las piedras. Todo se explica mecánicamente. Es la idea básica de la física newtoniana que reinó por siglos, y de la ley de la conservación de la energía.
El refugio del alma humana era la subjetividad. Descartes sostuvo la existencia de nuestra alma porque sentimos emociones, pensamientos, etc. cosa que está vedado a los animales. Pero la psicología misma destruyó esa noción. Es sabido que la psicología empírica nació en la segunda mitad del siglo XIX merced a los trabajos de Guillermo Wundt y sus colaboradores. Ellos usaron la introspección, o sea, el análisis de sus pensamientos y emociones, como base para sus estudios. Pero Augusto Comte, padre del positivismo y la sociología, hizo severas críticas al método. Mientras estoy furioso no puedo desdoblarme para analizar mi furia, lo que analizo será un recuerdo de mi ira. En segundo lugar, la introspección no sirve para personas que se engañen a sí mismas, poco inteligentes, niños pequeños, enfermos mentales, etc. La psicología tiene que ser objetiva o no es ciencia. Por algo John Watson, el padre del conductismo, definió la psicología como estudio de la conducta, ya no del alma. El propio Freud inició sus trabajos sobre el inconsciente con base en la observación de los actos fallidos de otras personas. Nació la etología. Konrad Lorenz realizó extensos estudios sobre el comportamiento animal y los aplicó a los humanos, con lo que enriqueció la psicología. La ciencia se tragó el último bastión del alma cartesiana, el subjetivismo, y las observaciones de la conducta de las personas y los animales mostró tantas semejanzas que el hombre se convirtió en un animal más evolucionado, pero animal al fin, lo que acabó con el antropocentrismo de otras épocas.