Rechazamos el principio de que el fuerte, por el mero hecho de serlo, tiene derecho a someter o destruir al débil. Pero sólo cuando se trata de seres humanos. Cuando se trata de otros animales, lo que hacemos es precisamente abrazar y justificar ese principio.
Decimos que nosotros - los humanos - somos mejores, más inteligentes y poderosos, que los demás animales y por tanto tenemos una supuesta legitimidad para explotarlos en nuestro beneficio.
Los demás animales son individuos que sienten, que tienen sus propios intereses, pero los tratamos como objetos y los usamos como recursos. Simplemente porque podemos hacerlo, y porque nos beneficia.Nuestra relación con los demás animales está puramente basada en la ley del más fuerte. En nuestro poder sobre aquellos que son más débiles e indefensos que nosotros. Y nada más que eso. Así basamos nuestra supuesta superioridad.Lo cierto es que aunque si bien podemos de hecho explotar a los animales (humanos incluidos) en cambio lo que no podemos es justificar moralmente la explotación animal. Ningún argumento racionalmente válido - ninguno en absoluto - demuestra que la explotación sea éticamente correcta sino todo lo contrario.Los principios más fundamentales de la ética - como son el principio de igualdad (igual consideración) y el principio de respeto por el valor intrínseco del individuo - evidencian que la explotación animal es radicalmente inmoral. Usamos a los demás animales supeditando sus intereses a los nuestros o directamente ignorándolos del todo. Ambas hechos violan el principio de igualdad. Les usamos sin tener en cuenta su consentimiento (como si no tuvieran voluntad propia y fueran meros objetos) y de manera sistemática violamos sus intereses más básicos: el deseo de vivir, de no sufrir daño, y de disfrutar de sus vidas.Nuestra mentalidad especista permite que hayamos cosificado a seres que sienten hasta el punto de verlos como medios o herramientas que existen para satisfacer nuestros fines. Les hemos convertido en nuestra comida, en nuestra ropa, en nuestro entretenimiento. Los consideramos como nuestra propiedad. Del mismo modo que hicimos con otros seres humanos cuando les convertimos en nuestra propiedad - en nuestros esclavos.La supremacía de unos seres humanos sobre otros basada en la raza se intento justificar igualmente mediante la superioridad en inteligencia. Lo mismo ocurre cuando se intenta justificar la dominación del hombre sobre la muje. Y exactamente las mismas excusas se repiten al intentar justificar la explotación del hombre sobre los demás animales. Si realmente tenemos un mínimo sentido de la justicia no podemos seguir eludiendo o excusando este grave problema. No podemos ni debemos seguir ignorando nuestro especismo. Si somos capaces de empatía no podremos seguir ignorando la injusticia y los padecimientos que infligimos a millones de animales inocentes. Su aspecto físico puede ser muy diferente al nuestro, sí, y su forma de expresarse y de relacionarse también lo es. Pero ellos sienten, al igual que nosotros. Sienten placer y sienten dolor. Sienten alegría y sienten tristeza. Les importa lo que les pasa. Desean su propia conservación y bienestar. No son cosas. Son personas.¿Vamos a seguir ignorando lo que les estamos haciendo a los animales que esclavizamos rutinariamente en los mataderos y otros lugares de explotación animal? ¿Vamos a seguir reivindicando justicia mientras al mismo tiempo usamos a personas nohumanas como comida o nos vestimos con trozos de sus cuerpos muertos o nos entretenemos a costa de su libertad? La decisión que tomemos marcará la diferencia entre la vida y la muerte, entre la libertad y la esclavitud, para millones de personas nohumanas. Ojalá que tomemos la decisión correcta.