Ese cocinero que se rebanó un dedo y le cayó al caldero del consomé para un banquete era de Zumárraga, Guipúzcoa. Con la mano mutilada recibió el aplauso de los clientes por aquel caldo, que se hizo legendario.
Sirvió nueve banquetes más a los mismos comensales, quienes no querían saber cómo perdía los dedos el cocinero. Un día, y para seguir gozando del consomé, los clientes tuvieron que empezar a poner sus dedos.
En 1510 nació en Zumárraga Miguel López de Legazpi, conquistador de Filipinas, capitán general, y fundador de Manila. Propició la conversión al cristianismo de los antropófagos del archipiélago.
Zumárraga se ha quedado ahora sin la concejal Uxue Busca, del nacionalista Eusko Alkartasuna (EA), que dimitió por el acoso antropófago de los ultranacionalistas de Batasuna y ETA, que ya se comen a su propia familia, como “Saturno devorando a su hijo”, de Goya.
Casi la mitad del ayuntamiento de ese pueblo se ha quedado sin ediles. Uno de familia no nacionalista fue comido a tiros por los caníbales y seis tuvieron que abandonar su función para sobrevivir.
John Toshack, entrenador de la Real Sociedad de San Sebastián, denunciaba el canibalismo sufrido por los suyos en Bilbao, el pasado 13. Para hacer al Athletic la única bandera racial de Euskadi, parte del público quiso comer carne donostiarra, menos pura: canibalismo de masas, y ya entre hermanos.
Legazpi, que erradicó la antropofagia de Filipinas, nunca se la habría imaginado en sus provincias natales.
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