Este invierno pasará a la historia por duro. Frío, viento, lluvia y nieve, y muertes. De todo. Hasta en Kabila ha llegado a nevar. Lo del viento aquí es una constante así es que no ha sido diferente este año. Pero el frío no. Difícilmente baja de ocho grados en invierno y sin embargo hemos tenido a menudo, entre cero y cinco grados. Totalmente anormal por estos lares.
Heredero de un enero negro que marcó para siempre a Haití, este febrero también ha dejado muertes a su paso, en Madeira, y sin ir más lejos, hoy mismo, en Galicia y en Burgos, y, sobre todo, en Chile. Donde la situación es caótica y está vestida de negro.
Con sus contrastes, la naturaleza ofrece aquí el blanco, la vida. El año pasado, los almendros florecieron a mediados de mes, unos quince días antes. El frío y el mal tiempo han retrasado un poco su flor. Pero aquí está, anunciando que queda menos para la primavera.
Este año le quiere hacer la competencia este joven albaricoque, a cuyas ramas, todavía débiles, le han salido flores tan blancas.
Por cierto, este almendro ha nacido sólo, de alguna semilla que cuajó, y es pequeño todavía, pero también está blanco, blanco de flor anunciando el próximo cambio de estación. Y es que los pequeños también se independizan y quieren gritar: ¡Que viene!
Salud y República