- Corred que llegamos tarde!!! vamos al coche!
¿Tanta prisa para qué? es otro pueblo Konyak no creo que vayamos a ver nada muy distinto. Pero Phejin insiste. Así que todos al coche y tras un camino de aproximadamente 40 minutos llegamos a otro poblado de la tribu Konyak, a otro clan.
Este está como cada pueblo de esta tribu: en la cima de una montaña. Al acercarnos se parece mucho a Shiyong, pero al bajarme del coche veo una de las escenas más estremecedoras, emocionantes e inolvidables de mi vida!
En frente del morong del pueblo (choza donde se celebran las reuniones de los jefes) están los hombres del pueblo bailando en círculo, con los machetes en una mano y las escopetas en la otra. Con sus atuendos Konyak y cantando canciones que recuerdan grandes gestas de batallas pasadas.
Los jefes en el centro marcan el ritmo de la danza!
Y lo precioso, lo que realmente me sobrecogió, no es el baile en si, ni los cantos, ni los atuendos. Lo que me impresionó es el privilegió de poder estar en mitad de una celebración tan íntima y ser invitado a formar parte de ella. Ahí no había turistas, no había nadie a quien agradar, era su fiesta y como tal tuve el placer de disfrutarla.
Los hombres bailan durante horas en círculos, mientras que los jefes de la tribu están en el medio liderando los cánticos, un pequeño chico de apenas16 años, es el encargado de disparar al aire en los momentos indicados con mi consiguiente susto y salto, y risa posterior de los lugareños por el blanquito que se asusta de los disparos.
Disparos en la danza
Las mujeres miran a los hombres, los niños se me amontonan, y mi cabeza no da para analizar el momento tan intenso que estoy viviendo.
Premio para quen encuentre a Javier!
Los jefes se salen del círculo para darme la bienvenida, muestro mi intención de no interferir en la celebración, pero su amabilidad tiene como fin el incluirnos a nosotros en la fiesta más que dejarnos de lado. Y nos visten con sus atuendos, nos dotan con machetes, con un cuerno de elefante que fácilmente podía pesar mas de 20Kg con el que un guerrero leva bailando horas. Es increíble.
Cada día más Koyak!
Finalmente somos invitados a una casa de este pequeño pueblo Konyak para tomar chai y cerdo que han sacrificado por la mañana. Donde charlamos un buen rato con los Konyaks de este clan, y nos reímos bastante. Que mejor manera de acabar un día extremadamente emocionante, probablemente no la haya.
Os dejo un par de fotos más de la celebración:
Guerrero Konyak
Guerrero Konyak queriendose demasiado!